Los herederos de los alegres marginados

Hasta el 28 de este mes todavía puede verse la exposición Humberto Rivas. La alegre marginación en la galería Imaginart (Diagonal, 432). La muestra, comisariada por Isabel Carrero, reúne una serie de retratos que Rivas (Buenos Aires, 1937 – Barcelona, ​​2009) realizó a algunos de los protagonistas de la escena más canalla y transgresora de la Barcelona de finales de los setenta y principios de los ochenta. Transformistas y vedettes del Paral·lel, prostitutas y poetas del Barrio Chino y el Gòtic… Por delante de la cámara del Premio Nacional de Fotografía de 1997 desfilan personajes imprescindibles de una historia de disidencia y marginación —me temo que no escrita o no suficientemente bien escrita—, como Violeta la Burra, Mónica del Raval, Carlos Pazos o Johnson.

Violeta la Burra
Cartel de la exposición de Humberto Ribas, con Violeta la Burra, uno de los personajes que pasó por delante de su cámara.

Eran personas que vivían en los márgenes y que humildemente trataban de ser felices, como viene a decir uno de los textos que acompañan con acierto los retratos de Rivas. Contemplándolos, me he acordado de una anécdota que me contó Nazario, cuando le entrevisté para mi libro Homonots, converses amb deu gais que han obert camí (Angle Editorial, 2014): “Cuando me llamó la Sinde (Ángeles González-Sinde, ministra de Cultura del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero) para decirme que me daban la Medalla de Oro de las Bellas Artes le dije “joder con todas las porquerías y transgresiones que he hecho” y ella me contestó “pues precisamente por eso te la damos, porque si no hubiera sido por gente como tú no habríamos conseguido normalizar muchas cosas”.

Pues eso, creo que como sociedad —especialmente el colectivo LGTBI— les debemos algo a todos aquellos alegres marginados. Ante la tentación de edulcorar demasiado esos tiempos oscuros y excitantes, el padre del cómic underground me dijo, también, una frase que creo muy reveladora: “Yo pienso que si fui underground fue porque en esa época no se podía ser otra cosa”.

Por delante de la cámara del Premio Nacional de Fotografía de 1997 desfilan personajes imprescindibles de una historia de disidencia y marginación —me temo que no escrita o no suficientemente bien escrita—, como Violeta la Burra, Mónica del Raval, Carlos Pazos o Johnson

Cuarenta años después, muchos de los protagonistas de aquella Barcelona canalla, transgresora y marginal han desaparecido. También los locales por los que se movían (Satanassa, Drugstore, Barcelona de Noche…). El progreso en el reconocimiento de los derechos del colectivo LGTBI desde primeros de los ochenta es innegable, aunque, como nos recuerda Rubén Serrano en No estamos tan bien. Nacer, crecer y vivir fuera de la norma en España (Temas de Hoy, 2020) —un libro con un título ya de por sí elocuente—, no esté, ni de lejos, todo ganado todavía. ¿Quiénes serían, hoy en día, los herederos de aquella escena queer que retrató con tanto respeto y delicadeza Rivas? Hay cientos de ellos, anónimos y también famosos como la gran Samantha Hudson, un referente para las nuevas generaciones que contribuye a ensanchar la mirada de la sociedad.

El trabajo documental de Rivas también ha tenido continuidad con una nueva generación de fotógrafos/activistas como Isaac Flores (Barcelona, ​​1994). Con una obra claramente inspirada en aquella Barcelona transgresora del posfranquismo, este joven fotógrafo busca dar visibilidad a la parte del colectivo que, por su forma de vestir, pintarse o expresarse, en definitiva, por su forma de ser, sigue viviendo fuera de la norma y, por lo tanto, sufriendo incomprensión, marginación o violencia. El año pasado, Flores ganó el Premio Joves Fotògraf(e)s de Catalunya con Identitats vàlides, una selección de una treintena de fotografías sobre la escena queer de la ciudad. Un trabajo que se expuso en la Casa de Cultura de Girona, que ha pasado por unas cuantas poblaciones más y que, incomprensiblemente, todavía no se ha podido ver en Barcelona.

El próximo mes, Flores publica Herencia. Unos años de pandemia, transformismo y disiencia ibérica, un libro de fotografías que verá la luz gracias a una campaña de micromecenazgo. En él aparecen, entre otros muchos, Samantha Hudson, Rodrigo Cuevas o Sergio Satanassa. Son los herederos de esos alegres marginados. Todos lo somos un poco.

Sergio Satanassa
Sergio Satanassa, fotografiado por ©Isaac Flores.