Anna Rosa Cisquella y Joan Lluís Bozzo, directores de la compañía Dagoll Dagom junto con Miquel Periel. © Àngel Bravo
ENTREVISTA A ANNA ROSA CISQUELLA Y JOAN LLUÍS BOZZO

Dagoll Dagom: “Debe haber más esfuerzo público que conecte el turismo con producciones autóctonas”

Dagoll Dagom ha reestrenado 'Mar i Cel' en el Teatre Victòria con llenos absolutos y gran recepción del público. Hablamos con dos de los tres miembros de Dagoll Dagom, Anna Rosa Cisquella y Joan Lluís Bozzo, sobre las claves del éxito del musical y sobre lo que podría funcionar mejor en el panorama teatral barcelonés. Una obra universal pero de éxito local, que nos sirve para reflexionar sobre lengua, sobre inmigración, sobre el país y sobre cultura y 'marketing'. Pero también un poco sobre política y sobre si el mar y el cielo, de verdad, pueden entenderse alguna vez y “besarse cuando se acerca el infinito”.

— El otro día, viendo la primera escena de Mar i Cel, con los inquisidores decretando la expulsión de los moriscos, sentí como buena parte del público que estábamos presenciando una escena actual. Por tanto, la pregunta es: ¿qué estarían haciendo hoy Saïd y Blanca? ¿Cómo estarían viviendo el momento?

— Joan Lluís Bozzo: Es que estamos allí mismo. No desde Mar i Cel, desde las cruzadas. Son dos mundos que se enfrentan y se desean la muerte.

— Anna Rosa Cisquella: Y ahora mismo Trump lo está demostrando. Pero bueno, Saïd… Nosotros hicimos Maremar, donde adaptamos el Pericles de Shakespeare a la temática de la gente que migraba en pateras, y allí conocí a un chico sirio que sería el equivalente. Yo creo que Saïd, en concreto, no es un gamberro, y Guimerà lo dibuja de una manera que diría que, si hoy llegara a Barcelona, ​​trataría de integrarse. Porque tiene sensibilidad y, aunque tenga una situación dura, no es un bestia. Y Blanca… ya sería más difícil.

— Claro, Blanca somos nosotros.

— A.R.C.: Blanca es una chica pija que se enamora de un foráneo, y de ahí vienen las dificultades.

— J.L.B.: Es que Guimerà sólo hace que trasladar el tema de Romeo y Julieta, ¿eh? Dos clanes enemistados a muerte, pero en el caso de la Verona de Shakespeare es una enemistad más absurda, entre familias, que lleva a dos personas a la muerte. En cambio, Guimerà lo pone en medio del conflicto morisco-cristiano (moros y cristianos, hablando en plata) que lleva allí desde Don Pelayo y la Reconquista.

— A.R.C.: Bru de Sala, cuando empezamos Mar i Cel, decía que la próxima guerra mundial sería esta.

— Pero el mensaje de la obra es que el amor triunfa, ¿no?

— J.L.B.: Hombre… triunfar… se mata a los dos. ¡El amor les lleva a la muerte! Termina mal, aunque los niños que vienen a vernos, cuando Blanca se clava el puñal, aplauden. Porque ven una venganza de Blanca contra su padre. Hace lo que tenía que hacer.

— A.R.C.: En el primer Mar i Cel, en el 88, recibimos una carta de una chica que decía que tenía un novio palestino y que su familia no lo aceptaba, pero que gracias a la obra había conseguido que sus padres lo entendieran. Y estas cosas, a veces, ocurren. Amores mixtos.

— J.L.B.: Muchos no, ¿eh? Debo decir que mi chaval va a un instituto de Granollers donde el 80% son magrebíes y ahí está la barrera. Está ahí. Y por cierto, no hay forma de que hablen catalán. Son amigos, ¿eh? Hacen un grupo. Lo asimilan. Pero lo asimilan en castellano, y esto debe decirse.

— A.R.C.: Ahora bien, ahí el hándicap es la religión.

