Oriol Amat es sobre todo un servidor público. Catedrático de economía financiera y contabilidad y rector de la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Fue decano del Colegio de Economistas de Catalunya, la Barcelona School of Management, presidente de Accid y el primer consejero catalán de la CNMV. También fue diputado del Parlament entre 2015 y 2017.
Nacido en Barcelona en 1957, ha vivido siempre entre Gràcia y l’Eixample. Tiene cinco hijos y la suya es una familia de economistas. De joven jugó al hockey en el Barça y fue boy scout. No tenía televisión en casa. Convirtió su timidez en virtud para ser profesor. La política siempre le ha interesado, aunque nunca ha militado. Es independiente. Le gusta el liderazgo benedictino y el humanismo, sacudir organizaciones y ver siempre la botella medio llena. Y si alguien tiene una opción mejor que el optimismo, que lo diga.
— Se dedicó al mundo de la economía y la universidad.
— Es lo que siempre había visto en casa. Mi padre es economista, había trabajado en una entidad de crédito, era profesor de la UAB y decano del Colegio de Economistas. Este fin de semana ha cumplido 97 años. No tenía demasiado claro qué carrera elegir, pero mi hermano mayor también hizo economía.
— La pasión por la economía le viene de familia.
— Empecé con muchas dudas y en segundo de carrera tuve una crisis existencial. Quería cambiar ADE por psicología, mi padre me recomendó que hiciese ambas carreras a la vez y con sólo un año de psicología ya vi que no era mi camino. En quinto de carrera, un profesor comentó que necesitaba un estudiante para realizar unas prácticas. Yo era muy tímido y me ponía muy rojo, pero casi por casualidad di una primera clase y me di cuenta de que la docencia y el mundo de la enseñanza superior era lo que realmente me apasionaba.
— De pequeño no tenía televisión en casa.
— Ahora tenemos televisión en casa, pero no la vemos. Sólo durante las campanadas de Nochevieja y las noches electorales cuando todavía no se saben los resultados. Me gusta ver el ejercicio de oratoria y comunicación que realizan los diferentes representantes de los partidos para explicar el momento electoral.
— ¿Cómo se informa?
— Tengo un hábito informativo peculiar. Estoy suscrito a tres diarios —uno digital y dos en papel— y recibo los dosieres del Colegio de Economistas y la UPF. Al contrario de lo que piensa mucha gente, soy poco activo en redes. Destino cinco minutos por la mañana y otros cinco minutos durante la noche. También sigo a líderes de opinión del mundo económico y político.
— Es rector de la Universitat Pompeu Fabra desde el 21 de mayo de 2021.
— Me considero un servidor público, sobre todo desde hace 15 o 20 años. Durante los primeros años de una vida académica tienes que investigar, publicar y preparar clases. No tienes tiempo para pensar en cómo mejorar el país. En mi caso, cuando empecé a hacer de profesor en la UAB había noches que no dormía preparándome las clases. Llega un momento en tu vida profesional en el que te planteas qué puedes aportar y cómo puedes ayudar a dejar este mundo un poco mejor de cómo te lo encontraste. Nunca me propuse ser rector.
“Me considero un servidor público, sobre todo desde hace 15 o 20 años. Llega un momento en tu vida profesional en el que te planteas qué puedes aportar y cómo puedes ayudar a dejar este mundo un poco mejor de cómo te lo encontraste”
— ¿Nunca?
— Me plantearon la opción de presentarme. Hablé con 300 personas de la comunidad de la universidad para realizar un programa de 136 puntos, la candidatura tuvo mucho consenso y no se presentó nadie más.
— ¿Por qué da ahora un paso al lado?
— Por la suma de tres factores. Cogí la covid el mismo día de abril que murió mi madre y no pude ir a su entierro. Tuve covid persistente con efectos secundarios en la respiración y también agotamiento muy fuerte, insomnio o pérdidas de memoria. Estaba hecho polvo.
— Y ahora, ¿cómo está?
