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ste joven de ojos saltones y separados, que mira a cámara como un adolescente ilusionado, conduce un Alfa Romeo, vehículo de la empresa de la que es empleado y para la que va a competir como piloto en el Giro de Sicilia. Este italiano nacido en Módena, hijo de un metalista, nieto de un carnicero, sonríe cogido al volante y parece aliviado, esperanzado, intuyendo quizá que a partir de ahora su vida va a cambiar, que lo peor ha pasado. Es el año 1920 y el chico de mirada panorámica ha sobrevivido a una guerra. Ha perdido al padre, al hermano, ha contraído una enfermedad que casi acaba con su vida, se ha quedado varias veces sin trabajo y está solo. Tiene 22 años y su ánimo esperanzado no le lleva a error. Está en el lugar y el momento adecuados y lo va a aprovechar.
A Enzo Ferrari el éxito profesional no se le resistió. Trabajó en todo lo que hizo falta. Tester dell’automobile, mecánico, piloto, comercial, headhunter de los mejores ingenieros de la competencia, ejerció incluso de periodista. Tardó poco en crear una rentable red de distribuidores en diferentes zonas del país. Montó una escudería a su nombre. Pero para alcanzar su objetivo primigenio, cumplir el sueño que le obsesionaba desde niño, el joven de los ojos saltones tuvo que esperar. Mucho. Tres décadas. Soportar otra guerra y acercarse al medio siglo de vida para poder conseguir lo que realmente deseaba: ganar carreras con su propio coche.
Aparecía un coche de élite y se hacía realidad el sueño del niño que con diez años había visto competir a Vincenzo Lancia en la Coppa Florio. El primer rugido del primer Ferrari iniciaba una de las aventuras automovilísticas más apasionantes de la era industrial.
El Design Museum de Londres celebra los setenta años de la creación del primer Ferrari. El llamado 125 S (cuya réplica exacta abre la exposición) fue ideado en 1945 con una Italia en ruinas y vio la luz dos años más tarde. Cuando el clima de austeridad propiciaba la aparición de scooters o utilitarios sencillos, la obsesión de este hombre, entonces ya maduro, respetado y temido, apodado il Commendatore, il Cavalliere o il Capo, se materializaba. Aparecía un coche de élite y se hacía realidad el sueño del niño que con diez años había visto competir a Vincenzo Lancia en la Coppa Florio. El primer rugido del primer Ferrari iniciaba una de las aventuras automovilísticas más apasionantes de la era industrial.
«UNDER THE SKIN»
Bajo este título, la exposición pretende demostrar que el ADN de un Ferrari no reside en su apariencia, en la piel, en el rojo violento. Los preciosos y detallados dibujos a mano, las maquetas en arcilla o madera, las claras explicaciones del proceso de diseño así lo demuestran. Il Commendatore lo dejó muy claro: «De mi coche jamás dirán: “Qué pena, no ha ganado, con lo bonito que es”. Nadie recuerda quién llega en segundo lugar».
Enzo Ferrari no solo se rodeó de los mejores ingenieros de la época, sino también de aquellos que estaban dotados de un sentido italiano innato de la estética, así como de dibujantes formados en escuelas de arte clásico. Y el lema fue uno: de la misma forma que un escultor debe conocer el esqueleto humano para esculpir un cuerpo, el diseño de un Ferrari debe nacer de la perfecta relación entre todos sus componentes (el motor, la caja de cambios, los ejes, el chasis). La búsqueda del peso ideal y la pureza mecánica debía asentar, ya desde el primer layout, las bases fundamentales de la geometría del coche.
Peter Sellers, Alain Delon, Steve McQueen, Roberto Rossellini, Ingrid Bergman o Roger Vadim son algunos de los personajes que sucumbieron a ese deseo y contribuyeron a elevar el nombre de un automóvil convirtiéndolo en algo más grande, intangible, una identidad en el imaginario colectivo.
PATRICIA URQUIOLA Y PENTAGRAM
El brillante binomio entre la responsable del montaje, la prestigiosa arquitecta asturiana, y el ya legendario estudio de comunicación y diseño gráfico solo podía generar una muestra de grandísimo nivel: precisa, comprensible, visualmente muy atractiva. El recorrido se organiza a través de seis grandes temas (Enzo. La forma. El motor. Las carreras. I clienti. Ferrari hoy), y las maquetas, los prototipos, los chasis y los catorce modelos de Ferrari expuestos van apareciendo a cada paso y en el lugar idóneo, bajo una atmósfera casi intimista que a ratos los convierte en esculturas, en piezas de diseño, la mayoría de las veces en auténticos objetos de deseo.
Peter Sellers, Alain Delon, Steve McQueen, Roberto Rossellini, Ingrid Bergman o Roger Vadim son algunos de los personajes que sucumbieron a ese deseo y contribuyeron a elevar el nombre de un automóvil convirtiéndolo en algo más grande, intangible, una identidad en el imaginario colectivo. Famosos que reservaron sus modelos, hicieron un pedido, un albarán, firmaron una factura y convirtieron unos vulgares documentos en testimonios preciosos que, guardados hasta ahora en manos de coleccionistas privados o en el Museo Ferrari de Maranello, se enseñan al público por primera vez.
LA LEYENDA
Enzo fue un enigma para todos aquellos que lo trataron. Distante, algo arrogante. Sorpresivamente accesible en ocasiones. Dotado para lidiar con la prensa. Hubo un día en que se puso unas gafas de sol y ya no se las volvió a quitar. Con ellas atendía (o no) a sus clientes americanos (Clint Eastwood, Sammy Davis Junior, Paul Newman), la mayoría de los cuales creían que era un aristócrata. La leyenda seguía su curso.
Enzo no cogió nunca un avión, apenas salió de Italia, le irritaba la mera idea de tomarse vacaciones. Los accidentes mortales que desgraciadamente sufrió su escudería lo atormentaron siempre; perdió amigos, pilotos y fue criticado y enjuiciado varias veces por ello (aunque siempre absuelto). Los últimos treinta años de su vida dejó de asistir a las carreras donde competían sus coches. Aquella mirada ingenua de adolescente desapareció muy pronto. Pero su sueño se había cumplido con creces.
Fotos destacadas:
- Enzo Ferrari at the Targa Florio in 1920. – The car is an Alfa Romeo 40-60 HP Racing Type
- 125 S is positioned at the entrance of the Ferrari factory, 1947
- Enzo Ferrari with the 125 S in the courtyard of Fabbrica. At the wheel is Ferdinando Nando Righetti
- Meeting on the 20th Anniversary of the 250 GTO. In the picture deployment of GTOs in the estate of Pierre Bardinon
- Ferrari 275 GTB 4 by Scaglietti with Steve McQueen, 1967 _Image Courtesy of RM Auctions
- Crafting of clay design model of Ferrari J50
- Visit to Ferrari – Mick Jagger, leader of the Rolling Stones, on the delivery of his GTO
- Kimi Raikkonen at Russian Grand Prix at Sochi
- Enzo Ferrari at the entrance of the Ferrari Factory, 1957