La lucha contra el desperdicio alimentario se ha convertido en un pilar estratégico de la sociedad actual. Se calcula que un tercio de los alimentos que se producen en el mundo se tiran y, por ello, debe ser una prioridad prevenir y minimizar la generación de excedentes alimentarios en todos los eslabones de la cadena. La espiral inflacionaria, la sequía y el crecimiento de las desigualdades sociales hacen aún más necesario este esfuerzo, ya que se estima que este despilfarro tiene un coste de 143.000 millones de euros al año para las empresas y hogares en Europa.
Afortunadamente, la población está cada vez más concienciada y se multiplican las iniciativas que pretenden acabar con esta lacra. En consecuencia, es muy positivo que entidades como Mercabarna —el principal centro de distribución de alimentos del Sur de Europa– hayan decidido reconocer estos esfuerzos y premiar tanto a las grandes empresas que abanderan esta causa, como a iniciativas más modestas impulsadas desde el ámbito social, pero que pueden ser reproducibles en cualquier barrio. Así, este miércoles el gran mercado central barcelonés ha entregado los terceros Premios Mercabarna Paco Muñoz contra el desperdicio alimentario al grupo Ametller Origen y a la Federació d’Entitats Calàbria 66, arraigada en el barrio de Sant Antoni de Barcelona.
Cada galardón está dotado con 5.000 euros y para elegir al ganador el jurado ha tenido en cuenta el impacto positivo social, ambiental y económico generado por cada iniciativa, así como el número de actores implicados en los diferentes eslabones de la cadena alimentaria, la cuantificación de los alimentos desperdiciados reducidos, y la replicabilidad, escalabilidad y viabilidad económica de los proyectos.
De las siete empresas y entidades que se han presentado a los premios, Ametller Origen ha ganado en la categoría de mejor iniciativa de Prevención del Despilfarro Alimentario, mientras que Calabria 66 se ha impuesto en la categoría de Innovación Social. Este año, ha quedado desierta la categoría de Innovación Tecnológica contra el desperdicio. Los premios quieren ser también un homenaje a Paco Muñoz, profesional que fue precursor de la lucha contra el despilfarro alimentario en Catalunya, tanto desde la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) como desde la Plataforma Aprofitem els Aliments (APA).
“Es un honor recibir este reconocimiento, ya que nos anima a realizar aún más acciones en favor del medio ambiente y la salud de las personas”, ha destacado Amaya Prat, directora de sostenibilidad de Ametller Origen. Según la ejecutiva, la lucha contra el desperdicio forma parte del ADN del grupo de distribución de productos frescos e implica a todos sus trabajadores. “Este premio es un reconocimiento al trabajo realizado y a nuestra obsesión por dar valor real a los alimentos”, ha añadido Prat, quien asegura que la cadena está muy cerca de conseguir su objetivo de reducir a cero el desperdicio en todos los ámbitos de la empresa: desde el campo a las tiendas.
El jurado ha valorado la visión holística del programa Fem Camí de Ametller Origen, ya que su proyecto de prevención contra el desperdicio es integral: aborda la problemática desde la producción agraria al cliente final, pasando por sus plantas de transformación y sus almacenes y cadena logística. Así, cuando hay frutas y verduras que en el campo ya se ve que no se podrán vender en las tiendas, no se descartan, sino que se llevan a las cocinas de la empresa para transformarlas en cremas, zumos, purés u otros platos. También colaboran con la Fundación Espigoladors de Barcelona, que recoge directamente de los campos los productos fruto de una sobreproducción o aquellos que han perdido valor comercial, pero todavía son aptos para el consumo humano. Asimismo, venden, con descuentos de hasta el 40% en las tiendas de la cadena, frutas y hortalizas con defectos morfológicos, pero con todas las cualidades nutritivas y organolépticas.
La fruta y hortaliza excedentaria de su almacén de logística se lleva al Foodback de Mercabarna, para ser distribuida entre entidades sociales que la hacen llegar a personas vulnerables. En cuanto a la venta detallista, los productos cercanos a su fecha de caducidad se identifican con etiquetas moradas y se comercializan con un 25% de descuento en las tiendas del grupo, o bien a través de la plataforma Too Good To Go, mediante el cual los consumidores pueden adquirir packs sorpresa de productos, a un tercio del precio de venta, en los comercios que participan en la iniciativa.