— J.L.B.: Nosotros somos un poco ignorantes, también: consideramos a los magrebís como árabes, cuando ellos se consideran muy lejos de los árabes. Ellos son bereberes, y fueron dominados por la cultura árabe. Y pueden incluso ser empáticos con Catalunya por esa razón. En cambio, los latinoamericanos, que fueron dominados y explotados por los españoles, vienen aquí con la madre patria y de ahí no los quitas.

“Me cuesta mucho aceptar que mi lengua y mi cultura sufra por cosas que no puede controlar”

— ¿Al final la solución es la mezcla?

— A.R.C.: Nuestras raíces son mezcladas, mi padre tenía un físico que podía parecer marroquí perfectamente.

— J.L.B.: Basta con ver los apellidos: Moreno, Mauri, Murillo (morillo)…

— Bueno, pero también tenemos a algunos Matamoros.

— J.L.B.: También, también.

— A.R.C.: En el pueblo de mi padre, por la Segarra (que era frontera antigua con tierras moriscas), hay leyendas de la mujer del castillo teniendo relaciones con el “moro”. Ya estaba esto, entonces. Todo es muy gracioso.

— J.L.B.: Bueno… gracioso, pero puede acabar muy mal.

— Es como un péndulo, ¿no?

— J.L.B.: La derecha especula, pero ellos tampoco ayudan mucho (la imagen de los integristas, sobre todo…).

— A.R.C.: Incluso el ataque a los judíos de Israel.

— J.L.B.: Lo que hace falta es ordenar un poco.

— A.R.C.: Pero los inquisidores también “ordenaban” ¿eh? Quiero decir, puede ser algo incontrolable. Estamos condenados a ser un pueblo mestizo.

— J.L.B.: Pero el catalán se irá a hacer puñetas, ¿eh? Con esta presión demográfica y sin Estado propio… Nos estamos yendo, y a mí esto me cuesta mucho de aceptar. Que mi lengua y mi cultura sufra por cosas que no puede controlar.

— A.R.C.: Pero este, tu país, es justamente el que reclama que venga gente de fuera, ¿eh? Necesitamos gente.

— J.L.B.: Cierto, pero deberíamos poder gestionar que tuvieran que aprender catalán. Si Alemania mismo sufre por su identidad…

— Pero nosotros somos los primeros que decidimos hacer los musicales en castellano, por ser más cosmopolitas o por razones de mercado.

— A.R.C.: Nosotros siempre hemos defendido que en catalán se puede. Y se puede de verdad, con éxito. Ahora bien, hay que elegir bien el musical que haces.

— J.L.B.: Todo esto ha creado mucha polémica, ya partir de ahí se logró que la Generalitat diera ayudas. Pero es cierto, es necesario elegir bien los títulos y las obras si queremos buenos resultados en catalán.

“El turista se pierde la escena teatral barcelonesa”

— Pero vosotros también os habéis dado batacazos…

— A.R.C.: Por supuesto. Scaramouche, por ejemplo, no fue tan bien como pensábamos. Empatamos.

— J.L.B.: Donde perdimos mucho dinero fue con Flor de nit. Fue un musical que ahora está muy valorado, pero en el que perdimos mucho, porque teníamos otra expectativa y gastamos mucho. Diría que perdimos todo lo que habíamos ganado con Mar i Cel.

— A.R.C.: Es que cuesta mucho hacer éxitos, ¿eh? Aquí y en todas partes. En el mundo todo está lleno de reposiciones, justamente por eso.

— El Rey León de Madrid no se va ni con agua caliente.

— A.R.C.: El marketing vale mucho dinero. Y, por tanto, si tienes un producto posicionado, ya tienes mucho ganado. Te ahorras mucho, sin tener que hacer la campaña de un nuevo producto. Además, aquí no tenemos las superstars internacionales.

— J.L.B.: Aquí la gente no se siente tan obligada a ver un musical, como se sienten en Nueva York. Nuestro público no puede comparar. Y, además, allí los turistas acuden igualmente aunque no sepan inglés. Los turistas americanos, aquí, en cambio, dicen “no voy a ver Mar i Cel porque no lo entiendo”.

