Hiperórgano Palau Güell
Los artistas berlineses Gamut inc frente al hiperórgano del Palau Güell. © Diputació de Barcelona

Un hiperórgano toma el Palau Güell

El festival Sónar transforma el monumento de Gaudí en una experiencia musical inédita. Todo el edificio vibrará a partir del miércoles con el uso de la tecnología y las posibilidades infinitas que un instrumento tan tradicional empezará a ser capaz de reproducir.

Todos aquellos que nunca hayan visitado el Palau Güell, una joya gaudiniana poco conocida entre los barceloneses en pleno centro de la ciudad, esta semana no tendrán excusa para no ponerle remedio. Con motivo del festival Sónar, su órgano se transformará para interpretar una pieza ininterrumpidamente, de forma automática y sin asistencia humana, enseñando a los visitantes una de las infinitas posibilidades que ofrece la comunión entre arte y tecnología. “Queremos recuperar el espíritu de innovación que en su momento guió a Gaudí”, defiende el director del Palau Güell, Guillem Mundet. Tanto es así que los artistas que han compuesto la pieza que se podrá escuchar, los berlineses Gamut inc, la definen como “un verdadero trencadís musical”. 

Esta conversión de un órgano tradicional a hiperórgano se consigue con la introducción de herramientas digitales —tecnología MIDI—, que toman el control y lo hacen sonar de una manera completamente nueva. Así, se pueden ejecutar arpegios o acordes de música apilados imposibles para cualquier humano. Hasta se puede hacer que lo puedan tocar desde cualquier parte del mundo, siempre y cuando esté conectado. “Hay 10.000 millones de posibilidades que aún no podemos ni imaginar. Tenemos todo el siglo XXI por delante”, señala el tecnólogo Santi Vilanova, implicado en el proceso de creación de esta experiencia musical en el Palau Güell junto a Albert Blancafort, maestro organero, y Gamut inc. 

Mientras que instrumentos como la flauta y el violín ya han llegado a su tope, los órganos están en una constante evolución y ha habido tantos tipos como épocas: de estilo gótico, renacentista, barroco, clásico, romántico, sinfónico… Ahora, con la llegada de la tecnología se ha abierto una nueva puerta. “Se convierte en un órgano expandido, sonando de maneras diferentes, lo que permite al organista convertirse en un diseñador de sonidos. Es una gran revolución”, sostiene Blancafort. “Se pierde así la idea de que un órgano es solo para la misa”, agrega. De esta manera, los artistas digitales ven en un instrumento tan tradicional como el órgano un sintetizador acústico: “Un piano suena como suena, no puedes intervenir, pero en un órgano puedes decidir el registro de la nota. No es solo ejecutar la música”, ilustra Vilanova. 

Aunque ver cómo un órgano se mueve a su aire pueda parecer ya de otro mundo —hasta sobrenatural—, la expansión que está registrando no se acaba aquí. La inteligencia artificial (IA) será el próximo ingrediente de esta revolución, lo que supondrá que estos instrumentos no solo podrán tocar independientemente sino que también crearán obras según su criterio propio. “Podemos asumir este liderazgo desde Barcelona. Nos podemos posicionar como un hub de arte y tecnología”, remarca el director del Sónar, Ricard Robles. Esta idea se ha hecho fuerte en la ciudad en las últimas semanas, tanto por el inminente regreso del festival Sónar como por la celebración del simposio internacional ISEA. Diferentes iniciativas están evidenciando la potencia que tiene la capital catalana en este campo y ahora solo falta darle forma. En la exploración de la IA y los hiperórganos, Robles propone empezar a concretarlo con un laboratorio permanente ubicado en el órgano del MNAC, en desuso desde finales de los 70. “Es el único elemento de la Exposición Universal de 1929 que no se ha recuperado”, lamenta Blancafort.

La tradición en el desarrollo de hiperóganos se inició en Alemania, pero va ampliando sus fronteras, como con este concierto en Barcelona, que será el primero que se hará en España. Acostumbra a tener un foco más académico pero desde el Sónar se quiso llevar a la gran audiencia, indica Robles, también con el objetivo de ir posicionando a la capital catalana para liderar este campo. El hiperórgano del Palau Güell sonará durante todo el día en loops infinitos desde este miércoles hasta el domingo. Será gratis para los que tengan la acreditación al Sónar y los compradores de entradas al festival tendrán un precio reducido de cinco euros. Esta experiencia musical forma parte del programa SonarExtra, que propone un recorrido por diferentes puntos de Barcelona. Además del Palau Güell, se podrá ver una instalación inmersiva del artista italiano Quayola en el hotel ME by Melia o una instalación sonora del difunto músico electrónico finlandés Mika Vainio en la Fundació Antoni Tàpies.

PALAU GUELL
El hiperógrano del Palau Güell será el primer concierto de este tipo que se hará en España.

Tumbonas para escuchar mejor

Para los que se adentren en el Palau Güell sin saber que es un hiperórgano, se encontrarán con un edificio que suena en cada rincón y que el sonido va variando según el espacio en el que se está, amplificado con la cúpula con la se coronó el edificio a modo de altavoz natural. Hasta el suelo y las paredes parecen vibrar. “Se convierte en una caja de resonancia”, exponen desde Gamut inc, quienes se desplazaron hasta Barcelona para conocer el lugar que tenían que invadir de música, con el objetivo de no desentonar con Gaudí y recoger su vanguardismo. 

En el salón central, los visitantes se toparán con una pantalla que permite ver cómo las teclas del órgano —ubicadas unas plantas más arriba— se mueven sin ningún dedo que las toque, recibiendo las órdenes del ordenador que tienen justo delante. Este espacio se complementará con tumbonas para poder escucharlo todo en posición horizontal, con las orejas orientadas hacia la cúpula. Pero no vale quedarse quieto, la gracia está en ir viendo cómo el edificio se adapta a las notas y las interpreta según sus cavidades y composición. Y hay que subir a la terraza, donde también llegará la música. 

Salón central Palau Güell
Desde el salón central del Palau Güell se podrá escuchar la música en tumbonas. © Montserrat Baldomà Soto (Diputación de Barcelona)

Un órgano con mucha historia

El interior del Palau Güell está presidido por el órgano que verá expandir sus capacidades esta semana. El mecenas y empresario Eusebi Güell pidió incorporarlo en el edificio que estaba construyendo Gaudí entre los años 1886 y 1890 para que lo pudieran usar sus hijas, que habían aprendido tocar en París. Según recuerda el director del espacio, ya en su momento se tuvieron que afrontar diferentes retos técnicos, como que la consola con los teclados estaba situada en el salón principal, mientras que el cuerpo del órgano con los tubos estaba a 12 metros de altura, lo que obligó a idear un complejo sistema de mecanismos para accionarlo. También presentó como innovación el uso de la electricidad.

Los años le acabaron pasando factura. Durante la Guerra Civil, desaparecieron los tubos de metal, que probablemente fueron desmontados y destinados a la batalla, y su degradación siguió durante la posguerra. Cuando la Diputación de Barcelona, propietaria del Palau Güell desde 1945, emprendió la última restauración del edificio, vio que era mejor construir uno nuevo, dado su estado, así como para adaptarse a su nuevo uso público y los tiempos. Albert Blancafort, que también se había hecho cargo del órgano de la Sagrada Família, fue quien lo definió en 2011, subiendo a la planta superior la consola e incorporando nuevos tubos. El maestro organero también incorporó un sistema de reproducción que permite hacerlo sonar de manera automática durante las visitas, tecnología que estos días hará posible oír un hiperórgano.