Alice Sara Ott (Múnich, 1988) ha pasado de ser una niña prodigio a una mujer portento. Superados los treinta, es una de las grandes pianistas del panorama actual a la que no le importa arriesgarse. Es más, cada vez que lo hace, se confirma el éxito de su propuesta de ser un músico acorde con su propio tiempo. En sus propias palabras, “mi papel como intérprete de la música clásica es seguir adelante con el espíritu que inspiró a estos autores a redefinir la música y no solamente a reproducir tradiciones y limitaciones pasadas”.
En 2019, tras muchas especulaciones, hizo público que había sido diagnosticada de esclerosis múltiple, un acto de valentía y entereza. Resurgida como ave fénix, sus actuaciones han servido para demostrar el increíble don que habita sus dedos y ella ha sabido utilizar su voz para poner foco en el desconocimiento que aún hoy existe sobre esta enfermedad neurológica.
Con más de diez álbumes a sus espaldas y gracias a su virtuosismo, ha conseguido mantener la exclusividad en el sello Deutsche Grammophon, a la vez que publicar proyectos tan interesantes como su último trabajo, o sus colaboraciones con músicos, digamos, menos clásicos, que la acercan a un público más diverso. Echoes of Life no sólo es una nueva interpretación de los 24 Preludios de Chopin, intercalada con piezas de autores contemporáneos, sino que, llevada al directo, investiga nuevas formas de vivir la experiencia de un concierto de música clásica, interpelando al espectador a replantearse su papel.
El concierto que brindó la semana pasada ante el público del Palau de la Música, descalza, cercana e íntima, fue una experiencia intensa de esas que nos hacen contener el aliento y viajar, junto a las proyecciones de su colaborador, el arquitecto turco Hakan Demirel, a esos ecos de nuestras propias vidas. Y el bis, con la Gnossienne nº1 de Erik Satie, la guinda de un pastel perfecto. El público en pie la ovacionó largamente y servidora lloró de emoción ante tanta belleza.
— Viene a Barcelona para presentar en directo su último trabajo Echoes of Life, un viaje vital musical inspirado, quizás, en sus propios recuerdos. ¿Cómo concibió este álbum?
— Todo empezó con mi deseo de grabar los 24 Preludios de Chopin. Con ellos, Chopin compuso una colección de 24 piezas de carácter individual, que son muy diferentes entre sí y, sin embargo, todas están conectadas de algún modo. Y eso me hace pensar en la vida. Creo que nuestras vidas también están hechas de muchos pequeños momentos, que están todos conectados a través de nosotros y a través de nuestras experiencias propias.
— Éste es su décimo álbum de estudio con Deutsche Grammophon. ¿Qué se siente formando parte de un sello tan importante y relevante en la música clásica?
— Formo parte de la familia de Deutsche Grammophon desde que tenía 19 años. Hemos crecido mucho juntos y me siento orgullosa y agradecida de poder trabajar con un equipo que me da libertad y confianza para desarrollar mis propias ideas y conceptos.
— Con este proyecto y puesta en escena, ha estado de gira por algunas de las grandes capitales de Europa y ha recorrido Japón. Ahora, vuelve a Barcelona. ¿Cómo se vive la experiencia de tocar en un lugar tan mágico y místico como lo es el Palau de la Música?
— Toqué una vez en el Palau, hace ya un tiempo, y recuerdo estar absolutamente impresionada por la belleza del lugar. Esta vez, con la proyección del trabajo digital de Hakan Demirel en pantalla, la sala se transforma, sin duda, en otro mundo.
“Mi papel como intérprete de la música clásica es seguir adelante con el espíritu que inspiró a estos autores a redefinir la música y no solamente a reproducir tradiciones y limitaciones pasadas”
— ¿Y cómo se le ocurrió la idea de colaborar con Hakan Demirel?
— Mientras pensaba en cómo podía traducir las emociones de este proyecto al público, sin interrumpir el flujo musical de todo el conjunto, me presentaron a Hakan Demirel, un arquitecto de Estambul. Cuando nos conocimos hace un año por videoconferencia, ninguno de nosotros sabía a dónde íbamos a llegar y cómo sería posible combinar los mundos de la música y la arquitectura, especialmente en un concierto en directo, cuando la música respira distinto según el lugar. Pero inspirados por nuestra imaginación y nuestras largas conversaciones, Hakan y su equipo han estado un año creando y diseñando todo un mundo digital desde cero.
— Así pues, cuéntenos, ¿qué descubre y disfruta el público durante su recital?
