Teresa Helbig es un claro ejemplo de cómo una gran crisis —en este caso una pandemia de dimensiones globales— puede convertirse en una gran oportunidad. Aunque nada más empezar el confinamiento la diseñadora confiesa que se quedó “totalmente en shock” intentando asimilar la situación, al poco tiempo reaccionó y aprovechó el parón obligado para dar vida a un proyecto con el que siempre había soñado. Crear una colección para niñas con la intención —nada menos— de vestir a las futuras líderes del mundo.
“Las pequeñas de hoy vienen con mucha fuerza. Las veo empáticas, generosas, pícaras y muy capacitadas para hacer que todos caigan rendidos a sus pies. Vestirlas era un Helbig dream que teníamos en la recámara y el confinamiento lo hizo realidad. Aprovechamos las telas que teníamos a mano porque era imposible comprar nuevas y como disponíamos de tiempo para hacerlo bien, con dedicación, nos lanzamos y nació Petite Helbig“, cuenta la diseñadora, que tiene en su hija Zinash a su fuente de inspiración. Su minimusa.
Una mini colección con su hija Zinash de modelo
La niña de siete años que adoptó en Etiopía cuando tenía pocos meses con su pareja (Chema Paré, el encargado de la gestión de la marca desde sus inicios) es una auténtica belleza, —“la cría es inteligentísima, curiosa, sensible y con mucha personalidad”—, que se mueve con naturalidad entre telas e hilos. Cuando ni siquiera hablaba, hasta bautizó un vestido con falda de gasa de seda cubierta de lentejuelas y corpiño trenzado con la técnica de la tradición cestera. “Lo vio y dijo ¡Wow! Y así le pusimos”, recuerda Teresa. Desde pequeña, Zinash ha llevado prendas hechas en casa, así que no le ha costado nada convertirse en la estrella de un catálogo, “que hemos realizado con mucha naturalidad en la casa de campo de una amiga, jugando con otras niñas…”.
Helbig ha creado una pequeña producción de 40 diseños de lujo para niñas de cuatro a 12 años que se vende en línea y en algunas tiendas de carácter efímero que se ubicarán en Barcelona, Madrid y Londres. Se parecen mucho a los diseños de alta calidad, llenos de detalles, románticos y a la vez rebeldes que idea para sus madres. Es una auténtica colección mini me, como se llama a las piezas en miniatura con el mismo ADN que las de las clientas adultas. Desde camisas elegantes de popelín de algodón hasta vestidos fantasía de plumeti de terciopelo, pasando por pichis de lana tartán y hasta trajes de chaqueta de lentejuelas. Todo con aroma retro, pero absolutamente contemporáneo.
“Hay un espacio para este negocio. Detectamos que a nuestras clientas les hacía ilusión vestir a sus hijas con su mismo estilo cuando tenían una ocasión especial”, cuenta la creadora ahora que el proyecto ya está lanzado. “Noto que todo empieza a moverse de nuevo. Parece que se ve la luz al final del túnel, hasta a mi madre la han llamado ya para vacunarse y me ha dado un subidón de alegría enorme”, explica a The New Barcelona Post en el año en que la marca que creó casi por casualidad cumple 25 años. “¡Cómo pasa el tiempo!”.
Una historia de éxito que nació de forma casual en 1996
Su madre, la modista Teresa Blasco, ha sido un pilar fundamental en su taller desde que la ayudó a coser su primera colección, cuando en 1996 una amiga, que tenía una tienda, se enamoró del vestido de plumas que se había diseñado ella misma, y le propuso que le creara una docena de piezas de su estilo. Helbig se confundió con las cifras y dobló la producción. El error acabó con sus ahorros en un momento delicado en que ya era una madre separada con un niño, Pol. Tenía tantos vestidos de fiesta en casa que se los ponía a todas horas y acabó causando sensación en el barrio. Así empezó a crear su propia clientela. Las chicas se probaban sus diseños en su casa en un espejo no muy grande que las dos Teresas subían y bajaban para que pudieran verse de cuerpo entero.
Hoy en día, lo hacen en un precioso showroom de mármoles negros y contrapuntos dorados en la calle Mallorca por donde han pasado políticas, actrices, presentadoras… La mayoría, mujeres profesionales poderosas, que buscan un vestido de novia o de fiesta adaptado a su cuerpo y a sus gustos con ese toque Helbig tan especial que deslumbra con elegancia. Una sofisticación cosmopolita a medio camino entre el romanticismo y la provocación “para que no pasen nunca desapercibidas”, dice la diseñadora, que ya tiene unas tremendas ganas de recuperar la vida social.
