¿Sueña Barcelona con coches eléctricos?

De lo que se entera una leyendo The New Barcelona Post: Hispano Suiza vuelve, vuelve a lo grande, y vuelve situando esta ciudad en la primera división mundial del coche eléctrico. El nuevo Hispano Suiza Carmen, todo un hypercar (de más de 750 caballos, concretamente este va a tener 1.000…) eléctrico, se está fabricando en Montmeló, casi todos sus componentes son de Barcelona, y todo esto va a revolucionar el mercado y la leyenda. Sólo se van a poner a la venta 19 unidades, al módico precio de millón y medio de euros cada uno. Poco me parece para un producto asombroso, de serie limitadísima, personalizable hasta el último detalle —el primer comprador, un magnate cubano de los colchones, ya ha pedido que se lo pinten entero de un color fucsia que no tengo fuerzas para describir aquí…— y que obliga a una atenta reflexión sobre qué es y qué significa realmente el lujo.

A simple vista no parece que la palabra “lujo” y la palabra “sostenible” tengan mucho que ver. Claro que a simple vista no es fácil entender cuestiones complejas. Si existe alguna Historia más paradójica y distorsionada que la de la política, esa es la de la economía. La Historia del dinero está llena de confusión y de malentendidos.

Retrocedamos un poco en el tiempo. Saltemos a 1904. Ese es por ejemplo el año en el que transcurre, concentrada en un solo día, toda la acción del Ulises de James Joyce… pero es también el año en que se fundó en Barcelona la compañía Hispano Suiza, de la mano de Damià Mateu, Francesc Seix y Marc Birkigt, un ingeniero suizo que soñaba con…¡coches eléctricos! Fue de los pioneros en diseñarlos. Pero rápidamente se tuvo que rendir a la evidencia y al mercado: todo el negocio, y lo que entonces parecía además todo el futuro, pasaba por el motor de explosión. Marc Birkigt lo aceptó, sus socios lo aceptaron. Hispano Suiza inició su vuelo de cigüeña triunfal que hacía las delicias de reyes y magnates…y que acabaría asaltando los cielos, pero de verdad. Dotando a la aviación francesa de la mecánica necesaria para ganar una guerra mundial.

Los Hispano Suiza eran, más aún que coches de lujo, coches de ensueño que a lo mejor, sin la peculiar ausencia española en las dos grandes guerras, no habrían nacido ni crecido aquí, pero que por lo mismo, por nacer y crecer aquí, tuvieron una muerte prematura y en cierto modo súbita. Alfonso XIII primero, la República Segunda, y Franco en tercer lugar, fueron como plomo en las alas de aquella maravillosa industria. Alfonso XIII porque aquellos coches le gustaban hasta el delirio, y trató de meter mano a capricho y hasta de decidir dónde se tenían que fabricar, la República porque se pasó de frenada colectivizadora, Franco porque en la Españita autárquica simplemente no cabía una aventura así y claro, de una manera o de otra había que cargársela…

Mucho ha tenido que pasar y mucho ha tenido que llover para que la familia Suqué-Mateu vuelva por sus fueros y al ataque, lanzándose a la conquista del Everest de los coches de marca y de leyenda, con un modelo totalmente eléctrico que habrá hecho retorcerse de felicidad al ingeniero Marc Birkigt en su tumba. Hay quien no vive para ver sus sueños sobre ruedas, pero esos sueños siguen rodando y rodando muchos años después, llenando de luz las carreteras y el mundo…

Ahora está por ver, ahora me pregunto yo, si las autoridades competentes de turno, desde la señora alcaldesa de Barcelona hasta el señor presidente del Gobierno de España, pasando por la variada y dolorida gama de gente que más o menos dice que nos gobierna, estarán más atinados que en su día Alfonso XIII, la Segunda República y los prebostes franquistas. Si sabrán entender que Carmen, esta lujosa diablura de Hispano Suiza, no es de derechas ni de izquierdas, sino un producto de absoluta vanguardia y de primera necesidad.

De entrada, porque la sostenibilidad no es llenarlo todo de carril bici y ya está. Es apostar de verdad y en serio por la transición a una automoción y una economía libres de emisiones, o en camino de serlo. Y eso no se consigue tirando los coches de gasolina por los barrancos, ni obligando a la gente a ir a trabajar en patinete. Seguramente el mejor empujón que se le puede dar al coche eléctrico es desde arriba, desde la estratosfera de los anhelos. Hacer soñar a los ricos entre los ricos en coches eléctricos es uno de los mejores favores que le podemos hacer a esta maravillosa ciudad y a este gran planeta, con todos nosotros dentro.

Pero es que hay más. La crisis del Covid-19 se ha cebado dolorosamente en nuestras vulnerabilidades y nos obliga a despertar de muchos letargos. De lo que hay que hacer con nuestra Sanidad pública (y privada…) mejor ya hablamos otro día. Hoy baste con apuntar que la economía necesita un profundo meneo, una reconsideración total. La angustiosa pérdida de algunas plataformas clave de la industria automovilística debería abrirnos los ojos. Si al volante del Hispano Suiza Carmen nos ponemos en cabeza de la revolución, los delirios de grandeza de un rey destronado, las fantasías de un ingeniero suizo y la laboriosidad inquebrantable de una saga industrial catalana de toda la vida nos habrán hecho el mejor de los regalos. Tener futuro.