La Universidad Internacional Menéndez Pelayo ha reunido a varios responsables de tres grandes proyectos estratégicos metropolitanos, por iniciativa de Oriol Nel·lo. Las jornadas han tenido lugar en la sala Mirador del CCCB, que tiene unos ventanales justo detrás de los ponentes, desde donde se ven las azoteas desordenadas de Ciutat Vella. Esto ayuda siempre a recordar que Barcelona no es Nueva York; convivimos con un desorden urbano que tiene un encanto muy especial, realmente es una ciudad vieja.
De todos los proyectos de futuro comentados, el más consolidado es el del Parque de Alba en Cerdanyola. Es una operación urbana de gran ambición, porque regenera un ámbito degradado por antiguas actividades industriales y suelos degradados por la actividad urbana. Es un sector con una amplia superficie de titularidad pública, justificada por la designación del sector como Centro Direccional por el Plan General Metropolitano de 1976: hace más de 40 años que se dibujó, y se está ejecutando ahora. Siempre digo que la construcción de las grandes avenidas del Parque del Alba aparecerá en las fotos en blanco y negro de nuestros tataranietos. La comunidad de la Universidad Autónoma que viva en los pisos asequibles del Parque del Alba o los científicos del Sincrotrón serán, en pocos años, vecinos de Cerdanyola con un nivel de servicios y equipamientos científicos excepcionales.
La alcaldesa de Sant Adrià y Carme Ribas hicieron una defensa sólida de la oportunidad (y la deuda histórica) que supone el ámbito de las Tres Chimeneas. Los límites de las ciudades acumulan siempre los usos poco amables, y las herencias de las infraestructuras y las malas conexiones con Badalona y las calles del Poblenou desincentivan el uso normal de la playa. Mentalmente, las Tres Chimeneas están mucho más lejos de Barcelona y de Sant Adrià de lo que muestran los planos. Suerte del icono que representan la nave de turbinas y las chimeneas, elementos completamente fuera de escala. Es su brutalidad monumental lo que permitirá, si algún día las administraciones finalmente urbanizan el sector, atraer a paseantes que se fijen en el hito visual que son los tres tubos icónicos. Los monumentos han sido históricamente el recurso de los urbanistas para proyectar visuales y conducir a la gente de un sitio a otro. Aquí, no es necesario invertir en nada demasiado icónico, porque las tres chimeneas ya existen en la imagen de la ciudad que todos tenemos del Besòs, y se ven desde las Rondas. El proyecto para un nuevo barrio especializado en tecnología y sector audiovisual es ambicioso y se han tramitado todos los oportunos planes urbanísticos; ahora sólo es necesario urbanizar y reparcelar, para que los nuevos residentes y un nuevo polo de actividad innovadora aporte los puestos de trabajo esperados.
Por último, fue el turno del nuevo campus del Hospital Clínic. El Clínic será el gran monumento del siglo XXI por dos motivos. En primer lugar, como homenaje a la comunidad sanitaria: médicos y enfermeras, que lo dieron todo en la pandemia. En segundo lugar, por la audacia de trasladarlo a una periferia más afluente que la del Besós (quizás no tanto la parte de L’Hospitalet, pero sí la de Esplugues), creando un nuevo vacío en el centro del Eixample. El Eix Salut Diagonal tiene la ambición de desarrollar el triángulo virtuoso de la asistencia, la investigación y la docencia. Serán casi 300.000 metros cuadrados de techo que habrá que ordenar en torno a la Avenida Diagonal. La titularidad del suelo del futuro Clínic es de la Universidad de Barcelona, y esto no puede obviarse. Se comentó varias veces, a lo largo de las jornadas, que la gran carencia que tienen los patrimonios universitarios catalanes es que no han sabido construir un parque de vivienda temporal para estudiantes y profesores, siendo incapaces de atraer el talento que no se puede permitir estudiar y pagar un piso de 1.000 euros. Pero la ubicación escogida es adecuada, porque es grande, es una pieza de equipamientos de un solo propietario público, y tiene el compromiso de todas las formaciones políticas para invertir el dinero necesario.
Después de las jornadas, que me cargaron las pilas, sólo queda desear que el CCCB se anime a divulgar estas reflexiones, y otras que surgirán de tanta gente implicada, en una exposición para que la ciudadanía lo conozca.