Sin desfile y sin ver producidos los uniformes de Iberia
Hace planes con la ilusión de que pronto acabemos con la pandemia —“aunque ya se ha visto cómo de imprevisible es todo”— porque “queremos celebrar el aniversario a lo grande. Si algo me ha enseñado esta situación es que no hay que perder la oportunidad de celebrar nada, hemos de vivir el momento”, dice esta mujer amable e inquieta, una catalana con abuelo alemán, que lleva la cultura del esfuerzo en la sangre. Vive rodeada de glamur pero se considera una obrera de la moda. “Realizamos piezas maravillosas aunque nuestra vida es el trabajo. De día, en domingo, por las noches, a todas horas… Nos va bien, pero somos pequeños y eso nos obliga a no perder nunca la perspectiva”, cuenta ahora que su taller va despertando del letargo en el que entró el año pasado. Ni siquiera hicieron desfile habitual “porque no tenía sentido dedicar tanto esfuerzo y dinero para obtener tan poca compensación. Era mucho más estimulante concentrarnos en crear Petite Helbig, en sembrar para el futuro”.
“Realizamos piezas maravillosas aunque nuestra vida es el trabajo. De día, en domingo, por las noches, a todas horas… Nos va bien, pero somos pequeños y eso nos obliga a no perder nunca la perspectiva”, defiende Helbig
Teresa tampoco pudo ver implementada la ropa que ha realizado para el personal de Iberia, que se presentó en pasarela el febrero del año pasado, “aunque ahora ya está produciéndose”. Ella ha sido la primera mujer en diseñar uniformes para los 6.500 empleados de la aerolínea, que anteriormente ha lucido propuestas de Adolfo Domínguez, Elio Berhanyer y Manuel Pertegaz. Es su primera experiencia haciendo ropa masculina. Su estilo combina comodidad y elegancia con un punto retro. No olvida la icónica falda de tubo pero también hay abrigos unisex y vestidos femeninos que tienen una práctica cremallera oculta para poder ganar una talla más, algo necesario en los destinos largos, cuando el cuerpo cambia su forma por la diferencia en las condiciones atmosféricas.
Las novias de alta costura no se paralizan del todo
Helbig no se libró del expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) parcial, aunque parte del equipo nunca dejó de trabajar del todo. Además de gestar Petite Helbig, también cosieron para las novias que no quisieron renunciar a su boda, aunque sí que redujeron mucho el formato, y dieron más importancia al vestido de la novia que al de madre, hermanas e invitadas (otra fuente importante de negocio). Otras lo compraron pensando en celebrar el enlace en este 2021, cuando se calcula que aumentarán un 33% las ceremonias nupciales. Sus diseños atemporales juegan a favor porque nunca pasan de moda. “Un Helbig te puede durar toda la vida e incluso lo puedes pasar a la siguiente generación”, dice la creadora, que sí que tuvo que ajustar algunos detalles. Por ejemplo, incluir algunas piezas de abrigo cuando la boda pasaba de celebrarse en primavera a hacerlo en pleno invierno.
Su taller lo componen cinco modistas, seis cortadores, dos patronistas, un coordinador de producción y personal externo de comunicación, diseño gráfico… Un equipo “apasionado y perfeccionista” —con su querida madre de “jefaza”—, que da vida a unas colecciones que llevan años seduciendo a famosas de nuestro entorno como Úrsula Corberó, Macarena Gómez (a la que vistió también en su boda con el dandi Aldo Comas) , Inma Cuesta o Amaia, que lució un diseño suyo en Eurovisión. Es la llamada Helbig Gang.
De Halle Berry a Zendaya: Hollywood a sus pies
Desde hace unos tres años su trabajo encandila también a famosas de Hollywood como Emily Blunt, Amanda Kerr, Saoirse Ronan (eligió un vestido rosa elaborado con cadenas, que tiene horas de costura), Priyanka Chopra (dos veces), Halle Berry (a la que adoran y que ya ha vestido de la casa en tres ocasiones), Gwen Stefani (lució un diseño que sofisticó su imagen en el programa de Ellen Degeneres), Olivia Wilde (que ahora se estrena como directora de cine), Angela Basset (que se colocó un traje de rombos de lentejuelas de colores en una de las fiestas de los Oscar en 2018) y hasta la mismísima Zendaya la eligió para ir a un desfile: “Me encanta ella y me encanta la serie Euphoria”, dice Helbig, que siempre busca inspiración en el mundo del cine, el arte, los viajes… Ha realizado colecciones basadas en la obra de Truman Capote, en la China colonial, en Andy Warhol, en el Cannes del cine clásico o en el museo del Prado.
¿Cómo se consigue este impacto en la meca del cine?
¿Cómo llega una pequeña firma a compartir codiciadas alfombras rojas con Dior o Armani? “Está claro que para acceder a las celebrities más top, o tienes mucho dinero o les gusta lo que haces. No hay otra”, responde la creadora, que se incluye sin dudarlo en el segundo supuesto. La clave es agradar a las estilistas de las famosas, siempre van a la búsqueda de piezas originales de alta calidad para sus clientas.
Un día alguien les pidió unos vestidos para Rosario Dawson, y de repente la vieron en un estreno luciendo uno de ellos. El resultado de estas apariciones es tan importante a nivel mediático que posiciona la marca y hace aumentar las ventas. A partir de entonces empezaron a trabajar con un showroom en Estados Unidos y fueron llegando a más rostros conocidos, siempre mujeres con espíritu cercano a la filosofía Helbig, “aunque el éxito siempre es una sorpresa. Nunca sabes qué va a pasar realmente, las estilistas te eligen pero desconoces si al final la famosa se pondrá tu diseño o si en el último momento no le apetecerá”.
