Laura Soucek Peptomyc
Laura Soucek, cofundadora y consejera delegada de Peptomyc.

Laura Soucek: toda una vida dedicada a derrotar el factor común del cáncer

Su 'spin-off', Peptomyc, está inmersa en el segundo ensayo clínico, centrada en el tumor de páncreas. Los avances médicos se acompañan de la búsqueda de una farmacéutica con la que aliarse y de captar 20 millones de euros para acercarse cada vez más a la comercialización de su innovador fármaco.

Cuando estudiaba Biología en la universidad Sapienza de Roma, Laura Soucek (Velletri, 1973) se topó con el oncogen Myc, implicado en múltiples procesos esenciales para el desarrollo y la progresión del cáncer. “Me pareció extraordinario inmediatamente porque parecía tener un papel en todos los tipos de cáncer. Esa era la época en que se empezaba a decir que cada cáncer era diferente. Pero Myc parecía ser un factor común en todos ellos, por lo que a mí me resultó una oportunidad única porque todo el mundo se estaba centrando en dianas diferentes y aquí había una para todos”, recuerda.

Han pasado casi 30 años de ese primer encuentro y Laura Soucek ha dedicado toda su carrera profesional a contrarrestar a Myc. Desde 2014, su investigación se tradujo en la creación de la spin-off Peptomyc, impulsada con el apoyo del Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO) y la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA). Con más de 40 millones de euros captados desde entonces, principalmente fondos privados, la compañía está enfrascada ahora en su segundo ensayo clínico, acercándose cada vez más al lanzamiento de su fármaco al mercado.

A pesar de que Myc siempre se había considerado como intocable, se sabía que tenía una pareja, una proteína llamada Max, a la que necesitaba para funcionar. Soucek se propuso buscarle una pareja alternativa que lo engañase y lo desactivase. Antes de titularse en Biología, ya estaba estudiando a este oncogen y, cuando hacía el doctorado, llegó la primera publicación, en 1998. A la pareja falsa que ideó la llamó Omomyc y le permitió, por primera vez, inhibir a Myc y hacer que las células del cáncer muriesen. “Me acuerdo de llamar a mi madre desde una cabina telefónica y decirle, “¡mamá, ha funcionado, ha funcionado!”. Fue un momento para mí inolvidable”, señala la doctora. Ante estos primeros resultados prometedores, aparecieron las primeras resistencias de la comunidad científica, quienes consideraron su hallazgo menor y le advirtieron de que seguro que tendría efectos secundarios y afectaría a las células no enfermas.

A pesar de que el oncogen Myc siempre se había considerado como intocable, Laura Soucek se propuso buscarle una pareja que lo engañase y lo desactivase

Soucek abandonó su Italia natal y se fue a Estados Unidos, a la Universidad de California (UCSF), donde empezó a hacer los primeros ensayos preclínicos con ratones. “Desarrollaban tumores pulmonares que desaparecían cuando se activaba Omomyc. Fue un descubrimiento extraordinario porque demostraba su impacto terapéutico y porque no se produjeron efectos secundarios”, indica. Los resultados se publicaron en Nature en 2008, “cambiando el paradigma en todo el mundo sobre la posibilidad de atacar a Myc y empezaron a trabajar otros laboratorios en desarrollar su propio inhibidor”.

Por el camino, se encontró con el oncólogo Josep Baselga. La convenció para que se instalara en Barcelona y trabajase en el VHIO, donde podría hacer investigación traslacional con pacientes. Soucek llegó en 2011 a la capital catalana y empezó a utilizar a Omomyc en tumores humanos, concretamente, en cerebrales, y también funcionaba: “Decidimos que había que hacer algo, que había que llevarlo a la clínica”. A pesar que seguían las reseñas médicas que desconfiaban de sus resultados y no creían que Omomyc pudiera ser un fármaco, la doctora se centró en encontrar una manera de desarrollarlo para que se pudiera utilizar como medicamento. Cuando resultó que Omomyc podía penetrar en las células, factor clave para poder funcionar como fármaco, su objetivo pareció, de repente, que estaba más cerca.

