Más de 8.400 personas empleadas, 2.100 socios trabajadores y un millón de socios consumidores. Son las cifras que suman las 15 compañías que forman parte del grupo multisectorial Clade, que lo convierten en el principal grupo empresarial de la economía social en Catalunya. El grupo y sus empresas, cooperativas en su mayoría, hacen patente que “el modelo de la economía social puede hacer negocio en competencia con el mercantil”, como defienden su presidente, Tomàs Llompart, y su directora general, Maria Teixidor.
El grupo, que acumula dos décadas de trayectoria, ha cogido un nuevo impulso y ha incorporado a relevantes compañías durante los últimos meses. La última en hacerse pública ha sido la de Caixa d’Enginyers, que se suma a tres nuevos miembros que se sumaron a Clade en octubre: la cooperativa de cosméticos Àuria; la de energías renovables Som Energia, y la de movilidad compartida y sostenible Som Mobilitat.
Estas incorporaciones han llegado después de la de Fedefarma en 2023, con la que Clade triplicó la facturación agregada de las compañías del grupo. Y es que las empresas del grupo facturaron en 2023 un total de 1.450 millones de euros, mientras que en 2022 sumaron 396 millones, con un salto al que Fedefarma contribuyó con 991 millones. A esta aportación se sumaron los buenos resultados de las empresas del grupo: “Varias de ellas crecieron más de un 15% en volumen de negocio”, remarca Llompart, poniendo en valor que las cifras evidencian que “el crecimiento no está en contra de la filosofía de la economía social”.
De hecho, el grupo se propone precisamente seguir creciendo. Con una meta: atraer a compañías de todos los sectores estratégicos de la economía, adentrándose especialmente en aquellos en los que por ahora no tiene representación. “Nuestra voluntad es conseguir que la ciudadanía pueda abastecerse de cualquier servicio con empresas de Clade”, remarca Llompart.
Y el grupo trabaja para atraer a estas compañías desde la voluntad de “aunar esfuerzos para poder defender que es posible con empresas de la economía social dar respuesta al mercado con productos y servicios de primer nivel, en competencia de las empresas mercantiles”. Y, además, hacerlo priorizando la cobertura de las necesidades de las personas por encima del lucro y del capital, y con organizaciones más democráticas y participativas.
Para impulsar este modelo y fortalecer a las compañías que lo encarnan, Clade fomenta la intercooperación y las sinergias entre sus miembros para afrontar retos y oportunidades comunes, y ejercer de lobby en cuestiones regulatorias en las que a menudo no se tienen en cuenta las particularidades de las empresas de la economía social, como la singularidad del funcionamiento participativo de las cooperativas. “El objetivo es estar presentes en los lugares de decisión para que se nos tenga en cuenta en la legislación”, resume Llompart, que asumió la presidencia del grupo hace dos años.
El grupo demuestra que “se puede hacer negocio a la vez que se impacta en el territorio y en el ámbito social”
Clade articula además una visión estratégica de la economía social. Ahora centra el proceso de reflexión sobre esta visión en las próximas dos décadas, coincidiendo con los 20 años de actividad que el grupo alcanzará en diciembre. “Somos un paraguas que busca dar servicios y visiones conjuntas para lograr hacer crecer el negocio entre todos”, subraya Teixidor, directora general del grupo desde hace un año y medio.
“El grupo es una herramienta para las empresas”, ha destacado Llompart. De hecho, lo es para las empresas, y para el modelo de la economía social en global, ya que Clade “demuestra que este modelo puede hacer negocio a la vez que impacta en el territorio y en el ámbito social”. Tanto es así que “la economía social tiene múltiples impactos”, asegura Teixidor.
Y de la economía social se desprenden numerosos aprendizajes que pueden aplicarse a la economía puramente mercantil y que ahora representan una “ventaja competitiva”: las estructuras participativas y más democráticas de las compañías permiten sacar el máximo partido al talento de la organización, además de maximizar el sentimiento de pertenencia. “En una cooperativa, todo el mundo es copartícipe de la gestión”, destaca Teixidor, y es que, al ser socio, cada miembro “conoce cómo funciona la empresa y a sus clientes”, añade Llompart. Ya no es que los empleados socios sientan como suya la empresa, sino que en parte es suya.
El grupo quiere fortalecer esta visión a base de seguir creciendo y sumando a más compañías. Para incorporarlas, Clade no fija requisitos de facturación o de miembros: “No ponemos un tamaño mínimo, sino que la clave es que se tenga la voluntad de ser referente en el sector de actividad”, destaca Llompart. “Nos enfocamos a proyectos que tengan los mimbres para crecer apuntando a un sector crítico con soluciones innovadoras”, remarca Teixidor.
“Perseguimos una ampliación del alcance de la economía social ambiciosa que quiere competir en el mercado”, ha zanjado Teixidor. Y es que existe “mucha innovación, disrupción y trabajo empresarial puntero en el sector”, como ocurre con las 15 compañías actuales del grupo, que incluyen también a Suara Cooperativa, Fundació Blanquerna, Abacus Cooperativa, la Orquestra Simfònica del Vallès, Cooperativa Plana de Vic, Corma, Escola Sant Gervasi, Comunitat Minera Olesana, Grup Pere Claver y Previsora General. Con esta visión, Clade continuará trabajará para seguir creciendo y para reivindicar un modelo de economía social que prioriza su impacto por encima del capital.