El sector TIC en Catalunya cerró 2021 con una facturación en torno a los 23.000 millones de euros, cifra que supone un crecimiento del 12,8% respecto a 2019 y del 9,52% respecto a las proyecciones de 2020. Pero el número de trabajadores pasó de 129.000 en 2020 a apenas más de 113.600 el año pasado. Los motivos: 2020 ha sido un año de aceleración exponencial de la digitalización en muchas empresas a causa de la pandemia, y por otro lado, en 2021 se ha producido una fuga de especialistas hacia otras empresas, sobre todo de otros países.
Así lo corrobora el Cercle Tecnològic (CTecno), fundación privada sin ánimo de lucro que agrupa a las empresas tecnológicas ubicadas en el territorio. En una entrevista con The New Barcelona Post, su presidente, Joan Ramon Barrera, analiza los datos del XIII Barómetro del sector tecnológico para 2021, que elabora anualmente la entidad.
— Hay una fuga de talento. ¿Es preocupante?
— Hay que analizar 2021 con mucha cautela porque venimos de un 2020 con un crecimiento exponencial del sector TIC en Catalunya, debido a la aceleración de la digitalización en muchas empresas y en todos los sectores, como consecuencia del impacto de la pandemia. Por tanto, el año 2021, y también el 2022, serán años de consolidación de un crecimiento excepcional, porque el volumen de empleabilidad registrado en 2020 no es el habitual en el sector, aunque el número de trabajadores no ha dejado de crecer en las últimas décadas. Dicho esto, es cierto que la retención del talento sigue siendo uno de los retos de la industria. El último Barómetro que hemos realizado muestra que tres de cada cuatro empresas tecnológicas establecidas en Catalunya está elaborando planes de retención de talento, ante la fuga de profesionales por los bajos salarios que reciben en comparación con los de las empresas internacionales.
Tres de cada cuatro empresas tecnológicas establecidas en Catalunya está elaborando planes de retención de talento ante la fuga de profesionales
— A este respecto, ¿en qué situación se encuentra Barcelona?
— En Barcelona hay un factor externo que también influye. Todo lo que de positivo tiene que la ciudad sea un pool de atracción del emprendimiento, de la innovación, en definitiva, de empresas tecnológicas… tiene a la vez un hándicap: tenemos poco talento y el que tenemos debemos repartirlo. En Barcelona hay una sensación de escasez de talento, puesto que atraemos talento de fuera, que es un hecho muy importante porque creas un ecosistema multicultural, pero nos faltan profesionales para cubrir toda la demanda laboral.
— Y eso, ¿en qué se traduce?
— La pandemia ha modificado de pleno el escenario laboral y, por tanto, el paradigma del sector TIC está cambiando. La globalización y el teletrabajo, cada vez más presente fruto de la pandemia, está dibujando patrones laborales distintos. Y debemos vigilar porque el teletrabajo nos permite trabajar para empresas de todo el mundo, sin movernos de nuestra ciudad, pero los salarios que nos ofrecerán estas compañías distan mucho de los sueldos que ofrecen las firmas locales, incluso para desarrollar una misma labor. Por tanto, necesitamos reducir la brecha salarial. Hasta hace pocos años podíamos decir que había fuga de talento porque la gente iba a trabajar fuera… pero eso, ahora, ya no es así. Éste es un reto al que el sector debe dar respuesta; ahora es necesario observar el mercado y ver cómo se consolida este cambio que nos ha provocado la pandemia y analizar sus consecuencias. Creo que, hasta finales de 2022, no sabremos exactamente cómo nos queda el panorama (teletrabajo, brecha salarial…).
“El teletrabajo nos permite trabajar para empresas de todo el mundo, sin movernos de nuestra ciudad, pero los salarios que nos ofrecerán estas compañías distan mucho”
— ¿Cómo resolverlo?
— Los retos no se resolverán en dos días. Se necesitan acciones a corto y medio plazo, pero sobre todo, a largo plazo. Lo inmediato, por ejemplo, a corto plazo es el fomento del talento. El talento es un camino de largo recorrido. Es una realidad que carecemos de talento; año tras año lo tenemos presente. Es un problema del mundo profesional, del mundo universitario, del mundo escolar… cada vez tenemos menos vocaciones y cada vez tenemos menos universitarios que desarrollen carreras técnicas. No es un elemento que podamos resolver de un día para otro. Cierto es que se están tomando acciones a corto plazo que nos permiten mitigar en parte este problema.
— ¿Cómo cuáles?
