Jesús Carrasco (Olivenza, 1972) pone en valor un elemento tan cotidiano que puede que hasta uno se olvide de su importancia. Después de la historia familiar Llévame a casa (2021), el escritor pacense reivindica en su última novela las manos, con quien tiene “una experiencia feliz, recreativa y emancipadora” y a quien podría dedicarle una docena de libros. “Si algo no me aburre o no me cansa es trabajar con las manos. Las manos y el trabajo manual siempre han estado presentes en mi familia”, sostiene Carrasco, recordando cómo su padre le dio un martillo para que aprendiese a usarlo cuando era un niño o cómo se ganaba un suelo extra encuadernando libros para mantener a la familia.
De momento, Elogio de las manos le ha servido para ganar el Premio Biblioteca Breve, dotado con 30.000 euros y entregado este lunes en el Museu Marítim de Barcelona por la editorial Seix Barral. Carrasco se ha impuesto por unanimidad entre casi 800 manuscritos, con un peso importante de los procedentes del continente americano. “Es una novela curativa y luminosa”, defiende el jurado, formado por el librero Rafael Arias, el poeta Pere Gimferrer, la filóloga Lola Pons, la escritora y última ganadora del galardón literario, Rosario Villajos, y la directora editorial de Seix Barral, Elena Ramírez. “Una gran obra y no solo un buen libro”, subraya Ramírez, quien se ha encargado de explicar una anécdota que define a Carrasco: cuando le llamaron para comunicar que había ganado, precisamente, estaba pintando la pared del baño, “sigue trabajando con las manos”.
Carrasco, autor también de Intemperie (2013), traducida a 28 idiomas, y La tierra que pisamos (2016), no solo pone las manos en el lugar que le corresponden, sino que también articula una defensa de lo que realmente importa, “lo que está a mano”, prescindiendo de grandes palabras o impactantes tramas, como ya hizo en novelas previas, sostiene la directora editorial de Seix Barral. “Es la historia de una familia que habita una casa que va a ser derruida”, resume Carrasco, un punto de partida doméstico que le podría pasar a cualquiera a partir del cual defiende lo pequeño, en unos tiempos en la que “todo está fragmentado y va a una velocidad extraordinaria, y lo importante parece que está en otro lugar”.
El escritor cree que es “en ese espacio cercano donde suceden las cosas decisivas”, a pesar de que muchas veces sea denostado, por lo que él no se complica y lo encaja todo en una casa de un pequeño pueblo del sur, donde los miembros de una familia se hacen suya la vivienda, la sienten y la trabajan con sus manos, a pesar de saber que tiene otro propietario y un día será derribada para construir apartamentos turísticos. Una trama que, además, se sitúa en la España Vaciada, donde la mayoría de las casas del pueblo están deshabitadas por la falta de oportunidades y servicios. Tampoco se olvida del humor, llegando a comparar a uno de sus personajes con el Quijote.
“La casa caerá igual que la vida termina”, remarca el autor, quien ha reconocido que se trata de su novela más personal, pero con una intimidad codificada para que solo la puedan entender sus seres queridos. Aunque empezó con una intención ensayística, Carrasco se acabó sintiendo más cómodo moviéndose en su espacio natural, la ficción, y cambiando algún nombre, con referentes como Mi familia y otros animales de Gerald Durrell, Hamnet de Maggie O’Farrell o Las pequeñas virtudes de Natalia Ginzburg. “Esta es la novela de la vida de Jesús, una novela esencial y escrita desde el corazón, donde se cuenta su forma de entender la escritura y la vida”, indica Ramírez. Y, lo más importante, recalca la editora, es una historia que “llega al lector y sienta bien” y entran ganas de regalarla. Elogio de las manos se publicará el próximo 6 de marzo.