Padres en pijama en el parking

La señora F. para el despertador del móvil y medio dormida, aun, comprueba la hora. Son las dos de la madrugada. Ha dormido, pero muy inquieta, porque precisamente temía no despertarse. No se quita el pijama, se pone unas crocs y coge el bolso, las llaves y un abrigo que la tape. Cierra la puerta sigilosamente y baja al garaje.

La discoteca está fuera de Barcelona, ​​ahora todos quieren ir a “esa” discoteca, y su hijo también, claro. Es normal, piensa la señora F. Con la pandemia los jóvenes no han podido salir y ahora quieren recuperar el tiempo perdido. Ya se lo ha dicho: “A las dos y media te vengo a buscar. Ni un minuto más”. Porque la señora F. ya sabe que a las tres cierran la discoteca y entonces todos los que salen aprovechan para hacer “parkining”, que es hacer botellón en el parking. Su hijo va con cinco amigos más y han pagado, se ve, por tener una mesa. Las cosas van muy diferentes ahora de cuando ella era joven. En sus tiempos no se reservaban las mesas. Ella iba a la discoteca a escondidas de sus padres. Jamás la habrían ido a buscar.

Llega al parking, aparca donde puede (qué lleno) y echa un vistazo al móvil. Han quedado que él la llamará cuando salga y ella le dirá dónde está. En el coche de al lado una señora fuma, también en pijama. En el de atrás, un señor, también en pijama, juega al Candy Crush. Hay muchos padres en pijama, soñolientos, que esperan a sus hijos. La señora F sale del coche y le sonríe a la señora del de al lado.

—Hola –saluda. —Buenas noches.

—Buenas noches –contesta la señora.

El señor del coche de atrás saluda con la mano, como pidiendo permiso para salir. Ellas le devuelven el saludo.

—Buenas noches. Al mío le he dicho que si no está aquí a y media en punto volverá andando –dice el señor. Ellas se ríen.

—Ahora nos iría bien un cubata a nosotros –dice la señora F.

—A mí, mejor un café con leche –replica la otra señora.

—Si queréis voy a comprar algo a esos de ahí –propone el señor, señalando un coche con el capó levantado, y muchos chicos a su alrededor.

Y se ríen de nuevo los tres.