— No he cogido ningún día de baja por covid. Hacer de rector significa coger aviones y viajar por Europa y Estados Unidos. Entre junio y julio todo era muy complicado y en la UPF teníamos diferentes temas a punto de materializarse como, por ejemplo, la fecha de la primera piedra del Mercat del Peix con el acuerdo de dos ministerios, la Generalitat, la UB y el CSIC. También hemos trabajado mucho para liderar la Alianza Europea de Universidades. Estuve a punto de tirar la toalla por la covid persistente pero después de seis meses ya estoy perfectamente.
— Así pues, ¿cuál es el segundo factor?
— Haré de rector hasta finales de febrero y la mayoría de los 136 puntos del programa están hechos o se están materializando. La universidad tiene sentido si el conocimiento que genera lo transfiere a la sociedad. Más ejemplos de metas conseguidas: incrementar la transferencia de conocimiento. Cuando empecé había 7 cátedras institucionales o de empresa en la universidad, ahora hay 15 y 12 más están en una fase muy avanzada de acuerdo. Pronto tendremos unas 20 cátedras. Me propuse modificar el calendario de la universidad para terminar el curso antes de San Juan que era una demanda de los estudiantes desde hacía décadas. Ya está hecho.
“La universidad tiene sentido si el conocimiento que genera lo transfiere a la sociedad”
— ¿Y los puntos del programa que no están hechos?
— No se pueden conseguir porque o necesitan más de dos años o en la universidad no hay suficientes consensos para tirarlos adelante. Otra demanda histórica de los estudiantes son horarios más compatibles con su vida. Pusimos equipos de respuesta para trabajarlo y salió una propuesta y un código de buenas prácticas para que los decanos puedan mejorar los horarios. Sin embargo, ésta es una competencia de los decanos que son elegidos democráticamente por la comunidad universitaria de la facultad. Donde hemos llegado es dónde puedo llegar y no puedo hacer más. De mi programa casi todo está hecho y lo que no está hecho, no puedo hacerlo.
— ¿Y el tercer factor?
— Me gusta sacudir las organizaciones. Fui decano comisionado de la Barcelona School of Management y en tres años hice una transformación muy importante que ya es un caso de estudio en algunas escuelas de negocio. Quiero volver a sacudir alguna organización.
— ¿Qué sacudirá después del rectorado?
— No me voy de la universidad. Soy un servidor público y llevo 30 años en la UPF. Quiero seguir ayudando a la universidad y estaré encantado de dar más clases, dar más docencia y hacer más investigación a la vez que ayudo a sacudir o transformar alguna parte importante de la universidad. El día siguiente haré lo que la universidad y su equipo de gobierno crean que debo hacer y lo haré con mucho gusto.
— Fue diputado en el Parlament entre 2015 y 2017.
— La política siempre me ha interesado, aunque nunca he militado. Soy independiente. Cuando el presidente Artur Mas me propuso ir en las listas de Junts pel Sí como independiente, mi idea era otra y le dije que no. Acababa de volver de cuatro años como consejero de la CNMV —era la primera vez que había un catalán en la ejecutiva— y quería volver al mundo económico y financiero de la universidad. Recuerdo que estaba en Islandia y mi padre me pidió que ayudara. Dije que sí. Era un momento muy especial y era una lista que aglutinaba muchas concepciones del país.
— ¿Qué recuerdo guarda de la política?
— Aprendí cómo se hacía una ley y fui ponente de la ley de estadística. Lo pasé muy bien hasta las últimas semanas en las que todo cambió. Los meses de septiembre y octubre fueron muy duros, todo se complicó y sufrí mucho. Soy una persona de pacto y de buscar puntos de encuentro, de intentar entender al otro. Cuando hubo el 155 y se disolvió el Parlament, volví a la universidad. Diferentes fuerzas políticas me propusieron seguir, pero dije que no. No entiendo demasiado la política actual.
— ¿Por qué?
