El baterista sueco Anton Jarl. ©Joelle Gueguen
EL BAR DEL POST

Anton Jarl: No hay que evitar las emociones fuertes ni las grandes melodías

Cuando tenía seis años, a Anton Jarl sus padres le regalaron en Navidad su primera batería. “Desde entonces, llevo toda mi vida dando golpes a tambores inocentes y así me gano la vida” bromea el músico y compositor originario de Malmö, Suecia, y afincado en Barcelona desde hace dos décadas, hasta el punto de no saber muy bien “si me siento más en casa aquí o allí. ¡Supongo que siempre me sentiré un sueco en fuga!”.

Saborea un Dry Martini “muy seco” a pie de barra, mientras los compases de La nevada de Gil Evans guían al oyente a adentrarse en su monumental Out of the cool. “Mis hermanos mayores tenían una banda de punk. Yo jugaba a bádminton los sábados, pero no se me daba bien y pensé que era mejor apostar por la batería. Pasé mi adolescencia en el sótano con mi banda de metal. ¡Hacía mucho frío, pero tocando metal te mantienes en calor!”, rememora en relación con su juventud en una Malmö gris e industrial “de gente trabajadora, mis padres lo eran”, tan distinta a cómo luce hoy.

“Con 14 años tomé mi primera clase de batería con Henrik Rosengren. Allí fue cuando realmente entendí lo que es aprender a tocar un instrumento. Lo difícil que es y el sacrificio que supone, me metí de lleno y no hubo vuelta atrás“, explica a propósito de sumergirse en la profesión.

—¿Y cuándo apostaste también por la composición? ¿O vino junto con lo de tocar?

“En 2018 vi una master class de Stephen Sondheim en YouTube, hablando de su manera de componer y de escribir textos, su método. Yo ya había escrito canciones y letras para algunas de mis bandas, pero en aquel momento fue cuando vi que ese era mi camino. Me fui a la cama sin poder dormir, muy inspirado por Sondheim, pensando en apostar por esa nueva faceta mía”.

También cita dos discos que le cambiaron radicalmente la existencia. El primero es Transition de John Coltrane con Elvin Jones en la batería. “Lo escuché en 1991 y esa energía intensa, libre e hipnótica me dejó una huella indeleble”. El segundo lo conoció más recientemente, “una noche de otoño en 2020, en un hotel cutre en Valencia, justo cuando hicimos los primeros bolos después del confinamiento. Es un disco de country de Glenn Campbell cantando las canciones de Jimmy Webb. Lo escuché cuatro veces seguidas y lloré como un niño. El disco se llama Reunion. Pensé enseguida que quería intentar escribir canciones así para Rambalaya, que ya no había que evitar más las emociones fuertes, lo épico, las grandes melodías”. 

Anton Jarl junto a su platillo Zildijian. ©Joelle Gueguen

Un año que viene siendo intenso

El baterista de bandas emblemáticas de la ciudad como Los Mambo Jambo, Koko Jean & The Tonics y Myriam Swanson vuelca en su proyecto Rambalaya su faceta más personal. Tras debutar con un primer álbum en plena pandemia, acaba de sacar el segundo, Only in my dreams (Buenritmo), al frente de esta formación que incluye a rodados y reconocidos músicos como el trompetista David Pastor, el guitarrista Héctor Martín o el pianista y organista, Gerard Nieto.  

“La preproducción, grabación y mezcla de este álbum ha sido de lo más bestia que he hecho. Desde que empecé a componer para el disco, en 2020, hasta el resultado final de ahora, ha sido un viaje largo, con mucho esfuerzo pero también muy disfrutado. Tenemos cuerdas, un grupo vocal y otros músicos invitados, aparte de los siete miembros de la banda. Es una propuesta nueva con raíz musical de R&B, pero suena más melódica, como Roy Orbison, Tom Jones o Glenn Campbell”.

Y si de lo que se trata es de no evitar las emociones fuertes y las grandes melodías, el parroquiano lleva un 2023 muy intenso. “A principios de año grabamos el nuevo de Los Mambo Jambo, El gran ciclón, que saldrá en septiembre y será nuestro segundo disco en formato big band… ¡y debe ser de las big bands más cañeras que existen en este planeta! ¡Es una apisonadora de R&R!”. 

A estas grabaciones se suma una gran cantidad de conciertos con sus diversas bandas y las actuaciones con Symphonic Jazz Sketches, “un proyecto que tenemos con el cuarteto de David Pastor y con el que tocamos junto a varias orquestas de España: una auténtica maravilla sonora”. En paralelo, Anton organiza la fiesta mensual ¡Yaketi-yak! en el Milano Jazz Club: “una sesión de música en directo con invitados especiales y DJs que pinchan vinilos de R&B, soul y R&R”.

Una ciudad a la que le sobran coches

El músico llegó a Barcelona en febrero del 2004, “no sabía ni una palabra de castellano y estaba bastante perdido, pero me acuerdo de cuando llegó la primavera aquel año. Los lunes bajaba a Plaza Real para ir a las WTF jam sessions de Jamboree. El ambiente era increíble para mí, el calor, las palmeras, la arquitectura de la plaza y… el Jamboree.  Estaba a tope de gente, había una cola por toda la plaza, gente de culturas y nacionalidades diferentes, era increíble. Me acuerdo de volver caminando de madrugada a casa pensando que esto es mágico y aquí me quiero quedar”.

La sala de la Plaza Real se convertiría, una década después, en escenario de uno de sus recuerdos más dulces como músico: “el concierto homenaje a Buddy Rich con la Original Jazz Orchestra”.

“¡Mi relación con Barcelona es buena! Por mi trabajo viajo muchísimo y, siempre que vuelvo aquí, siento que es una ciudad única y preciosa, de la que sigo enamorado y en la que estoy muy a gusto”. Lo único que chirría en esta relación son los coches. “El otro día hablé con mi amigo, el arquitecto David Bravo, sobre este tema, y es realmente alucinante: hay una densidad tres veces más grande de coches por kilómetro cuadrado aquí que en Londres o París. ¡Es una locura cómo los vehículos privados dominan la ciudad y ni te hablo de la contaminación del aire, el ruido y accidentes!”.

—Aquí, en el Bar, el único accidente que puede ocurrir es no elegir bien tu plato. Tenemos menú, raciones, plato combinado, bocatas o tapas, si quieres cenar algo después de tu Dry Martini.

Anton Jarl lo piensa un momento y, sin perder la sonrisa, deja que las notas de Stratusphunk de Gil Evans llenen brevemente el espacio, antes de tomar la palabra:

—Si estuviera en Suecia pediría plato combinado, pero estoy en Barcelona, ¡así que será menú!

Anton Jarl sonriendo. ©Joelle Gueguen