Bizarro ha publicado recientemente su novela debut, 'Mañana no hablaremos de nada'. © Júlia Lladó
EL BAR DEL POST

Montse Bizarro: La escritura como desnudo del alma

“Empecé a escribir de muy pequeña. Para mí era la manera de analizar la realidad y de expresarme, porque socialmente era muy torpe. Contar historias tenía algo de catártico que me ayudaba a vencer la ansiedad y era de las pocas cosas que realmente se me daban bien”. Acodada en la barra, limpiando la espuma de la caña de Estrella Galicia acabada de servir de la comisura de sus labios, la escritora Montse Bizarro disfruta de un momento de absoluto silencio en el Bar. Sin música, sin bullicio, sin estímulos que puedan caer como golpes en la cabeza y el espíritu.

“Y empecé a ganar premios con mis relatos”, prosigue. Jocs Florals en la niñez, y Òmnium Cultural en la adolescencia. Pero lo que cambió de forma radical su relación con las letras fue cursar el máster de Creación Literaria en la Pompeu Fabra y un taller de escritura con el mexicano Juan Pablo Villalobos. “Aquello no sólo me ayudó a echarle disciplina a la escritura, sino que, sobre todo, me hizo darme cuenta de que podía dejar de vivir la escritura como un hecho absolutamente solitario, como una especie de maldición”.

La escritora recuerda con enorme afecto aquella “etapa luminosa”, tras una niñez y adolescencia trufadas de bullying escolar: el estiércol moral que abona las esencias más repugnantes de los adultos del mañana.“Escribía y hablaba con otras personas que escribían, y nos pasábamos el día hablando de libros y de sacar las cosas de dentro para convertirlas en historias”.

Además de esta inmersión en el ethos literario, en esos días Montse se involucró en el activismo por temas de salud mental a través de la asociación Obertament y de la Fundación Aprenem, con las que sigue orgullosamente trabajando. Finalmente, hace tres años fue diagnosticada con una forma de autismo. “Aquello, quieras que no, lo viví como un alivio gigante, porque me ayudó a poner muchas cosas de mí en perspectiva”. En aquel momento, ya estaba inmersa en la escritura de la que ha sido su recién publicada novela de debut, Mañana ya no hablaremos de nada (Almadía), “que me llevó cinco años escribir, entre una cosa y otra”.

La voz madurada

Cuando a un escritor lo leen y las palabras que ha juntado, las ideas que ha construido y desarrollado, están al alcance de miles de miradas con otros contextos, vidas e interpretaciones, de alguna manera, lo están desnudando. Que es lo que, por un lado, el escritor quería y, por el otro, aquello que le daba aprensión. “Yo soy una autora vivencial, con toda la carga de dificultad emocional que eso conlleva a la hora de explicar lo vivido para ficcionarlo, y también por el hecho de que, por mucho que los cambies y camufles, expones hechos que además de ser muy personales también involucran a otras personas”, reflexiona Montse, que basa su relato en una relación tóxica que, pese a su relativa brevedad, la marcó muy profundamente.

“En los años que tardé en escribir el libro, mi voz maduró, se fue templando”. Posiblemente, no es que desaparecieran la rabia y el dolor iniciales, pero sí que, con la toma de distancia, aquella tempestad anímica se fue serenando y el foco se amplió para contener todos los ingredientes que permiten que una narración viva dé forma multidimensional. Pero hay más. “El libro rompe un tabú sobre la idea de los espacios seguros en las relaciones entre mujeres. Eso es un mito. Las relaciones entre nosotras pueden ser igual de tóxicas y violentas que cualquier otra”.

Montse Bizarro en una sesión del café literario que organiza Casa Seat. © Júlia Lladó

La escritora está contenta. Su ópera prima le demuestra que ha sabido disciplinar su talante caótico y disciplinarse para escribir. Al margen, trabaja en Specialisterne, una fundación que desde hace 20 años se dedica a la inclusión laboral de personas con autismo y otros diagnósticos dentro de la neurodiversidad. “Estoy a gusto, porque me doy cuenta de que ya no tengo que romperme intentando encajar. Que puedo vivir y trabajar siendo yo, sin la sensación de estar estropeada”.

Oasis LGTBI

En Mañana ya no hablaremos de nada, Barcelona está muy presente, como no podía ser de otra forma para la parroquiana que se enamoró de la urbe literaria leyendo a Carlos Ruiz Zafón. “Pero esta ciudad también son mis raíces, mi gente, mi familia, mis rincones: una zona de confort en la que me siento a gusto y desde la que salgo a otros lugares, aunque últimamente creo que la presión turística que soportamos es excesiva”.

Espíritu viajero, la escritora pone en valor el mundo LGTBI de Barcelona, “donde todos nos conocemos y puedes ser tú misma, algo de lo que te das cuenta cuando viajas fuera. ¡En cuántos sitios tenemos que vigilar mi pareja y yo!”, reflexiona a propósito de los tantos lugares peligrosos para parejas del mismo sexo. Y echa el último trago de su cerveza.

—En este Bar todas las parejas son bienvenidas, sobre todo para hincar el diente a nuestra oferta gastronómica de aúpa. Por si quieres tomarte otra cerveza y acompañarla con alguna cosa de comer.

Montse Bizarro esboza una sonrisa y se lo piensa un momento, antes de decantarse por unas tapas. “Me gusta probar un poquito de cada cosa”, puntualiza con apetito.

Bizarro rompe con su novela el tabú sobre la idea de los espacios seguros en las relaciones entre mujeres. © Júlia Lladó