El pasado mes de marzo, Mercabarna inauguró el Foodback, un centro pionero en bioeconomía circular que permite luchar contra el desperdicio alimentario y la emergencia climática e incrementar el volumen de donaciones a las entidades sociales de productos aptos para el consumo. Se puso en marcha durante el mes de febrero y en los primeros seis meses de funcionamiento se ha demostrado que se trata de una iniciativa muy válida que llena de satisfacción a todas las entidades sociales y administraciones involucradas.
“Realmente estamos ante un proyecto para imitar. El Foodback debe ser un símbolo para la ciudad de Barcelona, es un ejemplo de colaboración entre entidades, sector público y privado que combina la creación de empleo para personas en riesgo de exclusión social, con la minimización del desperdicio alimentario, la reducción del impacto ambiental y la solidaridad hacia las personas que se encuentran en una situación de vulnerabilidad”. Así valora el presidente del Banc dels Aliments, Lluís Fatjó-Vilas, este primer medio año de puesta en servicio del Foodback, que permite distribuir, cada mes, a unas 50 entidades sociales con 20.000 personas beneficiarias, productos frescos que ya no tienen valor comercial para los mayoristas, pero son totalmente aptos para consumir.
Sin este centro, las toneladas de frutas y hortalizas que se han podido distribuir a entidades como Gorg-Mar (Badalona), Cáritas, Creu Roja o la Fundación Pare Manel habrían terminado en la basura. “Iniciativas como el Foodback son más necesarias que nunca porque la pandemia ha hecho incrementar notablemente la demanda de todas las entidades sociales. La guerra de Ucrania y el actual contexto de subida de precios también afectan. Las perspectivas no son buenas y, por tanto, valoramos muy positivamente este proyecto por su componente innovador y por ser fruto de una suma de colaboraciones entre entidades y administraciones“, destaca Joana Prats, directora del Área de Relaciones con Entidades Sociales de la Fundación La Caixa.
Joana Prats: “Valoramos muy positivamente este proyecto por su componente innovador y porque es fruto de una suma de colaboraciones entre entidades y administraciones”
Según Prats, el Foodback permite complementar los programas de inserción laboral y lucha contra la pobreza de La Caixa y contribuye a la misión de “trabajar en favor de una sociedad mejor, más justa y equitativa”. En este sentido, para apoyar la iniciativa, la fundación se ha comprometido a financiar económicamente al Foodback con una aportación de 394.000 euros durante dos años. Aproximadamente, la mitad de este presupuesto se destinará a dar apoyo económico a la Fundació Formació i Treball, de quien dependen las personas que trabajan en el centro de reaprovechamiento de alimentos. La otra mitad va destinada al Banc dels Aliments, que es la entidad coordinadora del Foodback y la encargada de distribuir las frutas y verduras a las ONG beneficiarias.
“Una parte del presupuesto queremos que se destine a I+D, es decir, a optimizar y agilizar al máximo el sistema de recogida, que debe ser muy rápido porque son productos perecederos. Hay que acabar de afinar el procedimiento que permite casar la demanda de las entidades con la oferta del Foodback”, explica Prats.
La directiva de la Fundación La Caixa asegura que este equipamiento de Mercabarna “es un buen ejemplo” de colaboración social con el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat, y que establece un modelo “que seguro puede ser transferible a otras comunidades autónomas“. “Estamos muy contentos de formar parte del Foodback, la valoración hasta ahora es muy buena”, concluye Prats.
En la misma línea se expresa Laia Ferré, jefa de la División de Servicios de la Fundació Formació i Treball, que es quien se ocupa de gestionar a las personas que efectúan el proceso de selección de los cientos de kilos de frutas y verduras que a diario llegan al Foodback. Su misión es decidir, caja a caja, qué productos son válidos para distribuir a las entidades sociales y cuáles deben ir al Punto Verde de residuos. Una persona de la estructura de la fundación es la responsable de formar y coordinar a este equipo, integrado actualmente por cuatro personas en situación de exclusión social y que, gracias al Foodback, han podido encontrar un empleo.
“Son personas muy alejadas del mercado laboral a las que hemos podido dar una oportunidad. Nuestra misión como empresa de inserción es darles un trabajo, pero, sobre todo, mejorar su perfil profesional, sus habilidades y ayudarles a dar el salto”, explica Ferré. De hecho, uno de los cuatro trabajadores con los que arrancó el Foodback (hay dos hombres y dos mujeres) ya ha encontrado otro trabajo en el mercado ordinario y ahora se ha contratado a otra persona para sustituirle, es decir, se han creado ya cinco oportunidades de empleo para este colectivo tan vulnerable.
Laia Ferré: “Son personas muy alejadas del mercado laboral a las que hemos podido dar una oportunidad. Nuestra misión como empresa de inserción es darles un trabajo, pero, sobre todo, mejorar su perfil profesional, sus habilidades y ayudarles a dar el salto”
Ferré constata “el entendimiento y la buena coordinación” existente entre todas las entidades involucradas en el Foodback. Afirma que, por ahora, no es necesario incrementar la plantilla, ya que es adecuada para el volumen de frutas y verduras que reciben cada día, pero todo dependerá de cuál sea la evolución, puesto que el objetivo es incrementar notablemente las toneladas.
