Diez obras memorables para entender la poesía

Entre la estructura de la lírica moderna y la poesía de la antigüedad, la energía del silencio y la palabra siguen fluyendo aunque se dijera que después de Auschwitz la lírica era imposible. ¿Cómo elegir diez poemas entre la casi infinita secuencia de poemas que fundan algo a partir de lo fugaz, de lo sagrado o de la nada? De Píndaro a Rilke, de Garcilaso a Baudelaire, toda elección es un riesgo. Son, aquí, los diez poemas de una gran apuesta.

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Can vei la lauzeta mover
(Cuando veo a la alondra mover)

BERNAT DE VENTADORN

(ca. 1150-60)

Comienza la cansó trovadoresca con una imagen prodigiosa que es la de la alondra aproximándose a los rayos del sol, olvidándose de sí, cayendo, cayendo. En la primera estrofa todo conspira para construir un sonido (lauzeta / chazer / ses /oblid.es / laissa /) en el que se reproduce la sensación del fundirse, muy cerca de la licuefacción del alma de la que hablan los místicos. En este caso es el corazón el que se funde de deseo.