— Cuando era diputado tenía muy claro de dónde veníamos, qué hacíamos y hacia dónde íbamos. Ya no miro demasiado la sección de política catalana y española del diario. Si alguien ve claro dónde estamos, que lo cuente. Yo no entiendo el momento actual.
“No entiendo demasiado la política actual. Necesitamos más humanismo y empatía. Hay que pensar primero en el país y después en el partido. Hay que pensar en las nuevas generaciones en lugar de en las próximas elecciones”
— ¿Qué nos hace falta?
— Cada uno es él y sus circunstancias. Por eso es muy importante que los profesores tengan de vez en cuando una responsabilidad o un cargo para entender la complejidad de cada momento. En los países nórdicos es tradición que las personas destinen unos años de su etapa madura a realizar un servicio público en el ayuntamiento o el parlamento. Es muy fácil criticar y hacer hoy en día de político es complicado y tiene muy pocos incentivos. Un político debe estar dispuesto a que le critiquen por las redes sociales. Antes no era tan habitual el linchamiento público. Necesitamos más humanismo y empatía. Veo la botella medio llena y la parte buena de las personas y las situaciones.
— Sin salud no hay economía y el objetivo de la economía es el bienestar. ¿Cómo ve la economía, la salud y el bienestar de Barcelona?
— Barcelona es una gran ciudad y te das cuenta cuando vas por el mundo. Antes de los Juegos Olímpicos todo el mundo me preguntaba dónde estaba Barcelona y ahora es una de las ciudades con mayor prestigio. Un problema que tenemos en nuestro país es la convalidación de títulos y trámites burocráticos con la administración pública. Barcelona es una gran ciudad y su localización es inmejorable. Tenemos una gran capacidad de atracción y debemos ordenar mejor el turismo para hacerlo de calidad y valor añadido y aprovechar así todas las vías de generación de riqueza. No podemos permitirnos el paro que tenemos, debemos reducirlo y necesitamos actividad económica. Tanto Barcelona como Catalunya ponen excesivas trabas a emprendedores y empresas. Recuerdo a un directivo que me explicaba que un supermercado tardó ocho años en conseguir una licencia. Ordenar significa ordenar, no ser ineficiente. Las cosas deben hacerse con consenso y que cuando haya cambios de gobierno, no se tire todo para atrás. ¡Consenso!
“En Barcelona y Catalunya tenemos una gran capacidad de atracción, debemos ordenar mejor el turismo y hay excesivas trabas burocráticas para emprendedores y empresas”
— La política constructiva.
— Esto lo echo de menos en los grupos políticos. Hay que pensar primero en el país y después en el partido. Hay que pensar en las nuevas generaciones en lugar de en las próximas elecciones. Quizá sea un sueño utópico… Estaba pensando en las bases del sistema educativo finlandés que no se han hecho pensando en los partidos, sino en las próximas generaciones. Durante 30 o 40 años no se han tenido que cambiar las leyes.
— ¿Y la transferencia de conocimiento?
— Hace 30 años estábamos bastante mal en investigación en Catalunya. Andreu Mas-Colell lideró una política muy acertada e hizo que Catalunya esté hoy dentro del mapa mundial de investigación. Los catalanes somos el 1 por 1000 de la humanidad, pero producimos el 1 por 100 de la ciencia. Es decir, producimos hasta 10 veces más que la media de la humanidad. En Catalunya estamos en la liga de los países donde se hace más investigación científica y de impacto como en Estados Unidos, Israel o los países nórdicos. En Catalunya hacemos muy bien la investigación que sirve para generar un conocimiento que debe tener un impacto y que hace que la ciencia avance. Ahora bien, lo que no conseguimos es que ese conocimiento llegue a la sociedad. Esto es la transferencia de conocimiento.
— ¿Cómo lo solucionamos?
— Transferencia en la universidad significa hacer cátedras con la Fundació Miró, el Ayuntamiento de Barcelona o la Asociación Catalana de Municipios, entre otros. Una cátedra significa hacer un acuerdo con una institución que te da unos recursos y con estos recursos generas un conocimiento que revierte a la sociedad y que permite que la sociedad sea mejor. La conexión con el conocimiento también hace mejores a las empresas.
