Peu de la Creu es una pequeña calle del Raval que comparte la problemática de este barrio histórico de Barcelona pero que, sin embargo, se erige como aldea de los galos en el corazón de Ciutat Vella. Y es que en el corto tramo entre las calles Joaquín Costa y Lluna se ha consolidado en los últimos años un pequeño ecosistema comercial, con establecimientos orientados a la producción artesanal que le confieren una singularidad especial. Se trata de una decena de locales instalados en antiguos espacios fabriles con muchas posibilidades que han conseguido mantener una especie de sello de calidad. En una época en la que lo que abunda en Ciutat Vella son fruterías y tiendas de carcasas de móviles, lo de Peu de la Creu es casi un milagro que rompe la monotonía.
Marina Rodríguez y su librería Nocturama son las últimas en apuntarse a esta aventura. Abrió en diciembre de 2022 cuando decidió emprender su propio negocio tras acumular experiencia en el sector. Su librería ha aportado mayor dinamismo a la calle, con la organización de grupos de lectura, presentaciones, debates literarios y cuentacuentos para los más pequeños. Admite que fue una apuesta “arriesgada” porque el Raval es un barrio “duro”, pero mantiene su entusiasmo intacto. No es una librería especializada, sino generalista, y Marina aporta una selección muy cuidada de buena literatura y ensayo.
Cruzando la calle, se encuentra el espectacular local de ropa que hace poco más de un año abrieron Míriam y Gaia. Llevaba años abandonado y se enamoraron de él en cuanto lo vieron. Un buen número de metros cuadrados, y la luz natural que entra a través de unas viejas claraboyas industriales dispuestas en parte del tejado les proporciona el ambiente adecuado para exponer prendas vintage que seleccionan una a una, y también las que comercializan procedentes de marcas de diseñadores independientes. El espacio es tan amplio que hasta han montado una galería en la que organizan eventos y exposiciones.
De regreso a la otra acera, Jorge Aragonés dedica su tiempo y el taller heredado de una antigua herrería a restaurar y fabricar vitrales. Lleva seis años en Peu de la Creu y antes estuvo en la calle de la Cera. Recibe muchos encargos para reparar antiguas piezas modernistas. Se ha especializado en recuperar vitrales de Lluís Domènech i Montaner y de Josep Puig i Cadafalch. Jorge valora mucho la oferta comercial que él y sus compañeros han consolidado en este trozo del Raval, pero coincide en que es una experiencia “dura”.
Al lado de Vitralls, se encuentra SIO-2 Store, una tienda dedicada a comercializar material para la fabricación de cerámica, a cargo de María Maceira. Hace más de una década que se dedican a ello. Venden el barro que producen en su fábrica de Esparreguera, Can Batllori-Ceràmica Collet, en actividad desde hace 150 años. Son los líderes en fabricación de pastas cerámicas para modelar. La tienda es todo un showroom, que sirve también todo tipo de accesorios y cuenta con un horno a disposición de los clientes para cocer sus obras.
Los comerciantes cuidan de que la calle conserve su singularidad, y mantienen contacto con los propietarios de los locales para que los alquilen a negocios coherentes con la actividad de autor
Casi enfrente, sigue el proceso de la cerámica, esta vez en otro local, el Bahler Estudio, propiedad de Manuela Gerosa. Aquí se dedican a producir piezas y también a la pintura. Llevan siete años en la calle y trabajan para galerías de Barcelona y Alemania. El local había sido una fábrica de alpargatas y más tarde un almacén de repuestos de coches. Manuela conserva una antigua estantería industrial de madera en la que todavía hay pegadas etiquetas que identifican el lugar donde se acumulaban los faros y otros elementos de automóviles. En Bahler también se dan clases de modelaje.
En la misma acera, unas puertas más hacia la calle de la Lluna, se encuentra el taller y tienda de María del Mar González. Se puede decir que es la culpable de todo, cuando en 2004 decidió abrir en Peu de la Creu su negocio de moda Novedades. Fue una apuesta muy arriesgada. Entonces, en la calle no había nada, pero María del Mar tenía claro que quería abrir en el Raval, porque, dice, es un barrio “auténtico”. Comenzó como taller, donde comercializaba sus creaciones. Ahora también vende prendas de otros diseñadores. Dos décadas después de iniciar la aventura, destaca la “buena energía” que reina en la calle.
Al lado de Novedades tiene un negocio de lámparas Imanol Ossa. Las fabrica con material reciclado. Convierte en lámpara cualquier cosa, desde una bicicleta a balones de baloncesto. Visitar su tienda es como entrar en el laboratorio de un alquimista de la luz. Imanol es uno de los comerciantes de Peu de la Creu que dirige un poco el colectivo. Cuidan de que esta especie de paraíso que han creado conserve su singularidad, por lo que mantienen contacto con los propietarios de los locales aún disponibles para que los alquilen a negocios coherentes con la actividad de autor de la calle. También posee el restaurante indonesio Makan Makan, en la esquina con Lluna.
Una serigrafía, Suburbia, desarrolla también su actividad en este tramo de Peu de la Creu. Está casi en la esquina con Joaquín Costa, pero antes ocupaba otro local en la misma calle. Cosechó tanto éxito con la calidad de su trabajo, que se vio obligado a ampliar el negocio. Por fortuna, encontró su nuevo establecimiento en la misma calle.
Vale la pena pasar por Peu de la Creu. No se lo pierdan.