Y así fue. Laura Soucek, acompañada por su estudiante postdoctoral Marie-Eve Beaulieu, patentó Omomyc como fármaco en 2013 y un año más tarde la idea que había tenido de joven mientras estudiaba se transformó en la spin-off Peptomyc. Puesta en marcha con ahorros de ambas cofundadoras y fondos del VHIO y el ICREA, se pusieron a buscar fondos públicos para empezar a analizar si la compañía biotech era viable y rentable. La Comisión Europea, Acció, el Ministerio de Economía y el CDTI fueron sus primeros inversores públicos, mientras que la primera ronda se cerró en 2016 por un millón de euros, liderada por el venture capital Healthequity SCR. Un año más tarde, vino la segunda ronda, por 4,2 millones de euros y esta vez liderada por Alta Life Science. En 2020, la tercera, por 11,4 millones de euros y con el fondo italiano Aurora Science a la cabeza.

Peptomyc fue creada en 2014 y ha captado más de 40 millones de euros desde entonces, principalmente fondos privados

A medida que entraban los recursos, iba creciendo el equipo y se iba allanando el camino para el primer hito de la empresa: “Para nosotros, el momento más emocionante fue llegar al ensayo clínico en 2021, por fin, después de tantos años”. Con el foco puesto en los tumores sólidos —localizados en órganos y no en la sangre—, empezó en abril de ese año con 22 pacientes que habían probado todas las terapias estándar, con la enfermedad muy avanzada, ya con metastasi. Esta primera prueba con humanos tenía como objetivo demostrar la seguridad del fármaco. Al final del estudio, ocho participantes se beneficiaron del fármaco, administrado por vía intravenosa, que consiguió estabilizar su cáncer y detener su avance. Entre ellos, destaca Soucek, había uno con cáncer de páncreas, de los más complicados y con pocas terapias actuales eficientes, quien tuvo una reducción de la carga tumoral a la mitad del tamaño inicial. Omomyc se convertía así en el primer tratamiento que inhibe a MYC que terminaba con éxito la primera fase de un ensayo clínico.

Desde noviembre pasado, Peptomyc está inmerso en su segundo ensayo clínico, esta vez, combinando a Omomyc con quimioterapia para probar su eficacia en el cáncer de páncreas, lo que permite tratar a pacientes en una fase menos avanzada de la enfermedad comparado con el primer ensayo. Se está realizando en los hospitales Vall d’Hebron, el Institut Català d’Oncologia (ICO), el Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid y el Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza.

Equipo Peptomyc
Laura Soucek con el equipo de Peptomyc.

Captar 20 millones de euros y encontrar una farmacéutica

Coincidiendo con su segundo ensayo clínico, Peptomyc ha recibido una beca del European Innovation Council (EIC) de 2,5 millones de euros. Se acompaña por un mínimo de 2,5 millones de euros más de equity, lo que implica que tiene que buscar fondos privados que complementen el desembolso del EIC. Para la empresa, lo ideal sería obtener un total de 20 millones de euros —una mitad aportada por el EIC y la otra por inversores privados—. “Estos recursos nos permiten financiar completamente el estudio centrado en el cáncer de páncreas y también nos permite invertir en optimizar el coste y la producción industrial del fármaco, y en una nueva generación de medicamentos que queremos desarrollar para otros tipos de cáncer”, señala Soucek.

En este punto, la compañía, con una plantilla de 16 empleados, también está buscando aliarse con una farmacéutica para poder hacer llegar su tratamiento a más pacientes. La previsión de Peptomyc es poder llegar al mercado y empezar a comercializar su fármaco de cara a 2028. “Nos encontramos en la famosa valle de la muerte: estamos justo al borde del éxito o del fracaso”, expone su consejera delegada, quien siempre está pensando en encontrar fondos de donde haga falta, “fundraising, fundraising, fundraising“, se repite, “nunca paramos”, eso sí, sin perder la ilusión de curar el cáncer que cobija desde que tenía poco más de 20 años.