Albert Serra
El director de cine Albert Serra. © Marc Llibre
ENTREVISTA

Albert Serra: “La corrección política no ha podido con el arte ni con la ficción”

Tardes de Soledad retrata al mundo taurino siguiendo al torero Andrés Roca Rey y su cuadrilla. Albert Serra es una liberté ambulante, que no deja que los prejuicios ni los juicios le frenen una obra, y que ni siquiera cree que un documental sea tan diferente de una ficción: al fin y al cabo, siempre está la mirada de quien hace la obra.

Con Albert Serra hablamos de lo que debemos hablar, que es de creación y de intención, y de cómo se rompen las barreras entre artista y espectador. Todos estamos viviendo, descubriendo, compartiendo. ¿Qué significa con este documental? No se “quiere decir” nada. Se dice. Las palabras no quieren decir nada, las palabras son hechos. Y con Albert Serra hemos compartido una conversación, un hecho, único e irrepetible.

— Por lo que te conozco, aquí no estamos juzgando nada.

— Es que no hay nada que juzgar. ¿Quién dice que hay algo que juzgar?

— Bueno, Catalunya y Barcelona juzgó a los toros. Y no los indultaron.

— Esto es como querer juzgar que en esa mesa hay una cerveza porque el alcohol ha destrozado familias. Entonces ¿qué? ¿Fuera la cerveza? ¿Quién establece que hay algo que juzgar? ¿Por qué debemos posicionarnos sobre todo? A veces no tienes opinión, o no quieres tenerla, o solo vivir. Sin juicio moral. Éste es el paraíso de los rodajes, donde se suspenden las normas morales de la vida cotidiana.

— Las películas no tendrían malos, solo porque son malos.

— Exacto. Por eso está el carnaval, o determinados momentos de intimidad, o tipos de escenas o de gente con la que se suspenden los juicios morales permanentes. Aquí se trata de un espectáculo legal y autorizado (en Madrid, donde lo he rodado) e incluso pueden entrar niños, y tiene interés por sí solo. Yo no tengo ningún problema.

— Pero aquí renunciamos a una larga tradición taurina.

— Desconozco cómo se llevó a cabo, como tantas cosas de la democracia parlamentaria representativa. Cada cuatro años unos pactan, se apoyan, se realizan intercambios y se llega a un resultado más o menos viciado de las promesas que se han hecho. Estos defectos de la democracia representativa cada vez los vemos más, también con la influencia de los poderes fácticos y económicos que juegan, ese maldito intervalo de cuatro años durante el que hacen lo que quieren… Los países más civilizados creen en la democracia directa , y preguntan muchos temas directamente a la gente. Como en Suiza. ¿Se pidió a la gente en un referéndum, sobre este tema? En Suiza preguntan a la gente sobre los límites de los salarios, o sobre el hiyab…

— Pero en Nueva York o en París, o incluso en Madrid, ¿te sientes más liberado para exponer estos temas?

— Son formas diferentes de ver la película. Desde el extranjero se ve más como algo antropológico, un retrato de algo que existe. Asumen un punto de vista más neutral, aunque valoren la visión innovadora del retrato. Aquí ponemos otras consideraciones personales, morales, históricas, políticas, de contexto… Aquí debatimos constantemente sobre las visiones del país. Fuera, esto no tiene ninguna relevancia y se fijan en el documento en tanto que es una película de cine, con toda su precisión formalista. Incluso prescindiendo del contenido, con frecuencia. A mis fans les daría igual que les hiciera un documental sobre cohetes que van a la luna.

— Existe, y punto.

— Y es violento, sí. Es así. No tengo ninguna culpa, yo. ¿O por qué no puedo hacer una película sobre los indios? O sobre el sexo de las mujeres, ¿sólo porque no soy una mujer? ¿Quién lo dice esto? ¿Qué ley lo dice en cualquier país civilizado?

Albert Serra

— La corrección política.

— Va de capa caída. La metieron en el mundo del arte y de la ficción, y han visto que con el arte y la ficción no pueden.

— Aquí sí que ya no pueden tocarnos.

— Exacto, déjeme en paz, ¿no? ¡Incluso se atrevían a cambiar, censurar o apartar obras del pasado! Estaba leyendo el otro día Las aventuras de Huckleberry Finn, un libro extraordinario, ¡y también lo querían prohibir porque trata el racismo! Y hecho por una persona progresista en su época, pero que aún así era imposible que tuviera la visión que tenemos ahora. Las visiones son distintas, sobre todo a lo largo de la historia.

“Es imposible, ver igual a los toros en el siglo XX que verlos ahora. Y no lo juzgo, ni lo uno ni lo otro”, Albert Serra

— Picasso, Casas, Dalí…

— Es que es imposible, ver igual a los toros en el siglo XX que verlos ahora. Y no lo juzgo, ni lo uno ni lo otro.