Entre los meses de febrero y mayo, coincidiendo con la fase de arranque, el Foodback distribuyó a las entidades sociales un total de 277,6 toneladas, un 14% más que las cantidades donadas por los operadores de Mercabarna a las ONG en el año 2019. Estos alimentos fueron aportados por entre 40 y 55 empresas cada mes y fueron distribuidos a una cincuentena de entidades sociales, con un total de 84.625 beneficiarios finales durante estos cuatro primeros meses. Si se extrapola la cifra hasta julio, el total de beneficiarios durante el primer medio año del Foodback asciende a 125.000.
“Hay que decir que en estos primeros meses de arranque ha habido carencia de producto, porque las empresas de Mercabarna han tenido pocos excedentes por una demanda comercial muy elevada que ha coincidido con un año no muy bueno agrícolamente. Pero todo lo que nos ha llegado lo hemos canalizado entre las entidades, aun así, todavía estamos muy lejos de la capacidad que podemos absorber”, apunta el presidente del Banc dels Aliments.
Lluís Fatjó-Vilas: “Estamos ante un modelo muy válido que nos permitirá minimizar el desperdicio y atender con mucha más efectividad y celeridad la demanda de las entidades sociales”
Lluís Fatjó-Vilas pone de manifiesto “la gran variedad” de productos frescos que permite distribuir el Foodback, una variedad que es muy importante para poder hacer frente a las dietas desequilibradas de los colectivos vulnerables a los que se dirigen las entidades sociales a las que proveen. “Los beneficiarios son personas a las que les hace mucha falta ingerir productos frescos como las frutas y verduras que seleccionamos en el Foodback”, asegura. “Estamos ante un modelo muy válido que nos permitirá minimizar el desperdicio y atender con mucha más efectividad y celeridad la demanda de las entidades sociales. Cuando la situación agrícola y de los mercados se normalice, el Foodback tomará el empuje deseado y alcanzaremos los objetivos de volúmenes que nos propusimos”, remata Fatjó-Vilas.
En 2015, Mercabarna reaprovechaba unas 1.000 toneladas al año de alimentos, cifra que actualmente llega hasta unas 1.500 toneladas. Con el Foodback, el propósito es más que duplicar este volumen y llegar a recuperar entre 3.000 y 4.000 toneladas en el 2026, cuando se prevé que ya no se derroche ni una tonelada de comida apta para el consumo.
El Foodback ocupa una nave de 900 metros cuadrados en la que Mercabarna ha invertido un millón de euros. Para hacer frente a sus gastos de explotación, presupuestados en 400.000 euros anuales, se cuenta con la financiación proporcionada por la Fundación La Caixa, así como con los recursos que destinará la misma Mercabarna y el Departament d’Acció Climàtica, Alimentació i Agenda Rural de la Generalitat.
Nuevo modelo de gestión de materia orgánica
Hasta ahora, para un operador de Mercabarna, la donación de sus excedentes a las entidades sociales era una decisión de carácter voluntario. Las cajas con frutas y verduras sin valor comercial, pero aptas para el consumo, se podían entregar al Banc dels Aliments, llevarse al Punto Verde para su destrucción o tirarlas directamente a los contenedores compactadores que hay en los pasillos del mercado central de la fruta. Con el Foodback se cambia totalmente este modelo y se implanta un nuevo sistema de gestión de la materia orgánica vegetal orientado a conseguir el máximo aprovechamiento para alcanzar el residuo cero.
Para ello, Mercabarna ha invertido en la compra de un nuevo modelo de contenedores inteligentes que registra el volumen de kilos que cada paradista vierte en él. A partir de ahora, cada empresa podrá echar al contenedor de basura un máximo de 400 kilos al día, es decir, 2.000 kilos a la semana.
Así, los excedentes, ya no puede ir directamente al Punto Verde, sino que el nuevo circuito establece un sistema de control y selección para decidir, palé a palé, qué productos se consideran residuos y cuáles no. Así, unos operarios de Mercabarna especializados evalúan qué se lleva al centro de tratamiento de residuos o al nuevo Centro de Aprovechamiento Alimentario Foodback. El requisito para decidir que un palé debe ir al Foodback es que más del 70% sea apto para el consumo humano.
Una vez se reciben estos alimentos definidos como aptos, los trabajadores de la Fundación Formació i Treball hacen la selección, caja a caja y prácticamente kilo a kilo, para descartar el género defectuoso. Una vez realizado este triaje es el Banc dels Aliments —mediante dos personas contratadas y un equipo de voluntarios– quien se ocupa de la distribución, que se realiza en el mismo día. En función del volumen y de los alimentos que han llegado al Foodback, son beneficiarias más o menos ONG.
“Realizamos un reparto equitativo. Algunas entidades vienen directamente a buscar las cajas que les hemos asignado, y a otras tenemos que llevárselas. Luego, reparten los alimentos directamente a los usuarios finales. Aprovisionamos también a cuatro grandes comedores sociales que cocinan estos productos y que tienen mucha capacidad para absorber lo que nos llega al Foodback”, concluye Lluís Fatjó-Vilas.