Exposició Juliana Morell
Exposición sobre Juliana Morell, que muestra el vestido con el que defendió su tesis a los 12 años.

Juliana Morell, la humanista reencontrada

El Reial Monestir de Pedralbes acoge hasta el 14 de abril la exposición dedicada a la humanista, siguiendo su línea de divulgación de estudios sobre la mujer y espiritualidad

Existen lugares de la ciudad en los que parece que se ha detenido el tiempo. En donde adentrarse, es entrar en un oasis, y el ruido del bullicio se amortigua para dejar paso solo al suave rumor del agua. El recinto del Reial Monestir de Pedralbes tiene ese encanto pretérito escondido tras sus muros de piedra, y desplazarse hasta allí siempre es garantía de gozo y descubrimiento.

Y es que su línea de exposiciones temporales no tiene desperdicio alguno, no sólo por la temática enfocada especialmente en mujeres silenciadas de la historia, sino por el planteamiento expositivo, que busca integrar ciertos elementos o agentes externos que conviertan nuestra visita en una experiencia, además, sensorial.

Es el caso de su actual propuesta en torno a Juliana Morell, una humanista olvidada del siglo XVI, cuyo nombre, curiosamente, es uno de las tres de mujer que aparece en los muros del paraninfo de la Universitat de Barcelona. Su comisaria, Georgina Rabassó, especialista en la tradición del pensamiento filosófico femenino entre la edad media y la primera modernidad, se preguntó quién era la mujer tras ese nombre y, fruto de sus investigaciones, nace esta muestra.

Pese a la fama que adquirió en Europa como mujer docta, las copias de los trabajos de Morell no se han hallado

Articulada cronológicamente, la exposición nos cuenta la accidentada vida de Juliana Morell en diferentes ámbitos, que nos presentan sus orígenes, su formación, sus visicitudes y el momento culmen de su vida, en que consiguió librarse del yugo de su progenitor y conseguir así su propia libertad. Y todo ello, contado con una exquisita atención al detalle, que convierte la visita en una experiencia para los sentidos.

En 1594 nace en Barcelona Juliana Morell, hija ilegítima de un comerciante de telas, de ascendencia judío conversa. A muy temprana edad, destaca ya su capacidad intelectual, y su padre no pierde oportunidad para que comience una exhaustiva formación humanística en filosofía, teología y jurisprudencia, que la llevará, también, al dominio de diversas lenguas. Una educación privilegiada para una mujer de su tiempo.

A los 7 años, se marchó a Francia siguiendo los pasos de su padre, quien huyó acusado de asesinato. Pero su formación no se detuvo, y a los 12 años defendió en su casa en Lion una tesis en lógica y moral, que le permitió doctorarse en filosofía fuera de la universidad, ya que su acceso, no estaba permitido a las mujeres. Las copias que se hicieron de sus tesis las recibieron reinas hispánicas al frente de diferentes gobiernos y el Papa Pablo V pero, a pesar de la fama que adquirió en Europa como mujer docta, las copias de sus trabajos aún no se han hallado.

Imagen de Juliana Morell trabajando en su escritorio.

Pero el verdadero punto de inflexión llegó cuando, ante el interés de su padre por casarla, ella se negó eligiendo convertirse en monja dominica, ingresando en el convento de Santa Práxedes de Aviñón. Ante la negativa de su progenitor de pagarle la dote, contó con el mecenazgo y la ayuda económica de otra mujer, Charlotte Cathérine de la Trémoille, y pudo seguir desarrollando su pensamiento y sus escritos, y cultivando la poesía y la música, además de unir en sus textos conceptos tan alejados como el racionalismo con el misticismo erótico.

Durante el recorrido expositivo, el visitante atento podrá percibir algunos detalles que activarán sus sentidos, y que se diferencian en dos grandes bloques, ese tránsito de niña a mujer. Junto a la escenificación de los figurines enfrentados con el vestuario de Juliana —el vestido de terciopelo azul que lució para presentar su tesis oral, y el hábito de monja dominica— que evidencian a través de un vestuario ritual los dos estados de su vida, se suman detalles sensoriales: desde el suave canto de los pájaros, las apetitosas granadas, la gustosa moqueta bajo sus pies, el lienzo de los plafones expositivos, o el olor a santidad que se percibe en el segundo ámbito.

El nombre de Juliana Morell, humanista olvidada del siglo XVI, es uno de les tres de mujer que aparece en los muros del paraninfo de la Universitat de Barcelona

Sin duda alguna, ningún elemento es baladí en esta muestra, y son esos sutiles detalles los que, justamente, parecen querer demostrar, a través de nuestra experiencialidad,,esa posibilidad de unir racionalismo (los exlibris de Juliana, los volúmenes de su biblioteca particular, la adquisición del conocimiento), con la mística erótica (el olor a nardos, el suave tacto de la moqueta, la activación de los sentidos).

El trabajo de investigación de la comisaria Georgina Rabassó sigue abierto, pues a pesar de que Juliana Morell está considerada como una de las mujeres más eruditas de la Europa Moderna, su legado fue invisibilizado a posteriori como el de tantas otras pensadoras.

Pájaro dibujado por Juliana Morell.

Es por ello que adquiere aún más valor el proyecto expositivo que se lleva a cabo periódicamente en el Reial Monestir de Pedralbes, en el que, a través de los estudios sobre mujer y espiritualidad, se visibiliza el pensamiento femenino, y se da testimonio de la lucha de las mujeres para acceder a una formación académica, a la vez que muestra esa búsqueda individual y colectiva de un espacio propio en el que poder pensar y sentir por una misma.

Visitable hasta mitades de abril, no puedo dejar de recomendar la visita guiada de los domingos, cuyo acompañamiento hará las delicias de todo aquel visitante que quiera descubrir uno de los nombres propios de mujer más interesantes de la edad moderna.