— A.R.C.: Bien, hace poco vi el caso de una chica rumana que había venido sin entenderlo. Quiere decir que ha traspasado la frontera de la gente catalana.

— J.L.B.: Pero cuesta mucho hacer esto con la fuerza de un Estado en contra. Por ejemplo, el público de congresos es gente normalmente culta y con poder adquisitivo, y que tiene algunos días libres en una ciudad desconocida. En Londres y Nueva York, esa gente acude a los musicales. Nosotros deberíamos poder pescar aquí, y no lo hacemos. No vienen.

— A.R.C.: El Ayuntamiento de Barcelona no hace ningún esfuerzo para que el turismo cultural se integre en la oferta de la ciudad.

— J.L.B.: Todo acaba en Gaudí.

— A.R.C.: Que en la web de la ciudad salga teatro, ¿no? ¡No sale nada! ¡Sale flamenco!

— -No está mal.

— A.R.C.: O hacer espectáculos de cara al verano, asequibles, dirigidos a los turistas (danza, visual…), pero para ello es necesaria una continuidad.

— Pero hay Barcelona Obertura, entre el Liceu, el Palau y l’Auditori.

— A.R.C.: Con música es más fácil.

— J.L.B.: Por la lengua. En La Traviata está lleno de extranjeros.

— A.R.C.: Hay formas de hacer las cosas, si se quiere. Por ejemplo, promocionar “no te pierdas Mar i Cel, el musical de la ciudad”, puesto en inglés, no costaría nada. O bien cada año, que el Ayuntamiento creara una página donde cada temporada hubiera dos espectáculos dirigidos a los turistas, aunque fueran temporales… ¡Hay cosas! Y nadie lo está haciendo, el turista se pierde la escena teatral barcelonesa.

“La Cubana abrió muchas puertas a las compañías teatrales del país”

— Yo cuando supe que lo hacíais en el Victoria pensé que pretendíais llevarlo a Broadway a través del Mago Pop.

— J.L.B.: Ya lo intentamos, lo de ir a Broadway. Yo estuve en un despacho mítico de Broadway, hablando de ello. Pero el proteccionismo cultural americano es muy fuerte, y tienen sindicatos muy sólidos. Les dijimos que teníamos un barco, un vestuario, etcétera, y nos dijeron que no: que el barco tenían que montarlo ellos con trabajadores de allí. Y el vestuario debía coserse allí. Y la orquesta, igual. Aparte del trato preferente que tienen con los ingleses. “Nosotros no compramos: nosotros vendemos”, ¡decían!

— A.R.C.: Tampoco encuentras teatro en Madrid, para hacer un musical, porque hay compañías de Madrid que los tienen copados. Los mayores. En 2014 fui a muchas ferias, hicimos el “come and see” para que vinieran, pero no había forma.

— En el mundo literario y editorial ocurre un poco lo mismo, debo decir.

— J.L.B.: Por supuesto. Sus autores los verás en todos los duty frees de todos los aeropuertos del mundo. ¿Pero, y la Rodoreda? Difícil.

— A.R.C.: Y tienen una industria inmensa, con unas herramientas de marketing increíbles.

— En 2010 hicisteis la serie La Sagrada Família. Yo soy vecino del barrio. Os hago la misma pregunta que con Mar i Cel: ¿dónde están estos personajes ahora? ¿Dónde estarían?

— J.L.B.: Gentrificados. El piso, alquilado y realquilado. Y quizás ganando un dineral, por las vistas. Pero ellos viven afuera.

— A.R.C.: Era una familia de clase media. Sí, supongo que con problemas. Pero más que vender o alquilar, deberían ponerse unos límites y tener ayudas. Porque la vivienda es un derecho. O alquilarlo, de acuerdo, pero a un precio razonable.

— J.L.B.: Pero si alquilan o venden a otro precio, no es necesario criminalizarlos. Todo el mundo lo pasa mal y hace lo que puede por estar mejor, sólo faltaría.