— Desde el CTecno trabajamos para poner en valor el talento senior, mediante el reskilling, reciclaje profesional para adaptar personas a un puesto de trabajo. Es necesario involucrar en el mundo digital a aquellos perfiles de profesionales de más de 50 años que se han quedado fuera del mundo laboral porque estaban trabajando en áreas no muy digitalizadas. Ésta es una acción a corto plazo. Otra acción, a medio plazo, son las becas universitarias que se promueven desde el CTecno, con el programa ApadrinaTIC, que permite que estudiantes, especialmente mujeres, que quieran realizar carreras tecnológicas entren en el mundo universitario con estudios TIC. Les proporcionamos coaching, acompañamiento…
— Pero nos siguen quedando las acciones a largo plazo…
— A largo, necesitamos actuaciones que se centren en crear referentes para la población en general; que la sociedad entienda que ser empleado TIC es algo de valor. A menudo se ha creado un estigma en torno a la profesión: que es un mundo muy masculinizado, un mundo muy difícil… por lo tanto debemos ver cómo somos capaces de visibilizar la presencia de la mujer en el sector tecnológico porque es un sector de valor. Si lo conseguimos, influenciaremos a largo plazo.
— Y eso, ¿a quién corresponde?
— Las acciones a largo plazo son temas mucho más transversales, que deben tomarse entre todas las partes implicadas, y la Administración tiene un rol importante como dinamizador, pero también la sociedad, las entidades e instituciones… el sector en su conjunto. Como sector, a corto plazo podemos estructurarnos y organizarnos; a medio plazo, también está en nuestras manos tomar determinadas decisiones; a largo, es un hándicap para todas las partes.
“Se ha creado un estigma en torno a la profesión: que es un mundo muy masculinizado, un mundo muy difícil… por lo tanto debemos ver cómo somos capaces de visibilizar la presencia de la mujer “
— En este contexto, ¿qué papel debe jugar Barcelona?
— Hay cuatro factores que han puesto a Barcelona en el centro del mundo digital y tecnológico; un trabajo que se viene realizando desde hace unos 20 años, no es ahora. Una de las ventajas es que la ciudad, como tal, es hoy una urbe abierta, cosmopolita…. que invita a vivir y a hacer negocio. También contribuye el clima, el espacio urbano, los servicios, los hoteles y la restauración. Barcelona ha hecho muy bien este ejercicio, y también tiene una situación de conectividad ideal porque estamos a una hora en avión de muchas ciudades muy relevantes. Se han creado zonas tecnológicas como el 22@. También se ha sabido crear un momentum con el Mobile World Congress (MWC), la Digital Week Barcelona, entre otros, que han puesto Barcelona en el mapa mundial. Con todo esto, se ha desarrollado una base de emprendimiento, de gente vinculada a la tecnología, que se ha establecido en la ciudad (inversores, unicornios…). Barcelona ha entrado en una dinámica positiva, que debemos cuidar y saber mantener.
“Una de las ventajas es que la ciudad, como tal, es hoy una urbe abierta, cosmopolita…. que invita a vivir y a hacer negocio”
— ¿Qué perspectivas hay para 2022?
— Después de la pandemia, como sociedad en general, nos estamos dando cuenta de que no sólo es necesario poner y disponer de tecnología sino que además es necesario hacer un buen uso de esta tecnología. No sólo en el mundo empresarial, sino también en el mundo personal. La responsabilidad que tenemos los tecnólogos es la de acompañar a la sociedad en este camino de adopción de las nuevas tecnologías y, por tanto, es importante fomentar la formación y capacitación de las personas frente a la tecnología. Y muy importante: sin olvidar los extremos de la campana. Por un lado, resolver cómo introducimos en el mundo digital a las personas senior; pero por otro, como hacemos lo mismo con la gente en riesgo de exclusión social que quizá tengan poco acceso a la tecnología. Es decir, la tecnología al alcance de todos, porque en todos los ámbitos podemos encontrar talento escondido de personas que hasta ahora no han tenido acceso a la tecnología y no han podido demostrar sus capacidades tecnológicas. Este es todo un reto por delante: acompañar y ayudar en esta adaptación a la tecnología.
— ¿Los fondos Next Generation son una oportunidad para implementar todos estos objetivos?
— Seguro. Pero es necesario gestionar los recursos de forma ordenada y estructurada para ponerlos a disposición de la empresa. Estamos en una situación en la que todos miramos cómo estos recursos se trasladan para mejorar la vida de las personas, para digitalizar la vida… La primera idea era que para conseguirlo se fomentarían las alianzas público-privadas, pero lo que estamos viendo es que lo que se ha hecho hasta ahora es dar muchas ayudas directas o indirectas y abrir concursos públicos para proyectos. Las directrices europeas nos obligan a gastar miles de millones en un período súper corto de tiempo y de forma ordenada y estructurada, pero las administraciones no están suficientemente transformadas para ser capaces de asumirlo. La administración trabaja con procesos muy burocratizados.