Con los años, y eso que tiene pocos, se ha ido convirtiendo en uno de los nombres clave de la música de Barcelona. Agitadora cultural e investigadora sonora, parece que Ikram Bouloum ha escogido 2021 como el año de su despegue. Además de publicar un trabajo conceptual en el cual pone la voz por primera vez, Ha-bb5, acaba de ser nombrada directora artística del BAM, como miembro de la cooperativa l’Afluent. Y esto solo ha hecho que empezar.
— Hace años que participas activamente de la escena musical de Barcelona. Como programadora, periodista, fotógrafa, como DJ o trabajando con la gente de l’Afluent. ¿Cuál era tu relación con la música antes de formar parte de la escena?
— Me interesaba la música como motor histórico y de progreso. En las diversas facetas que he trabajado veía los cambios sociales que se generaban a través de la música y los plasmaba con diferentes materializaciones: fotos, críticas, ensayos, programando las artistas que simbolizaban estos cambios… Para mí era importante retratarlos para colaborar y dejar constancia.
— Dices que te interesa la investigación teórica y estética de la música y que esto te llevó a pinchar. ¿A qué te refieres exactamente?
— Al momento en que aparece el llamado post-club. Fue un movimiento que viví en el Marabú —antiguo club de la productora barcelonesa Canada— y que me acercó a un imaginario con el cual me sentía muy identificada. Esta energía me llevó a materializar todo mi conocimiento musical en forma de DJ set y a reivindicar la parte ética y política.
— ¿Qué querías transmitir con tus sesiones?
— La capacidad de un cuerpo abierto a bailar nuevas realidades, nuevas voces, a sentir y percibir diferente a través de la escucha. A exponerse de una manera más radical. Era mi manera de defender las artistas que estaba pinchando. A defender el hecho de disfrutar como una forma de hacer política.
— Ahora das el paso de poner tu voz por delante…
— Es una nueva etapa en la que exploro nuevas técnicas y perspectivas para explicar lo que intuitivamente quiero transmitir. Siempre he tenido una parte más creativa: vengo de humanidades, pero las incursiones en el mundo del arte y el espacio performativo del DJ set me ha llevado orgánicamente a componer mi propia realidad.
— ¿Te interesa la música desde un punto de vista antropológico?
— La perspectiva antropológica siempre ha sido mi primera inquietud. Ahora estoy investigando la esencia del sonido a un nivel más armónico y estético.
— El nuevo EP, Ha-bb5, nace de la idea de representar una tragedia y un nacimiento.
— Es la narrativa conceptual de Ha-bb5. Empieza con una tragedia que inicia un viaje sonoro que da lugar al nacimiento de una criatura virtual, llamada bb5. Esta representa mi alter ego, que ha venido a la vida a desentramar un trauma ancestral: el choque cultural.
— Hay una parte importante de tu trabajo que trata sobre la herencia cultural de tus raíces bereberes (y la lengua amazigh). ¿Cómo haces la investigación de este legado?
— Esta primera aproximación ha consistido en recuperar todas las memorias musicales que se han impregnado en mi historia íntima: recuerdos de cuando era pequeña, momentos importantes, viajes a Marruecos, cuentos que me explicaba mi familia. Todo lo que he ido encontrando. Creo que es un primer contacto que me ha abierto un nuevo mundo en el cual indagar y experimentar.
— Precisamente utilizas varias lenguas a lo largo del EP. A veces es complicado que salga orgánico…
— La lengua es una herramienta, y al ser plurilingüe la decisión ha sido genuina. Si por ejemplo hablo de emociones que evocan a una intimidad concreta, o a mi familia, es obvio que el amazigh será la catalizadora.
— Ha-bb5 tiene este punto onírico que emana todo el trabajo. ¿Era la sensación que querías transmitir?
— ¡Absolutamente! Desde el primer momento que empecé a trabajar en este proyecto, el aura que presentaba era onírica. Para mí era importante remitir y contextualizar el trabajo en un locus amoenus secular e iluminado, mágico. Como si fuera otra dimensión.
La lengua es una herramienta. Si hablo de emociones que evocan a una intimidad concreta, o a mi familia, es obvio que el amazigh será la catalizadora
— Acabas de ser nombrada, junto a tus compañeros de l’Afluent, directora artística del BAM…
— Ha sido una grata noticia que me ha hecho muy feliz. Programar es un trabajo que me hace sentir completa si lo junto a mi visión artística.
— Es la primera vez que el Ayuntamiento escoge un colectivo (además cooperativista) y dónde hay mujeres. ¿El futuro crees que irá por aquí en detrimento de los nombres en solitario?
Para mí la colectividad es un statement. Siempre he creído que es importante trabajar cooperando, porque es la única manera de acercarnos a la utopía de representar diferentes perspectivas, generar espacios de diálogo y cambios.