— -¿Y Oh, Espanya y Oh, Europa? ¿Dónde estaríamos ahora?

— A.R.C.: Nosotros éramos muy optimistas, con la idea de Europa. Quizás demasiado.

— J.L.B.: Todo sea dicho, los ingleses creen cada vez más que se equivocaron yéndose. La idea de Oh, Europa nos vino de un programa antológico de La Cubana que se llamaba Aquest cap d’any, TV3 no fa res. Fue tan bien que nos propusieron hacer lo mismo al año siguiente, que era el año en el que se hacía la unión monetaria, creo que en el 91. Y como eran 12 países, cada país era una campanada. Y gustó tanto que derivó en una serie.

— A.R.C.: Es que La Cubana abrió muchas puertas a las compañías teatrales del país a TV3. Entonces había pocas productoras, y de repente alguien creyó que las compañías también podíamos hacer televisión. Jet Lag, Plats Bruts, Les Teresines... Ahora el panorama ha cambiado mucho, ahora son productoras. En teatro igual, se está pasando de compañías a productoras.

Mar i Cel ha pasado a ser una suerte de Barça, como una institución”

— ¿Y Oh, Espanya? ¿Después del procés?

— A.R.C.: Pasaría lo mismo, pero habría más discusiones en el autocar.

— J.L.B.: Y en los sitios no seríamos del todo bien recibidos. Entonces apostábamos por España, pero yo dejé de apostar ya un poco antes del Estatut. Fuimos a hacer Mikado en el 2006 a Valladolid, que incluía alguna broma sobre la COPE, y hubo un gran silbido en el estreno. Y nos hicieron sacarlo del espectáculo.

— A.R.C.: Sin embargo, hoy en día los autocares organizados que hay seguro que tienen discusiones y acaban diciendo “Bueno: de este tema, mejor que no hablemos”.

— J.L.B.: Queríamos hacer un canto a la fraternidad entre los pueblos de España.

— A.R.C.: Es que la fraternidad está ahí, en mucha gente. Pero no se puede sacar este tema. Yo es que todavía creo en el federalismo.

— J.L.B.: Independencia, mujer.

— Bueno, el caso es que ahora no tenemos ni lo uno ni lo otro.

— J.L.B.: De hecho el director de TVE, Ramon Colom, nos dijo que era una idea imposible. ¿Una de catalanes viajando por España, en TVE? No era factible. Luego, Joan Bas lo logró para TV3, pero él venía de un PSC que entonces era más PSC que PSOE.

— A.R.C.: Algo fundamental para Mar i Cel, de hecho, fue la ayuda de TV3.

— J.L.B.: Y de Pujol, todo sea dicho. Su consigna de ayudar, a pesar de las reticencias del Departament de Cultura. Que, por cierto, ha venido a ver el espectáculo.

— La prueba del acierto es que ahora estáis repostándola, a pulmón y sin ayudas, con un gran éxito. ¿Tengo que creerme que ahora ya os iréis?

— A.R.C.: Sí.

— J.L.B.: Sí. ¿No nos ves, cómo estamos? Miquel y yo estamos retirados ya, fue ella quien tuvo la idea de la reposición.

— A.R.C.: Teníamos un convenio trienal con la Generalitat y decidí que había que continuar, después de la pandemia, y prorrogar.

— Es un final fantástico. Y, encima habéis tocado el tema. Y la música de Guinovart no es que aguante bien, es que parece nueva.

— J.L.B.: Mar i Cel ha pasado a ser una suerte de Barça. Como una institución. Pero esto no puedes preverlo.

— A.R.C.: Esto ocurre con las óperas. Mira La Traviata.

— J.L.B.: La Traviata es una obra que se hace cada noche del mundo en algún lugar del mundo. ¡Y empezó como un fracaso!

— Un reto para Mar i Cel. Cada noche en un sitio del mundo.

— A.R.C.: De momento, ya será mucho si conseguimos que vengan a vernos los de fuera. Cada noche estamos aquí, nosotros.