La experiencia de abrir una pop up en Los Ángeles
Abierta la puerta a Hollywood, en noviembre de 2019 decidieron dar un paso más hacia la internacionalización. “Vamos a nuestro ritmo, poco a poco, y pensamos que era el momento de ir en persona a Los Ángeles”. No tenían presupuesto para hacer un desfile ni su primorosa ropa hecha a mano encajaba en una feria de moda, así que realizaron un trunk show, una presentación en la que la creadora explicaba su trabajo, y las piezas de ropa permanecían durante 15 días en una tienda pop up. La iniciativa funcionó de maravilla a todos los niveles, incluso inspiracional. “Estuvimos instalados en el emblemático hotel Chateau Marmont y yo que soy muy mitómana me imaginaba a Bette Davis sentada en un sofá… Además desayunábamos en la mesa de al lado de Robert Pattisson y Willem Dafoe, cuando se estaba haciendo Batman”, relata Helbig emocionada por el ambiente de una ciudad “llena de gente con ganas de emprender, con una luz y un clima excepcional, que me apetece mucho conocer más a fondo”.
“Estuvimos instalados en el emblemático hotel Chateau Marmont y yo que soy muy mitómana me imaginaba a Bette Davis sentada en un sofá… Además desayunábamos en la mesa de al lado de Robert Pattisson y Willem Dafoe, cuando se estaba haciendo Batman”, relata Helbig
Su última colección de novias (que presentó en su showroom con maniquíes), y puede que alguna más en el futuro, beben directamente de esta experiencia, en la que esperaba profundizar cuando llegó la crisis sanitaria y el frustrante confinamiento. Justo en enero, Eva Longoria había elegido un escotadísimo diseño dorado para presentarse a los PGA Awards que causó sensación. “Retomaremos este camino, seguro”, dice la diseñadora que siempre mira al futuro en positivo.
“Nuestra forma de trabajar en pequeño formato tiene futuro”
En estos momentos, Helbig ya planifica un desfile presencial para otoño en la MBFW Madrid esperando que todo esté resuelto. Será una manera más de celebrar los 25 años, mostrando sus creaciones en un escaparate que le ha abierto también una vía de negocio interesante en Madrid. “Tenemos cada vez más clientas que atendemos en nuestro showroom de la capital”, dice.
“Creo que este momento de parón ha ido muy bien para que todos hagamos un acto de reflexión. No puede ser que tengamos tantos desfiles y tantas colecciones al año, incluso de cápsulas, porque las personas no necesitamos tantas cosas”, explica. Admite que ella misma, al introducir Petite Helbig, acabará haciendo cinco colecciones al año, pero “nuestra forma de trabajar en pequeño formato ha demostrado que tiene futuro, hemos hecho toda la vida lo que llamamos prêt-à-couture, produciendo de forma consciente, y ahora esta crisis nos ha dado la razón”. El slow fashion gana puntos. La idea que tiene de la moda Helbig pasa por los vestidos cuidados y artesanales, la atención personalizada a la clientela y el diseño propio con un perfecto acabado que valora la sostenibilidad y el reciclaje personalizado. “Creo que la nueva generación que llega va a dar valor a las cosas y será más responsable con el consumo de ropa. Está claro que si compras una camiseta a tres euros, alguien lo está pasando mal al otro lado”, reflexiona una creadora audaz pionera en realizar fashion films de moda, que también tiene cinco fragancias propias con la firma Carner.
¿Volverá la euforia como en los años 20 del siglo pasado?
Para esas niñas de hoy, “que serán las nuevas Kamala Harris, Ruth Bader Ginsburg, Diana Vreeland, Michelle Obama o Meryl Streep y que liderarán un mundo global sin barreras, donde no importe la raza o la procedencia”, ha preparado Petite Helbig, un prêt-a-porter de lujo que, en un mundo cada vez más digitalizado, se venderá en línea. ¡Tal vez llegue hasta la hija de Kate Middletton, a la de Beyoncé o a las pequeñas de Madonna! Helbig también comercializa online en su web algunas de sus piezas esenciales como un jersey de punto, una blusa blanca o un bolso de mano “porque nuestras clientas hace mucho que nos lo pedían y así también abrimos la posibilidad de que nos compren las que tenemos fuera de España”.
“Quiero pensar que de esta pandemia vamos a salir con ganas de vivir, en plena ebullición”, dice la creadora. ¿Cómo en los años 20 del siglo pasado? “¿Por qué no?”, responde.
“Quiero pensar que de esta pandemia vamos a salir con ganas de vivir, en plena ebullición”, dice la creadora. ¿Cómo en los años 20 del siglo pasado? “¿Por qué no?”, responde tal vez recordando que hace unos años la era del jazz ya le inspiró una aplaudida colección. Anna Ortiz se casó con Andrés Iniesta con un diseño suyo de claras referencias flapper y hasta la reina Letizia causó sensación (e incluso polémica entre los sectores más conservadores) en 2017 al lucir un minivestido suyo de ese estilo para asistir a unos premios de periodismo. Unos diseños que, seguro que seguirán vivos durante décadas.