Con toda la densidad que caracteriza a las novelas rusas, en las que cualquier cuestión social, por nimia que parezca, se discute hasta la saciedad, se cuela entre las páginas de Ana Karenina la historia de una infidelidad. No es una lectura fácil, con cientos de páginas, muchos personajes e infinitud de disquisiciones, como tampoco debe serlo traducirla para subirla a un escenario. La adaptación teatral del título de Lev Tolstói, condensada durante casi tres horas, cierra este 2024 y es uno de los platos fuertes de esta temporada en el TNC, dedicada a las que viven en los márgenes, mujeres infieles e infértiles, pero también rojas y exiliadas.
No es el primer clásico que la directora teatral Carme Portaceli se hace suyo, como ya ha hecho con La casa de los espíritus de Isabel Allende y Jane Eyre de Charlotte Brontë, sin dejarse su Madame Bovary, la otra gran infiel de la literatura junto con Karenina, o un título más reciente como La madre de Frankenstein de Almudena Grandes, que se pudo ver hace un año en el TNC. Para un futuro, Portaceli, también directora artística del teatro barcelonés, tiene en el horizonte reescribir la historia de Maria Magdalena.
Ariadna Gil, en quien recae el peso de Ana Karenina, vuelve a coincidir con Portaceli después de protagonizar Jane Eyre, como también repite Jordi Collet, quien estuvo en La casa de los espíritus y La madre de Frankenstein. Esta vez en el papel de Alekséi Karenin, Collet consigue de nuevo dar forma con precisión, incluso agrandar, a un personaje secundario, como hizo con la novela de Grandes. Completan el elenco Borja Espinosa (Vronsky), Eduard Farelo (Stiva), Bea Segura (Dolly), Bernat Quintana (Levin), Miriam Moukhles (Kitty), quien alarga la buena racha después de protagonizar Tots els ocells.
Portaceli, que sabe retratar con fuerza las chispas del amor y el desamparo, leyó por primera vez Ana Karenina cuando tenía 18 años y ha vuelto a ella muchas veces. “Tolstói tiene una visión muy interesante sobre las mujeres”, sostiene la directora teatral. De joven, se quedó rendida a Vronsky, el amante, pero, con los años, lee en la trama de Tolstói que el amor es lo único que queda para sobrevivir en ese camino inevitable hacia la muerte. De ahí las vías de tren que están presentes en todo momento en el escenario del TNC, no solo porque es en una estación donde pasa lo más importante para la novela. Son el símbolo de esa finitud marcada desde un principio, con sus personajes recorriéndolas cargados de sus propias maletas, cada uno a su manera.
En cartelera hasta finales de mes, y con casi todas las entradas vendidas, la Karenina de Gil brilla y se desespera a medida que avanza la obra, condenada por una sociedad que juzga más a las mujeres que a los hombres por las mismas acciones. Si ella queda cancelada por su relación extramatrimonial, separada de su hijo y apestada por todos, sin perdón posible, su hermano, Stiva, se mueve con soltura entre colegas que aplauden sus escarceos amorosos. Incluso se tolera a Vronsky. A pesar de que la adaptación fuerza un poco demasiado esta doble vara de medir, es, sin duda, la base de todo, inalterable por mucho que pasen los años. “A día de hoy no es un drama divorciarse, ni perdemos la custodia, pero nos siguen matando”, remarca Portaceli. Su propuesta, atrevida en las formas y con un montaje ambicioso, pone la lupa en lo obvio porque aún hiela el frío que condena a Karenina, con un primer acto mejor resuelto que el segundo.
En todo momento, la consciencia de los personajes queda representada por la actriz Andie Dushime, como en la novela lo hace el mismo Tolstói. Se dirige a ellos en inglés, un asidero para conectar con el público que vea la obra en su gira europea, aunque aquí aún cueste asimilarlo. Para Portaceli, mezclar diferentes idiomas en el escenario es una tendencia que pasa en todo el mundo y que acabará llegando, como, hace tiempo, le pasaba cuando incluía música en directo o actores de diferentes orígenes y no la entendían, pero que ahora está mucho más generalizado y aceptado. Entre abril y junio de 2025, la adaptación del TNC viajará hasta Zagreb, Oporto, Ámsterdam, Miskolc (Hungría), París, Bruselas y Rumanía.