Había una obra que La Perla 29 llevaba tiempo queriendo volver a hacer, pero siempre la iba dejando para más adelante. Con la celebración de su 20 aniversario, la compañía teatral ha encontrado el momento de recuperar Els ulls de l’etern germà, la primera que representaron, pero sin pensárselo mucho ni darle demasiada importancia. “Nos ha sorprendido muchísimo ver que la manera que tenemos de hacerla es muy similar. Solo somos 20 años más mayores”, explica su director, Oriol Broggi.
Con Els ulls de l’etern germà, la compañía teatral aprovecha para contar un cuento, sin grandes artificios y dejando que la historia sea la que llena un escenario casi desnudo. Narran la vida de Virata, un guerrero implacable hasta que mata a su hermano sin saberlo. “Es una obra muy pura y hay poco artificio o lo ves mucho cuando se construye”, indica Broggi, confiándolo todo a la palabra, la luz y la música. Solo se necesitan tres actores para explicarla y uno está con la guitarra acompañando a los otros dos, que se alternan los papeles de narrador, protagonista y secundarios.
“Lo que nos gusta es explicar la historia con el mínimo de recursos y el máximo de emociones”, sostiene Broggi. El director compara su proceso creativo con las esculturas de Alberto Giacometti, en las que el italiano iba desechando el material sobrante hasta dejar una esencia larguirucha. “En los ensayos pasa lo mismo: hay sillas y sofás, y los vas quitando. Los objetos no tienen que tapar la emoción”, defiende, “todo es pequeño, ves el principio y el final, pero no de una manera industrial sino artesanal”.
Broggi sintetiza así la manera de hacer de La Perla 29 que ya se materializó la primera vez que dieron vida a Virata, momento en que un grupo de jóvenes actores decidieron dar forma a sus cortas trayectorias. “Llevábamos tiempo haciendo teatro juntos, pero fue en 2003 cuando nos constituimos como compañía. Queríamos una estructura que nos permitiese vivir y fuera suficientemente fuerte”, recuerda. El elenco original de Els ulls de l’etern germà ha mantenido casi todas sus piezas, con Marc Serra y Òscar Muñoz, substituyendo a Bruno Oro por Xavier Ripoll.
“Hemos ido dando vueltas, pero estamos donde estábamos”, ahonda el director, quien señala los estrenos de Antígona y Incendis como los mejores momentos de todos estos años, antepuestos a la soledad que recibieron las producciones de Al nostre gust y Els cors purs. No solo se ha construido una estética, sino también una manera sostenible de gestionar la empresa, llegando a sumar un espacio propio, en la Biblioteca de Catalunya, algo impensable cuando empezaron a actuar en la Sala Beckett de Gràcia, hoy desaparecida. “Siempre hemos hecho lo que nos ha gustado hacer”, resume el director. Ahora, superada la mayoría de edad, Broggi anima a que se acerquen nuevas voces para no perder la fuerza de la primera vez. Después de Els ulls de l’etern germà, que se verá hasta el 19 de marzo, estrenarán Coralina. La serventa amorosa en junio.