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El reto demográfico de Cataluña

Cataluña, que lleva los últimos años planteando el debate de su identidad, deberá observar en la baja natalidad un nuevo frente que implicará tomar medidas para no convertir sus aspiraciones en un esfuerzo vano y poco realista. Toda Europa se debate sobre cómo debe afrontar el problema demográfico mientras es incapaz de afrontar de forma eficiente el problema de la inmigración y los refugiados

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n tercio de los nacimientos en Cataluña son de madre extranjera y, éstas, tienen más hijos que las mujeres autóctonas, aun teniendo rentas más bajas. El Banco Central Europeo avisa que el gasto asociado al envejecimiento supondrá un problema que, de no corregirse, comprometerá la sostenibilidad de las finanzas públicas. España, según datos del Instituto Nacional de estadística, tuvo saldo vegetativo negativo en 2017, al registrar 31.245 defunciones más que nacimientos. La tasa de natalidad se situó en 8,4 nacimientos por cada mil habitantes, cuatro décimas menos que los registrados en 2016.

El economista y politólogo Manuel Blanco ha dedicado gran parte de sus trabajos al problema demográfico en España y ha alertado sobre el abandono de los pueblos en Galicia, avisando que, si bien la cuenta atrás para ponerle freno ha empezado, España parece no prever el impacto que tendrá  no poder mantener las pensiones. Se podría expresar la situación de otro modo: para poder sostener el sistema de pensiones actual, los pensionistas sólo deberían vivir hasta los 76 años. El problema pone en evidencia lo equivocada que está agenda de prioridades de los gobiernos. Este asunto implica replantear la política de inmigración, facilitar a las mujeres tener hijos sin que peligre su lugar de trabajo o su promoción laboral, supone plantear un nuevo enfoque en la gestión de la utilización progresiva de la robótica en el mundo de las empresas y la necesidad de observar una nueva forma de gestión del territorio para que no se vacíe y se concentre solo en las zonas urbanas. El declive de la fecundidad arrastra a las sociedades a ser más conservadoras, menos dinámicas y menos abiertas a los cambios. Antonio Garrigues Walker advertía en un artículo publicado en El País: “un país envejecido pierde garra, curiosidad intelectual, sentido del riesgo, ambición”. Rejuvenecer el país implica invertir en guarderías, impulsar incentivos para aumentar la natalidad y romper con la idea que solo una sociedad egoísta puede sobrevivir en un mundo globalizado.

Cataluña, que lleva los últimos años planteando el debate de su identidad, deberá observar en el reto demográfico un nuevo frente que implicará tomar medidas para no convertir sus aspiraciones en un esfuerzo vano y poco realista. Toda Europa se debate sobre cómo debe afrontar el problema demográfico mientras es incapaz de afrontar de forma eficiente el problema de la inmigración y los refugiados. El Fondo Monetario internacional ve necesaria la entrada de 5,5 millones de extranjeros en España hasta 2050. Dicha proyección afecta a la Unión Europea y a todas las sociedades y, consecuentemente, a nuestra forma de vida. Sin un plan riguroso, ambicioso, realizable y con un amplio consenso político a favor de promover la natalidad y defender cuestiones como las pensiones, la identidad y la sostenibilidad de las instituciones se estará poniendo en peligro los fundamentos del estado. Es un reto que repercute en las generaciones futuras y es responsabilidad del estado afrontarlo cuanto antes.

Imagen destacada: Inmigrantes se manifiestan por los derechos de inmigración en Barcelona. Foto de Matthi / Alamy Live News