— El video que acompaña todo el transcurso musical, no es una película. No aparecen personas en él, no hay acción, ni una historia escrita. Solo son espacios arquitectónicos que reflejan la música y evocan emociones y referencias sutiles, que invitan al público a encontrar su propia historia, recuerdos y ecos dentro de esos espacios. Este es un proyecto único que nunca antes se ha presentado en este formato. Aunque estoy muy agradecida por la positiva respuesta que hemos recibido hasta ahora, estoy segura de que siempre habrá quienes no estén de acuerdo con la propuesta. Y eso también está bien y es una parte importante para mí. Si el público se va de la sala reflexionando y debatiendo sobre cómo debería ser un concierto clásico a día de hoy y con qué se identifican más, ya habré logrado una gran parte de lo que quiero hacer como artista.
— Hace unos años hizo público que le habían diagnosticado esclerosis múltiple, un paso hacia adelante que recibimos con sorpresa y admiración por su valentía. ¿Cómo está?
— Me encuentro muy bien. Tuve mucha suerte de ser diagnosticada en una etapa muy temprana y poder contar con un maravilloso equipo de doctores que me ayudaron a encontrar el tratamiento adecuado para mi. No he tenido ningún episodio nuevo desde mi diagnóstico y tampoco tengo síntomas.
— ¿Qué respuestas ha recibido?
— Tanto la gente de la industria como el público han sido muy solidarios y me han dado mucha fuerza y transmitido su energía. Pero he tenido que lidiar con la reacción por parte de algunos medios en los últimos años. La razón por la que elegí hacer público mi diagnóstico fue para proteger a mi entorno y a mi misma de especulaciones aleatorias y para arrojar un poco más de luz sobre esta condición, muy incomprendida aún y con una percepción pública obsoleta. Aunque también hay casos graves, hay muchas personas que viven actualmente con ella y que no tienen limitaciones de ningún tipo. Cuanto más sepamos y compartamos, más podremos ayudar a aquellos que se enfrenten a este diagnóstico. En ningún momento lo hice público para ser minusvalorada, menospreciada o sensacionalista. Así que cuando empezaron a llamarme “la pianista con esclerosis múltiple” en algunos titulares, necesité un tiempo para procesarlo.
“Si el público se va de la sala reflexionando y debatiendo sobre cómo debería ser un concierto clásico a día de hoy y con qué se identifican más, ya habré logrado una gran parte de lo que quiero hacer como artista”
— Además de sus proyectos en solitario, ha colaborado con otros músicos, como son Ólafur Arnals o Francesco Tristano, en álbumes que han tenido éxito entre un público que no es el habitual de la música clásica. ¿Es consciente de que su generación está eliminando las fronteras para abrir nuevos caminos en el panorama clásico actual?
— ¿No es maravilloso? Esto es lo que me parece más interesante sobre cómo escuchamos música actualmente en las plataformas de streaming. A partir de una lista de reproducción, te presentan música que nunca hubieses descubierto por tu cuenta.
— Siento que su trabajo Echoes of Life es un ejemplo sobre la idea expuesta con anterioridad: Chopin es el hilo conductor, pero Nino Rota o Chilly Gonzales también aparecen, y todo funciona a la perfección. ¿Está de acuerdo?
— He elegido siete composiciones contemporáneas intercaladas entre los preludios de Chopin que han sido compuestas durante los últimos 60 años. Algunos de sus compositores aún viven y todos ellos representan estilos muy distintos de composición. Combinándolos con los Préludes, escritos durante el siglo XIX, me di cuenta de que, en realidad, son ellos los que confirman cuán moderna, provocativa y atemporal es la música de Chopin. Y que nuestra percepción de la música depende mucho de su contexto.
“Cuanto más sepamos y compartamos sobre la esclerosis múltiple, más podremos ayudar a aquellos que se enfrenten a este diagnóstico”
— ¿Qué va a hacer después de esta gira?
— Volveré a mi casa a descansar antes de seguir cumpliendo con mi agenda para el próximo año.
— Por último, me gustaría preguntarle si, después de la publicación de su pieza Lullaby to Eternity, ¿se ha animado a componer más? ¿No le gustaría grabar un álbum de obras propias?
— Lullaby sucedió de forma imprevista. Estaba buscando cierta estructura y sonido para terminar el disco, y como la reducción para piano de la Lacrimosa de Mozart no encajaba del todo con lo que buscaba, se me ocurrió hacer mi propio arreglo. Pero no soy compositora.