En literatura, hay una pregunta que todo autor debe hacer a sus personajes: ¿por qué hacéis lo que hacéis? La respuesta no siempre es evidente; a menudo, nosotros mismos actuamos sin tener muy claro los motivos que nos llevan a perseverar o abandonar para siempre un proyecto. En este mundo inundado de scroll infinito e información constante, sorprende aún más que restaurantes como El Racó d’en Binu sigan abriendo todos los días. Y es que ésta es la historia de una perseverancia sin precedentes.
Repasemos rápidamente su historia: abierto en 1970, El Racó d’en Binu fue el primer restaurante catalán en conseguir dos estrellas Michelin fuera de Barcelona y el primero en abandonar la guía roja por voluntad propia. Retiradas las insignias, también perdieron a la mayoría de los clientes; no por la falta de categoría sino, más bien, por las malas intenciones de un familiar shakespeariano.
De repente, todo el mundo creyó que este local que toma el nombre del abuelo Albino estaba cerrado. Pero nuestra pareja protagonista, Francesc Fortí y Francina Suriñach, siguieron levantándose cada madrugada para cocinar y poner una mesa fantasmagórica. ¿Cómo sobrevivieron al olvido? Gracias a chefs que les compraban turrones, hojaldres y unos suflés de naranja que ya son un símbolo culinario contemporáneo.
Curiosamente, las redes sociales a cargo de la prima de Francesc fueron el punto de inflexión: el mundo digital los descubrió y los amó, fascinados por unas recetas que ya no se pueden encontrar en ningún otro lugar. Su 50 aniversario, el 17 de febrero de 2020, vaticinaba todo un éxito de comensales y reconocimiento. Pero, dos semanas más tarde, empezaba la pandemia.
Un documental enigmático
Su historia ha sido documentada por Guillem Cabra y Marc Clapés, que han codirigido Binu, historia de dos estrellas, con la que grabaron más de 100 horas del día a día de este local crepuscular. Ganador del premio Biznaga de Plata en el Festival de Málaga, y actualmente disponible en Filmin, el largometraje quiere dar voz a una pareja que ha estado constantemente silenciada.
Clapés y Cabra, además, decidieron distanciarse del lenguaje clásico y secuencial y potenciar ciertas disonancias entre texto e imagen, evitando la correlación directa (en televisión esto tiene un nombre bien gastronómico: “de patata a patata” significa que se muestran imágenes de patatas mientras se habla sobre estos tubérculos, evidencia llevada al máximo). La música inquietante, a veces kubrickiana, acompaña a esta pareja que nunca sale del restaurante.
Este cuestionamiento a la hora de montar se alinea con el propio cuestionamiento de El Racó d’en Binu, que pone en entredicho la cocina actual defendiendo recetas como la langosta a la cardinal, el filete Wellington o la lubina en la papillota, además de propias como la sopa del Maresme, el solomillo Francesc o los míticos erizos de mar que a tantos políticos han enamorado.
Sin embargo, la receta más enigmática es este suflé que imita el sombrero de un cocinero y cuya receta secreta se ha intentado comprar varias veces. “A mí ya no me pueden comprar, ya no estoy a la venta”, exclama Francesc desde el comedor ideado por el arquitecto Antoni de Moragas, bajo unas ilustraciones originales de los libros de Ignasi Domènech y menús de seda natural. “Si pudiera, le prendería fuego a todo”.
Pero, un momento: si su motivación final no es el reconocimiento, el dinero o la perpetuación de un negocio o de un estilo, ¿por qué han aguantado tanto tiempo cuando todo les ha ido en contra? Le preguntamos y nos responde con una de sus frases crípticas: “No hemos abandonado porque demasiadas personas hubieran estado contentas. Al final, el que ha tenido razón he sido yo”.
Curiosamente, o quizás no tanto, en el documental aparece Solo ante el peligro, el western en el que, después de mucha resistencia y dudas, Gary Cooper y Grace Kelly se enfrentan al malvado y maccarthista Ian MacDonald. De alguna manera, esta lucha contra la amenaza exterior también está presente en la fábula de Binu. Una historia que recuerda a los gourmands del mundo una lección muy importante: sí, estamos solos ante la adversidad, pero debemos luchar hasta el final.