¡Vacunada!

“Hola, EMPAR. Te recordamos que tu cita para vacunarte contra la covid-19 es el día 18 de mayo a las 12:45 en Fira de Barcelona-Pabellón 4-Nivel 5B, Avenida de Rius i Taulet, 12, de Barcelona. Evita esperas viniendo sólo 5 minutos antes”. Qué fácil es decirle a alguien, por SMS, que llegue sólo cinco minutos antes. Un mayor de cincuenta años no podrá nunca cumplirlo.

Lo que haré, me digo (porque los de cincuenta para arriba hablamos solos, y más si llevamos mascarilla) es llegar al lugar media hora antes y, una vez lo tenga bien localizado (y sepa cuál es la complicada puerta por donde tengo que pasar con mis compañeros de generación) esperar detrás de una farola, para no hacer el ridículo (“el ridi”, diria alguien de mi generación). Lo que pasa es que mis compañeros de generación han tenido la misma idea. A mi alrededor, hombres y mujeres que saben quién es Leif Garret, los chicles Niño y chicles Niña, los caramelos Bandoleros, el Bony y el Bucanero, Sabrina y Samantha Fox y la menos conocida (pero también pectoralmente desarrollada) Danutta Latto esperan nerviosos como yo.

Entro diez minutos antes, no sea que se me salten. Como cuando voy a Hacienda y me dicen que mi número saldrá en la pantalla. Siempre sufro por si me ignoran y no paro de ir y volver del mostrador. “La Pfaiser, la Pfaiser”, dice un hombre por teléfono. Entro en la Fira, pues, por la calle Rius i Taulet, por detrás. “¡Entren por esta puerta!”, no deja de repetir un chico que, en la espalda, lleva escrito que es voluntario. “Tengan el DNI y la tarjeta sanitaria en la mano”, nos recuerda una mujer. ¡El DNI y la tarjeta sanitaria! Los tengo que tener en la mano, pero no me puedo detener, porque detrás de mí hay ex comedores de bucaneros que tienen tanta prisa como yo para llegar no se sabe dónde. Luego, después, después me pararé y lo buscaré. Ahora no. Ahora no puedo interrumpir el flujo generacional.

“Hola!”, Me dice un hombre. No sé quién es, porque lleva mascarilla, y porque si no la llevara tampoco lo conocería. No conozco a nadie, por eso saludo a todo el mundo. “¿Me conoces?”, me pregunta. “He visto que llevas una mochila del club de fitness de Can Caralleu…”, le digo, pensando si alguna vez he ido a Can Caralleu. “Soy Jofre Janué”, me dice sonriendo. Es un hombre del tiempo de TV3. “Que rápido que va todo, no?”, le digo. “Sí!”, contesta él. Hay vallas a nuestro alrededor y montones de agentes que nos van diciendo donde tenemos que ir. Es como una cola de inmigración, pero muy rápida. Aquí y allá, vallas con nombres. 5.A7, 5.A8, 5.A9… Un vigilante nos hace ir hacia la derecha, y nos dice que nos detengamos en la señal del suelo. Son unos pies y una leyenda que dice: “Yo me espero aquí”.

“¡Se me han acabado las vacunas!”, exclama una enfermera. “Ah, ahora vamos al almacén”, replica un enfermero. Y entonces nos saluda, muy amable. “¡Hola!” y acto seguido me pregunta: “¿Estás embarazada?”. Yo, sin pensar que es una broma, contesto: “No”. Y reímos. Me cuenta que tiene un blog, elblogderosa, donde da consejos (“ahora, sobre todo para la covid”) relacionados con la enfermería. “Cuidado de bebés, quemaduras…”.

“¿Sabes qué?”, ​​dice Jofre. “Me he dado cuenta de que soy mayor, porque veo a la gente a mi alrededor”. Yo río. Me pasa lo contrario. Juro que los veo a todos muy jóvenes y guapos, es una defensa del cerebro, tal vez. Muchas mujeres, de la cola, hacen fotos del momento.

“Hola, siéntate aquí”, me dice otra enfermera. Dejo las cosas y me siento en un taburete. “¿Estás asustada?”, me pregunta. “No, para nada”, digo yo. Y le muestro el brazo derecho, porque me han dicho que la vacuna duele y yo soy zurda. “Has puesto muchas inyecciones?”, Le pregunto. Ella sonríe (o eso parece, bajo la mascarilla). “¡Muchas!”. Entonces me pregunta si he pasado la covid. “No sé …”, digo. “Has tenido síntomas?”. Le contesto que no. Y le pregunto, claro, ¿qué pasaría si la hubiera tenido? “La dosis sería diferente”.

Me clava el pinchazo, que no duele nada y me dice que salga y que me espere quince minutos. “¿Por qué?”, ​​pregunto. “Por si te hace reacción”.

Fuera del set, un grupo de gente sentada, sonriendo, se da conversación. Nos hacemos fotos con los vigilantes, con los enfermeros, con los de emergencias, con los demás vacunados, unos vacunados que vieron el programa Aplauso y recuerdan el ballet Zoom de Giorgio Aresu, que tenía como primera bailarina aquella chica, llamada Yu-Lan, y todo el mundo decía que era su novia, pero, ¿quién sabe? “¡Adiós! Yo no me espero! “, les digo a mis vacunados amigos, que vieron Heidi en las teles en color de los vecinos, que fueron al cine a ver Grease, que siguieron por la tele como caía el muro de Berlín.