Grabado de la primera foto hecha en Barcelona, realizado en 1842 por Antoni Roca.
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La primera y perdida foto de Barcelona

Una exposición del Arxiu Fotogràfic reúne decenas de imágenes de la evolución de la ciudad en el siglo XIX, pero falta una foto. Les contamos la historia del primer daguerrotipo tomado en la ciudad.

El Arxiu Fotogràfic de Catalunya, en el antiguo convento de Sant Agustí, ofrece hasta el próximo 23 de octubre una magnífica exposición con las fotografías que en la segunda mitad del siglo XIX documentan la transformación que vivió Barcelona en esos años, con el derribo de las murallas que impedían su crecimiento, la expansión del Eixample y la Exposición Universal de 1888, primer gran escaparate internacional de la capital catalana. La selección de las imágenes está muy cuidada, con estampas solo conocidas por nuestros antepasados. Pero falta una foto muy importante, la primera que se realizó en la ciudad, sorteada y perdida. Esta es su historia.

El 10 de noviembre de 1839 marcó un hito. Ese día, tuvo lugar una fiesta ciudadana en la que la gran protagonista fue la primera fotografía que se tomaría en Barcelona y también en todo el estado. El escenario elegido fue la plaza Palau, un espacio monumental con edificios que aún sobreviven, como los Porxos de Xifré, La Llotja y la Duana, actual sede de la Delegación del Gobierno sometida a una interminable rehabilitación. Otros ya no existen, como el Palau Reial y el Portal de Mar de la antigua muralla, cuyo espacio ocupa hoy la Facultad de Náutica. En concreto, se decidió enfocar la cámara desde una terraza junto a la calle General Castaños y que tomara una esquina de los Porxos de Xifré y la Llotja.

Solo tres meses antes, Louis Daguerre había presentado en la Academia de Ciencias de Francia un invento revolucionario, el daguerrotipo, con el que se conseguía tomar una imagen sobre una placa de cobre en la que se fijaban pequeños nódulos de plata en función de la luz. Se dio la circunstancia que en aquel entonces estaban en París Enric Monlau, corresponsal de la Acadèmia de Ciències i Arts de Barcelona, y el grabador Ramon Alabern. Este último, asombrado por el invento, adquirió una cámara y ambos la trajeron a Barcelona. Monlau convenció a la academia para que comprara otra y se empezó a organizar el operativo para la toma de la primera fotografía.

Se anunció profusamente en los periódicos de la época y con octavillas por toda la ciudad. Hasta se vendieron boletos para un sorteo cuyo ganador se llevaría de recuerdo aquel primer daguerrotipo. La empresa no era fácil. Tomar la imagen requería 22 minutos de exposición, por lo que la logística fe complicada. Se pidió a los vecinos de los Porxos de Xifré que no se asomaran a las terrazas y que no anduviera nadie por la plaza.

El paso de un carruaje frustró el primer intento y se tuvo que repetir. A la segunda fue la vencida y la imagen se fijó sobre la placa. El número 56 resultó ser el ganador del sorteo. El agraciado se llevó el daguerrotipo como suvenir y nunca más se supo. Quién sabe si yace aún en un viejo baúl de algún desván. En cualquier caso, Antoni Roca consiguió hacer un grabado a partir de la foto en 1842, que es la imagen que circula. Pero no es la imagen original. De aquella gesta, queda una modesta placa que colocó en 1975 la Agrupació Fotogràfica de Catalunya en el lugar desde el que se hizo historia.

La cámara con la que se tomó la primera foto de Barcelona puede verse en la Acadèmia de Ciències, en la Rambla.

Pese a esta ausencia, la exposición La ciutat davant la càmera. Imaginaris urbans al s. XIX es de obligada visita para los amantes de la Barcelona vintage. Podrán contemplar otras imágenes del Pla de Palau, de la muralla de mar y del puerto, de la fortaleza de la Ciutadella, vistas desde Montjuïc y la catedral sin la fachada actual que financió el banquero Manuel Girona. También cuelgan de los paneles de la muestra fotografías de una desconocida estación de França y la construcción de los pabellones de la Exposición Universal, así como la de uno de sus símbolos, el monumento a Colón.

En definitiva, una exposición que recupera la memoria de una Barcelona que ya nadie recuerda y que tenía tantas ganas de abrirse al mundo que hasta acogió con entusiasmo aquel invento de la fotografía. Por cierta, la cámara con la que se tomó el primer daguerrotipo aún puede contemplarse en la sede de la Acadèmia de Ciències, en la Rambla, sobre el teatro Poliorama.

Imagen de la exposición que se puede visitar en el Arxiu Fotogràfic de Catalunya, en el antiguo convento de Sant Agustí. @X.C.