— Cosas que tienen fuerza, no que tengan que tener un mensaje. ¿Es el caso de Tardes de soledad, pues? ¿Un “mirad” y punto?

— Sobre todo porque, al filmarlo, yo lo miraba también. Si decides poner una cámara para expresar algo es porque dirás cosas que no puedes decir con un libro, por ejemplo. Juego con la imagen y el tiempo, porque no son fotos fijas sino imágenes dinámicas, y sobre todo un punto de vista que es inédito. Vosotros no lo habéis visto, pero yo tampoco lo habré visto antes. Después, al montarlo, es cuando lo descubro y casi me pongo en vuestro sitio exacto. El proceso de fabricación consiste precisamente en ir buscando los detalles de las cosas, analizando con un juicio crítico cada imagen y creando una combinación que cuando lo mires sea como la primera vez que lo miras. Todo es muy paralelo: mirarlo yo, hacerlo y finalmente enseñarlo.

Escena Tardes de soledad Albert Serra
Una escena de Tardes de soledad. © Andergraun Films

— ¿El mundo de la tauromaquia ha sido un deslumbramiento visual, o además querías decir algo?

— No, no quería decir nada en concreto. O mejor dicho, no sabía lo que quería decir. Son las imágenes y su articulación las que dicen, no yo. Yo no sé qué dirá la película, ni en este documental ni en las de ficción. Sé que van a decir algo interesante, que van a crear algún tipo de experiencia interesante, más intelectual, más física o más plástica. De hecho, en este documental no quería ni que fuera demasiado dramático, ni demasiado violento, ni truculento, sino que también tuviera un espacio para la reflexión. Y también un punto de humor, de ironía, de delicadeza. Y el factor plástico de la tauromaquia, por supuesto. Podría haber caído fácilmente en destacar lo típico fanático, provocativo, español, cada elemento podría haber sido subrayado de un modo algo viciado. Pero no era esto lo que me encontraba. Ni era la intención. Era hacerlo tal y como es, siguiendo la ética de un documental.

— La realidad o la libertad.

— Bien, si quieres más libertad, tienes la ficción. De entrada lo que no me gusta del género documental es que es más aburrido, no puedes ponerle esta capa de fantasía, de distorsión, y los toros en concreto son lo que son. No les dirás qué hacer, ni a los toros ni a los toreros. Ni podría hacer de Georges Bataille, asociando la tauromaquia con el sexo, la muerte… un plano con una mujer mirándose el tema desde la barrera con cara fanática que invocara algo sexual. Pero es un documental. No es un chiste. La intención era recoger elementos y ser fiel a ellos.

“Hemos tenido acceso a una intimidad muy profunda a este mundo, un privilegio que muchos no han tenido”, Albert Serra

— Pasado por tu perspectiva.

— Claro, no es lo mismo la percepción de quien observa el espectáculo desde la primera fila, o desde la televisión, o desde el centro de la plaza. Por mucho que sea un documental, es imposible una visión del todo objetiva. Hemos tenido acceso a una intimidad muy profunda a este mundo, un privilegio que muchos no han tenido. En un documental debes ser fiel y objetivo a una realidad, pero toda realidad existe en tanto que percepción en una mirada. Y ese es el grado de libertad que me tomo.

— Lo mismo en los “actores”. En un documental no hay actores pero pueden tener igual o más fuerza.

— Hay una persona, puede haber un actor, pero también existe un personaje. Cuidado. Uno no puede desprenderse de las tres dimensiones: aunque estés actuando sigues siendo una persona. Con tus sentimientos, contexto, carácter, ideología… Ya no eres sólo una persona, eres un actor que quiere controlar su imagen. No somos los mismos delante de un amigo o de nuestra madre, y queremos tener una imagen que nos favorezca.

Tardes de Soledad Albert Serra
Tardes de soledad, ganadora de la Concha de Oro del Festival de San Sebastián. © Andergraun Films

— Un relato.

— Exacto. Por eso los actores viven tanto en tensión, porque quieren controlar su imagen e imponerla. Y lo que ves en la pantalla es el resultado final, el personaje, por mucho que las tres capas de la persona estén ahí a la vez. Y en un documental, el margen para llevar a un personaje más hacia un lado o más hacia el otro es prácticamente nulo. Yo intentaba hablar con ellos antes de cada rodaje, para tomar complicidad, o para que se dejaran poner el micro más a menudo, pero muy poco más.

— No son actores, en efecto.

