Del plato a la pantalla

El cine y la restauración comparten una pasión común por seducir los sentidos y contar historias. Por eso, analizamos los restaurantes barceloneses en busca de nuestros directores, actores y guionistas gastronómicos favoritos.

Hace unas semanas, el director Richard Linklater exploraba en el BCN Film Fest los criterios que nos conducen a elegir el visionado de una película sobre otra. De forma similar, a menudo visitamos restaurantes no sólo por su oferta gastronómica o tipo de cocina —lo que podríamos equiparar al género, a los actores o al propio film—, sino por razones más vinculadas al equipo y sus visiones del mundo.

Éste es el motivo por el que muchos establecimientos, como Disfrutar o Smoked Room, ganan un gran reconocimiento pocos meses después de haber abierto. Y es que las guías y los expertos en gastronomía identifican a los restaurantes del mismo modo que los críticos saben que un film de Tarantino conseguirá cinco estrellas. Aquí el argumento es lo de menos: los actores, los guionistas, el director e incluso la productora son el único centro de atención.

Empecemos por el tema más abstracto: no es lo mismo que una película esté distribuida por A Contracorriente Films o comunicada por MadAvenue que por Sony Pictures, ya que cada una de ellas trabaja con un concepto distinto de espectáculo. Del mismo modo, existen agencias gastronómicas con diferentes sensibilidades: gigantes como Interprofit, XXL o GSR representan a los Indiana Jones locales; Pica Pica, SRC o LaMaga apuestan por Before Sunsets y Past Lives.

Estudios como The Walt Disney Company o Artisan Entertainment podrían equipararse a los grupos de restauración: bajo un mismo nombre, Tragaluz, Goût Rouge o La Confitería plantean una historia compartida en varios locales; el Grupo Cabo, Grupo Varela o Collonut, por su parte, podrían ser un Pathé; más reflexivos, pero igualmente múltiples. Proyectos como Tramendu, sin duda, encarnan el espíritu linklateriano de Detour: tres capas de experiencia para tres films/locales diferenciados.

Los directores de cine ya sabemos quiénes son: esos grandes chefs que dirigen las cocinas y atraen miradas con su nombre. Pueden haber hecho un único filme o tener varios; dirigirlos a diario o sólo asesorarlos, pero siempre marcan el resultado final con una visión propia, comercial o autorial. Sciamma, Hong Sang Soo, Ducournau o Spielberg podrían compararse con Sara Valls (Xeixa), Arnau Muñío (Direkte), Laura Veraguas (VER AGUAS) o Dani García, que, por cierto, próximamente abrirá Leña en el Grand Hyatt Barcelona.

Otras veces, elegimos una película o un restaurante en función de su género, tipo de cocina, temática o interiorismo. Las recetas, que requieren un trabajo minucioso, se podrían considerar como personajes que siguen las instrucciones detalladas de un guion. El Tyler Durden de Brad Pitt se puede imaginar como una hamburguesa con beicon, sin que esto suponga un menosprecio; de hecho, la razón por la que encontramos interesante un restaurante tiene mucho que ver con las recetas que lo definen.

Y llegamos a una de las figuras más fascinantes del mundo del cine: los guionistas. Esta especie escondida y reflexiva, a menudo olvidada por el gran público, son el auténtico Geppetto de la función. La decisión de ver una ficción porque está escrita por Kaufman, Dunham, Sorogoyen o Fielder es un detalle que también se traslada al mundo gastronómico. 

Un ejemplo sería visitar a Jon Cake & Wines porque la carta de vinos está elaborada por Partners in Wine (Rubén Pol es exsumiller de Disfrutar) o fijarse con quién trabaja Oriol Rovira de Els Casals (PORK… boig per tu), el chocolatero Pol Contreras (Bodega Bonay) o Carlos Bonnin de La Destilateca (Assalto, Lluerna y, obviamente, el Disfrutar omnipresente). Gastroguionistas que, hay que remarcarlo, brillan gracias a un equipo técnico y de sala conformado por muchos profesionales.

En la charla que mencionaba al inicio, Linklater también explicaba que “el cine es para aquellas personas que quieren escapar de la realidad”. A menudo me pregunto si los restaurantes no son, de hecho, precisamente eso.