A primera hora de la mañana del sábado, aparecen dos parejas en la Estación de França. Tienen pinta de haberse extraviado. No porque se hayan equivocado de parada o se les haya escapado el tren, sino porque van vestidos como si vivieran en otra época. Además, se les nota un poco sorprendidos, incluso atónitos, viendo que el resto de pasajeros ha decidido armarse con su ropa de siempre, sin las plumas y los sombreros que ellos han escogido para ese día de fin de semana.
“Llegamos a la estación a las 8 y media de la mañana y no había nadie vestido. Esperamos hasta las 9 y tampoco apareció nadie, solo nosotros cuatro”, cuenta Nati Roma, una de las viajeras del primer tren turístico organizado por Renfe y la Diputación de Barcelona con destino al Mataró y el Canet de Mar modernista. “Formamos parte de la asociación la Garriga Modernista. Nos enviaron la información de la excursión y pensamos que no seríamos los únicos. Pero acabamos siendo nosotros los protagonistas. Fue muy divertido, todo el mundo nos hacía fotos”, explica la impulsora de una bonita anécdota involuntaria. “Fueron la sensación por ahí donde pasaron”, constata la jefa de expedición Lucia Vila, una de las responsables de que no se perdiera nadie durante toda la jornada.
Con esta sorpresa inicial se puso en marcha el tren de Rodalies, customizado para la ocasión como Nati y sus amigos. Durante todo el día, llevó a un centenar de pasajeros por el Maresme para descubrir unas joyas arquitectónicas que están más cerca de lo que parece, reforzando la sensación de que se trataba casi de un viaje en el tiempo. “Mi pareja dice que venimos del 1900”, continúa Nati, “y siempre nos contestan que nos conservamos muy bien”.
La primera parada de este viaje en el tiempo fue la Nau Gaudí de Mataró, muy cerca de la estación de tren y sede de la Colección Bassat de Arte Contemporáneo. Además, según añade Vila, es de especial interés porque fue la primera obra del omnipresente arquitecto barcelonés cuando se acababa de graduar.
Durante todo el día, las cápsulas culturales se fueron combinando con degustaciones en diversos momentos. “Siempre ayuda”, remarca la jefa de expedición. En Mataró, fueron fresas en la Plaza Gran, acompañadas con un maridaje en la casa Coll i Regàs, aprovechando para visitar entre copa y copa el espacio modernista ideado por Josep Puig i Cadafalch para un empresario textil. Incluso hubo tiempo para ver la sala de plenos del Ayuntamiento, también con rasgos modernistas.
Después de una pequeña pausa para comer, la ruta se reanudó dirección a Canet de Mar, a 15 minutos de Mataró en tren. Se empezó con vitrales, tanto visitando un taller para entender su proceso de creación como degustando en el Obrador Campassol su versión dulce, símbolo de Canet en honor al arquitecto Lluís Domènech i Montaner, quien acostumbró a veranear en este municipio. Elaborados a base de masa de pasta de té con gelatina de colores, los vitrales dulces de Canet dan la oportunidad a sentir cómo debe ser darle un mordisco a un rosetón modernista, sin perder ningún diente.
La traca final vino en Can Rocosa de Domènech i Montaner, con una visita teatralizada que hizo sentir menos solos a Nati y sus tres originales acompañantes. Con actores vestidos de época, y un gran éxito del papel representado por la minyona, se descubrió el que fue el espacio de trabajo desde el que proyectó algunas de sus obras más destacadas como el Hospital de Sant Pau. Para seguir con la estela del arquitecto, se entró también a la casa Domènech, la que fue, además, su última obra.
“A la gente le gustó descubrir rincones de nuestra casa desde otra perspectiva. Te das cuenta de que tenemos tantas cosas bonitas tan cerca y no lo sabemos. Ahora veo ambas ciudades de una manera muy diferente”, sostiene Vila, quien subraya que no vio a nadie decir “uy, ¡qué feo!” en ninguna de las paradas de la ruta. “El modernismo es un baile de color que se te pone delante. Es difícil que no te guste porque es agradable de ver, aunque no lo quieras, estás ahí y te despierta los sentidos. Es casi como estar delante de un cuadro”, defiende. “No sé si se ha notado, pero a mi me gusta mucho Gaudí. Y ahora más”, ahonda. “Es una ruta interesante, especialmente, si te gustan los viajes en tren”, añade Anna, otra viajera que pasó con su padre, viniendo de Osona, “un día intenso, pero provechoso”.
Nuevas rutas
Después de un primer viaje el pasado sábado 13 de mayo, la ruta El modernisme gourmet, que también quiere rendir homenaje a los 175 años del primer tren entre Barcelona y Mataró, se repetirá el sábado 10 de junio. Aún quedan billetes disponibles, con un precio de 50 euros para adultos y de 20 para los niños de 4 a 13 años. Es gratuito para los menores de 3 años.
Renfe prevé estrenar más rutas de cara a otoño, incluidos más viajes de la ruta modernista por Mataró y Canet de Mar. “Estamos trabajando junto con la Diputación de Barcelona para ofrecer nuevos destinos. Queremos mostrar el litoral de Barcelona, no solo el de la ciudad sino también el de todas las poblaciones costeras, con interés a nivel natural y gastronómico. También están los destinos de montaña, los museos, el enoturismo… Hay muchas opciones para hacer un otoño muy intenso”, avanza el director de Desarrollo y Diseño de Nuevos Productos de Renfe, Fèlix Martín.
“Queremos mostrar el litoral de Barcelona, no solo el de la ciudad sino también el de todas las poblaciones costeras, con interés a nivel natural y gastronómico. También están los destinos de montaña, los museos, el enoturismo… Hay muchas opciones”
En otras comunidades autónomas, las rutas de los trenes turísticos plantean paseos como descubrir los molinos de Don Quijote y enfrentarse a ellos en el Campo de Criptana; una visita teatralizada a la Sigüenza medieval, entrando en uno de los castillos de Juego de tronos; recorrer los faros de la costa gallega o entrar en el Museo de Estrella Galicia, con cameo incluido de Emilia Pardo Bazán. Hay excursiones que hasta incluyen billetes de barco para redondear la experiencia.
La oferta de los trenes turísticos complementa la gran variedad de billetes combinados que ya ofrece el operador público, incluyendo el viaje en tren y la entrada a atracciones turísticas. Entre ellos, están la visita a las cavas Freixenet, al Balneario Vichy Catalan, a PortAventura o al Parque Natural del Montseny. “Queremos cambiar el rol del tren cuando llega el fin de semana para que sea un tren de fiesta, disfrute, descanso, ocio y turismo”, defiende Martín.