— Sin embargo, sí que tienen la conciencia de estar siendo filmados. Y en cambio una de las virtudes de la película es conseguir la sensación de que no existe filtro. La realidad en bruto, como si no fueran conscientes de ninguna cámara. Como espectador, no lo detectas por ninguna parte. No acabas de entender cómo ha sido posible hacerlo.

— ¿Incluso con el traje de luces puesto?

— Sí, porque no parecen tener ninguna intención de control en absoluto de su imagen. Cero. Es uno de los aspectos fascinantes de la película.

“El peligro es muy grande. Cierto que ahora hay clínicas más preparadas en la misma plaza, pero la cornada no te la quita nadie. Y puedes morir igualmente”, Albert Serra

— ¿Qué más te ha sorprendido, mientras “mirabas”?

— La seriedad. Y el peligro real. Son cosas que te imaginas, pero hasta que no lo ves no te lo imaginas tan crudo. No imaginas el compromiso que necesita, el miedo que reina… Y que deben ser cosas totalmente renovadas, en cada corrida, sobre todo en las plazas importantes donde el toro es más peligroso y la presión del público es más fuerte. No imaginaba que hubiera una tensión tan grande, y que determinara una forma de ser, que determinase tanto la vida. Es como si tu ahora tuvieras que ir todos los días a la guerra.

— Se lo toman muy en serio.

— El peligro es muy grande. Cierto que ahora hay clínicas más preparadas en la misma plaza, pero la cornada no te la quita nadie. Y puedes morir igualmente, y ocurre. Esto combinado con esta pasión que no entiendes exactamente de dónde sale, porque en el fondo se puede asociar a una expresión artística o a un espectáculo efímero, pero al mismo tiempo es una tradición que tiene un punto de simbólico, de sagrado. Desde fuera dirías que incluso como expresión artística tampoco da para tanto, ¡o al menos no para jugarte la vida!

— Y en cambio para ellos, sí.

— Sí. Para ellos tiene esa trascendencia. Es como irrenunciable. Un grado de compromiso renovado constantemente y bastante impresionante cuando se ve de cerca. Y esto combinado con momentos de humanidad, humildad, diversión… Los miembros de la cuadrilla, los matices, la complejidad… Y todo centrado en los protagonistas. El público no sale, la industria de los toros no sale, la política no sale. Me centro en la intimidad del torero y de su cuadrilla. Por eso se llama Tardes de soledad, la soledad del torero y del grupo. Y la soledad de la plaza. ¡Y la del toro!

Director cine Albert Serra

— La vida, la muerte…

— El ciclo vital de la naturaleza.

— Hablando de la soledad: ¿te sientes solo, te sientes poco acompañado en este país? Sobre todo con tu salto estratosférico, ¿nos ves lejos o alejados?

— No, en absoluto. Las administraciones se han volcado mucho, aunque en su momento mi forma de trabajar era tan nueva (coproducciones internacionales, de financiación mayoritaria extranjera, en francés por ejemplo, pero fabricadas de facto en Catalunya en lo importante) que creaba una cierta desproporción entre lo que nosotros conseguíamos aquí y lo que conseguimos fuera (que por ley debía gastarse en el propio país). Yo en todo caso estaba obsesionado con hacer las cosas con esa gente, y de determinada forma, para conseguir un determinado resultado artístico. Con Pacifiction esto se reequilibró, y ahora también con Tardes de Soledad.

“Cuando haces algo audaz es muy difícil prever el resultado. ¡Ni tú mismo lo puedes prever, imagínate el resto de la gente que representa que tiene que entenderlo o que te tiene que apoyar”,  Albert Serra

— La audacia tiene premio.

— Sí, pero cuando haces algo audaz es muy difícil prever el resultado. ¡Ni tú mismo lo puedes prever, imagínate el resto de la gente que representa que debe entenderlo o que te debe apoyar! No me parece tan raro que a veces cueste impulsar iniciativas mucho más audaces de lo normal.

— ¿Y ahora Ucrania?

— No exactamente. Ahora Rusia y Estados Unidos. La eterna rivalidad. Ambientada en el principio de la guerra en Ucrania, sí, el guión es mío evidentemente, pero éste no es el tema central.

— Ficción.

— Ficción, sí. Con actores rusos y estrellas de Hollywood americanas.

Entrevista Albert Serra

— ¿Nombres?

— Ya veremos. Como dice mi coproductor francés, que tiene acceso a los grandes actores, es más difícil conseguir un actor de estos que ser seleccionado en Cannes por competición.

— Es otro mundo.

— Son muy serios. Muy estrictos, muy quisquillosos. Es una industria muy sólida y muy proteccionista.

— ¿Proteccionista?

— En relación con la profesionalidad. O eres profesional, o puedes ir a los tribunales. No es ninguna broma.