Además, Ametller ha formado parte de su plantilla de trabajadores en sostenibilidad, desperdicio de alimentos y gestión de residuos y realiza periódicamente campañas de concienciación social y talleres entre sus clientes.
Durante 2022, la compañía ha donado 1.162.139 kg de productos a entidades sociales, ha salvado 275.556 packs de alimentos y ha contribuido a la reducción de 1.872.880 kg de CO₂ en la atmósfera.
La segunda gran iniciativa premiada en la tercera edición de los Premios Mercabarna Paco Muñoz demuestra que esta causa no sólo debe ser abanderada por grandes empresas, sino que es necesario involucrar también de forma activa a la sociedad civil. En este sentido, se ha galardonado el programa Aprofita’m, que se ha puesto en marcha gracias a la cooperación de diferentes entidades que integran el tejido asociativo del barrio de Sant Antoni de Barcelona. La Federació d’Entitats Calàbria 66 es la encargada de coordinar el programa, que involucra también a la ONG Veí a Veí —que funciona como un banco de alimentos para los vecinos más desfavorecidos del barrio— y al Servicio de Rehabilitación Comunitaria de la Izquierda del Eixample (SRC-EE), que se ocupa de ofrecer atención integral en el ámbito de la salud mental.
“Aprofita’m es un buen ejemplo de cómo desde un movimiento vecinal y asociativo se pueden buscar fórmulas para resolver los principales problemas del entorno más cercano, en este caso las necesidades alimentarias de personas en riesgo de exclusión social, poniendo el foco en el desperdicio alimentario y llegando, incluso, a la elaboración y distribución de los alimentos”, destaca Mercabarna.
Una triangulación que implica a voluntarios y pacientes
El programa, que se inició en 2020, consiste en una triangulación donde salen beneficiadas todas las partes. Por un lado, se utilizan parte de los alimentos que llegan a Veí a Veí para elaborar unos menús que se entregan a familias vulnerables del barrio y a personas sin hogar. Estos platos los cocinan las personas usuarias del SRC-EE, que convierten esta actividad en un elemento más de su terapia y proceso de rehabilitación e integración social.
En el proceso de recogida de alimentos, aparte de los donativos recibidos por Veí a Veí, participan tres comercios del barrio (FoodCoop, Molsa-Ceres Naturals y IdoniCoop), que aportan alimentos descartados por estética o proximidad a la fecha de consumo preferente. Los voluntarios de Aprofita’m, llevan estos excedentes a la Cocina Comunitaria que hay en el Espacio Vecinal del Mercado de Sant Antoni, donde una vez por semana un grupo de 20 personas con diferentes tipologías de problemas de salud mental cocinan unos menús que se acaban repartiendo a 51 familias vulnerables (74 mujeres, 55 hombres y 45 niños y adolescentes) y 55 personas sin hogar del barrio de Sant Antoni y su radio de influencia.
Durante 2022, Calàbria 66 ha elaborado 2.572 raciones de alimentos, ha distribuido 615 kg de productos y ha contribuido a la reducción de 938 kg de CO₂ a la atmósfera.
“Pusimos en marcha el proyecto sin recursos y, poco a poco, le hemos ido dando impulso gracias a la acción vecinal”, explica Aïna Leal, directora de Calàbria 66. Según Leal, ahora la iniciativa crecerá, ya que se crearán dos grupos de usuarios del SRC-EE y se podrá cocinar dos días a la semana gracias a la colaboración que se prevé iniciar con el CAP de Manso. La idea es poder hacer llegar también los diferentes platos que se cocinan a las personas del barrio que viven solas.
Los miembros del jurado
El jurado de los premios está formado por expertos de diferentes instituciones y entidades: Pilar Chiva, directora del Área de Economía Circular de la Agència de Residus de Catalunya; Glòria Cugat, subdirectora general de Inspección y Control Agroalimentario del Departament d’Acció Climàtica, Alimentació i Agenda Rural de la Generalitat de Catalunya; Laura García-Herrero, Policy Officer, Joint Research Centre en ISPRA (Instituto Italiano de Protección e Investigación Medioambiental); Eduard Hernández, responsable del Área de Tecnología de la Cátedra UPC- Mercabarna contra el Despilfarro Alimentario; Fernando Ortega, presidente de la Comisión de Industrias Agroalimentarias del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Catalunya; y Nuria Pedraza, directora de Comunicación y Relaciones Institucionales de AECOC (Asociación de Fabricantes y distribuidores del sector alimentario).