Carlota Guerrero: “Las mujeres son diosas”

Fotógrafa, realizadora y directora artística, sus imágenes son una celebración absoluta de la mujer y una reinterpretación desacomplejada de la belleza clásica.

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a creado un universo y un lenguaje propio tan misterioso como atractivo, protagonizado básicamente por la mujer, su cuerpo y su conexión con la naturaleza. Su relectura del arte clásico le lleva a terrenos inquietantes donde consigue una belleza radical y despojada de prejuicios que se ha convertido en objeto de deseo para las marcas más sofisticadas.

Dice Carlota que desde muy pequeña era una niña muy visual, pero que le daba miedo expresarse a nivel artístico. Y que no fue hasta que su amiga Olga de la Iglesia, también fotógrafa, le regaló una cámara analógica que descubrió, al sobreexponer las fotos casi sin querer, todo un universo de texturas y colores.

La fotografía analógica le apasionó por diversos motivos. El resultado final era un objeto físico y palpable, había también una fascinación por “la belleza del error” y, por supuesto, por la causalidad, todo lo que podía ocurrir en el transcurso de captar una imagen.

El tema principal de sus primeras fotos fueron algunos autorretratos y, sobre todo, sus amigas en la naturaleza. “Era una época en que íbamos con mis amigas a Cadaqués y a Baleares y acostumbrábamos a estar desnudas en las rocas. Era una pequeña revolución. Una gran sensación de libertad. Una época en la que empezábamos a madurar y a relacionarnos con nuestro cuerpo y con la visión que teníamos de nosotras mismas”.

Al empezar a compartir sus imágenes también empezó a recibir respuestas y feedback. Intuyó que aquello tenía peso. “Era importante el hecho de que, como mujer, estuviese retratando a otras mujeres y que la imagen que dábamos fuese tan solidaria. Era un espacio seguro en el que nos sentíamos libres”.

“Al estar en un cuerpo de mujer, mi primer interés siempre ha sido ese. Además, mi padre murió cuando tenía 15 años y me criaron mi madre y mi hermana. Y, desde adolescente, siempre he tenido un grupo de amigas muy sólido que también son como mi familia. Me fascina su belleza y solidaridad. Para mí las mujeres son diosas e intento expresarlo de las máximas maneras posibles”.

Se define como una persona muy ansiosa que siempre ha tenido una obsesión por lo balanceado y lo equilibrado, para compensar. “Era una niña muy traumatizada y con muchos problemas y el arte siempre ha sido muy terapéutico para mi. Siento que tengo muchos demonios dentro e intento proyectar todo lo contrario en mis imágenes”.

Un buen día le llamó Solange, la hermana de Beyoncé. Había visto sus fotos en Instagram y quería contar con ella para la dirección artística y la imagen de su segundo disco, A Seat at the Table, que tiene una potente carga social y racial. Aquello cambió la vida y la carrera de Carlota y la situó, de un día para otro, en el mercado internacional, con representante en Londres y ofertas de trabajo para las marcas más cotizadas de todo el mundo. Y exactamente ahí es donde se mueve actualmente esta artista tan tímida y sensible como determinada y enérgica. Trabaja con la productora O, fundada por Luis Cerveró, y en la que se encuentran algunos de los talentos emergentes más innovadores de la fotografía, la realización y la dirección artística.

 

Carlota ha irrumpido como un gran soplo de aire fresco en un mundo, el de la publicidad, saturado de clichés e imágenes viciadas desde tiempos remotos. “Es relevante que yo, como mujer, fotografíe a otras mujeres y que las modelos, al acabar la sesión, me digan lo cómodas que se han sentido. Y lo distinto que es que las fotografíe un hombre a que las fotografíe una mujer. Al final nosotras actuamos como espejos. ¡Yo sé lo que quiere una mujer! No tenía sentido que durante tantos años los únicos que decidiesen cómo se presentaba en el imaginario colectivo la imagen de la mujer fuesen los hombres. Es absurdo”.