— ¿Nuevos tiempos de crisis, nuevos liderazgos de bienestar?
— En el mundo actual nos falta humanismo e intentar entender al otro. Si hablamos de la vida política, quiere decir que un líder de un partido sea capaz de reconocer que la propuesta de otro partido está bien. Cuando todo lo que hace el otro es negativo, entonces queda deslegitimado por sí solo. A los ciudadanos nos toman como si fuéramos personas sin capacidad de ver lo bueno y lo malo. En el Parlament me decían a veces que debía criticar más, pero yo criticaré lo que creo que está mal hecho pero no lo que creo que está bien hecho. Necesitamos mayor capacidad de llegar a acuerdos y construir. Es lo que quiere la población.
— ¿Y en el mundo de la empresa?
— Depende mucho de los liderazgos y esto va por barrios. En la comunidad de la UPF hay unas 25.000 personas y yo aplico la distancia cero con todo el mundo. No estoy casi nunca en el despacho del rectorado y estoy siempre en los Campus para hablar con gente y saber qué les preocupa. La comunidad es excepcional y está formada por gente empática que entiende hasta dónde puedes y hasta dónde no. La distancia cero es una forma de practicar el humanismo y te permite identificar lo que puedes mejorar y actuar de forma inmediata.
“En el mundo actual nos falta humanismo e intentar entender al otro. La distancia cero es una forma de practicar el humanismo”
— El anterior entrevistado de Persona a persona, Xavier Marcet, le lanza las siguientes preguntas:
— ¿Cómo activamos una pulsión optimista en las empresas incluso en tiempos de dificultades?
— Más allá de los problemas de salud, no hay mejor estrategia que ser optimista. Optimismo es pensar que incluso en los peores momentos, la situación no es tan mala. Mi abuelo tenía una expresión que decía así: “Que Dios no nos envíe todo lo que podamos aguantar”. Cuando estábamos en pleno confinamiento, hice un libro llamado La botella medio llena. Incluso entonces existían oportunidades con las inversiones financieras. Siempre recuerdo una frase del Nobel Daniel Kahneman que dice así: “Los optimistas nos equivocamos más, pero nos va mejor”. Ser optimista no significa ser un soñador, sino ver la situación en la que te encuentras y cuál es la mejor manera de salir adelante. A quiénes pensamos que el mundo puede mejorar nos dirán que somos demasiado optimistas. Pero si alguien tiene una mejor opción, que lo diga.
“No hay mejor estrategia que ser optimista. Optimismo no es ser un soñador, es pensar que incluso en los peores momentos, la situación no es tan mala”
— ¿El futuro del management es el management humanista?
— Por lo general, hay buenas personas y todo el mundo hace lo que puede. Si alguien te perjudica, debes intentar hacerle entender lo que ha pasado y darle la oportunidad de corregirlo. En los últimos años he leído mucho sobre el liderazgo benedictino. La regla de San Benito: cuando uno hace un error, debes darle al menos tres oportunidades.
— 1,2,3…
— Cuando un profesor tiene malas encuestas, hablo con él y normalmente hace el cambio a la segunda o a la tercera. El humanismo es ponerte en la piel del otro. Intento tratar a todo el mundo cómo me gustaría que trataran a las personas que quiero.
SIETE DE VIDA
- Referente: Mi padre
- Libro: Gog de Giovanni Pepini
- Película: 2001: A Space Odyssey de Stanley Kubrick
- Canción: Boig per tu de Sau
- Rincón preferido: Las vistas al Noguera Pallaresa con las montañas de la Geganta desde Bresca (Baix Pallars)
- Lema de vida: “La vida no es cómo te la dan, sino cómo te la tomas”, que dice mosén Tronxo
- Sueño:Que las personas que amo y todo el mundo en general pueda vivir de una manera digna y plena