Barbinismo

La filosofía 'pink' que nos invade

“La muñeca Barbie siempre representó el hecho de que las mujeres tienen opciones”. Así es como la creadora de esta muñeca y marca icónica, Ruth Handler, explicaba y visionaba su impacto hace ya 64 años. 

Estamos en el mes de  agosto, es verano en el hemisferio norte y los cines —vacíos y olvidados desde la pandemia— vuelven a llenarse. Aforos completos de chicos y chicas, niños y niñas, familias enteras, hombres y mujeres… para ir a ver la película del verano y una de las más taquilleras de 2023. No hay medio de comunicación que no haya publicado una columna sobre este fenómeno, ni una televisión ni radio que no haya destinado toda una tertulia a hablar del efecto Barbie y el impacto del color rosa. Igual que hay el azul Klein, y el rojo Ferrari, ya tenemos el pink Barbie.

Personas, contertulios, opinadores que en su vida habían pronunciado la palabra Barbie ni feminismo están hablando de ese movimiento como si les perteneciera. Con opinión aparente, ejercitando el mansplaining en determinadas conversaciones. Están entrando a hablar de patriarcado, de igualdad de masculinidades y de la objetivación de la mujer. Lo que hacía la antigua versión de la muñeca Barbie. Así nos la vendieron, las campañas de márketing orquestadas desde lo masculino. 

Ken es el aliado de las chicas, de la mujer. Ken adopta un rol aventurero, explorador y descubridor. Se sube al coche del mundo real y se identifica con la misión de Barbie para caminar juntos. Ken no tiene vergüenza en mostrarse equipo y cuestionar  y destruir las columnas que aguantan el patriarcado. Y esto, molesta. Molesta a mujeres y a hombres; a hombres que no se encuentran ubicados en esta época, híbrida, efímera, digital y fluida. Hombres que no ven más allá del rubito mono que viste de rosa como si se hubiera dejado por el camino toda la virilidad, la testosterona y la fuerza. Que lo hace porque no tiene carácter y para gustarle a ella. El calzonazos de toda la vida. 

Se pone patas arriba al patriarcado, al capitalismo, las estructuras verticales y se ríen de los estereotipos y de la educación convencional. La película, y toda la fuerza de la palabra y marca Barbie, puede tener lecturas feministas y antifeministas. Es verdad, no deja de ser una campaña de márketing para vender más mundos perfectos rosas con rubias y rubios modélicos. Pero  también ha conseguido que todos hablemos de este fenómeno, que tengamos curiosidad para leer artículos que nunca hubiéramos leído, que vayamos a ver la película… que nos vistamos de Rosa Barbie para, desde el tópico dichoso, reivindicar la igualdad.

La filosofía rosa nos invade para hacernos sentir incómodos y para repensar qué es el feminismo. Tengo amigos feministas que no irán a verla y les parece una chorrada y amigos mayores que yo, y más jóvenes también que, desde una libertad contagiosa, han ido con sus amigos a verla y les ha encantado. 

La filosofía rosa nos invade para hacernos sentir incómodos y para repensar qué es el feminismo

Mattel ha coproducido parte de la película y al final es una mega operación de márketing, la caja enorme del photocall para sacarte fotos y postearlas en redes genera una notoriedad y viralidad arrolladoras. Las tiendas de juguetes de todo el mundo ocupan sus escaparates con Barbies. El color pantone rosa 219C se identifica con la muñeca, la marca y el movimiento.  Nunca un color tan alejado del feminismo y tan cargado de estereotipos había tenido tal efecto boomerang y posicionarse en la escena de hombres y mujeres como el color que desmonta el patriarcado y busca la igualdad. 

El mundo Disney nos ha hecho mucho daño, nos han vendido una mujer perfecta que debe ser guapa, discreta, amable, buena profesional, madre y mejor amante, que el príncipe azul existe y que él nos tiene que salvar. Deberíamos pedir daños y perjuicios a estos y estas guionistas y productores que nos han vendido ese mundo rosa (el viejo rosa) que no existe. Nos ha hecho daño a hombres y mujeres porque ha potenciado el malote que no expresa sentimientos y esconde su vulnerabilidad. 

La llegada al mundo de la mujer real, la imperfecta, se simboliza en la película cuando Barbie escoge ir al ginecólogo como primera actividad, con cierto acento reivindicativo. La ginecóloga es el símbolo de dominar tu cuerpo, tu sexualidad, tu reproducción, tu placer, tu libertad. La alegría de decidir y de tener todas las opciones debería ser parte de esa filosofía pink que nos invade. ¡Que empiece la invasión!