compositor Pablo Ruiz Serra
El batería, vibrafonista y compositor Pablo Ruiz Serra.
EL BAR DEL POST

Pablo Ruiz Serra: La cuestión de encontrarse

Hace poco más de un año, el batería, vibrafonista y compositor Pablo Ruiz Serra experimentó una gran crisis vital y musical. “Me sentía absolutamente vacío y quemado. Desaparecí del mapa unos meses y me fui a una cabaña en la montaña. Medité profundamente. Tenía que volver a sembrar sobre los campos quemados, pero no tenía fuerzas. Decidí viajar empezando por África, pero sin un destino fijo. Me despedí de todos, pues no sabía si iba a volver. Quizás era el momento de empezar de cero en otro lugar e incluso de abandonar la música como modo de vida. Finalmente regresé. Tras aquel viaje aprendí mucho de mí mismo y me enfrenté a muchos complejos e inseguridades”.

Acodado a la barra del Bar, mediana de cerveza sin alcohol en mano, con el Morning raga de Ravi Shankar de fondo y acompasando las horas matutinas, el músico moyanés asegura que, tras aquel viaje, aprendió “a ser paciente y no tan exigente. A dejarme llevar más, pero sin perder el rumbo. A tener una relación sana con mi trabajo y mi pasión. Ahora tengo fuerzas para seguir creciendo”.

Sorprende escuchar un discurso tan maduro en alguien tan joven, con la veintena todavía por mediar. Aunque se entiende cuando se conocen los baches que ha superado, como la crisis recién mencionada o una lesión anterior, que le afectó los nervios infra-espinoso y supra-espinoso y le impidió estudiar batería durante más de un año y medio. “Seguí haciendo conciertos, terminaba con mucho dolor que podía persistir durante días o semanas. Antes de la lesión solía tocar al menos ocho horas diarias, por lo que aquello fue un jarrón de agua fría muy grande que me llevó a deprimirme y a plantearme si realmente podría seguir con la música. Pero mala hierba nunca muere y de todo lo malo se sale y, lo que es más importante, se aprende. En mi caso, aprendí a valorar el descanso y a estudiar desde la visualización mental y no tanto desde el instrumento”. Y, ya de paso, también aprovechó aquel impasse para componer y aprender a tocar la trompeta.

–Oye, ¿y esto del jazz te viene de lejos?

–¡Sí! Empecé a tocar la batería con 13 años y a los 15 o 16 me enamoré del jazz tras escuchar Moanin’ de Art Blakey and the Jazz Messengers. Desde entonces aprender y escuchar jazz se convirtió en mi obsesión y no podía hacer otra cosa. 

Su formación se triangula entre la Escuela Municipal de Música Cal Moliner de Sallent, el Conservatorio del Liceo y la Sant Andreu Jazz Band, amén de haber compartido escenarios, melodías y, en algunos casos, estudio de grabación con un nutrido elenco de músicos que incluye a Scott Hamilton, Dick Oatts, Joe Magnarelli, Nico Gori, Yo-Yo Ma, Ramón Cardo, Ignasi Terraza o Benet Palet, entre muchísimos otros.

Danzar con la fortuna

“Te diría que soy un buscador. Siempre he buscado encontrarme en todo lo que hago. Amante de los extremos y de los contrastes, desde el deporte hasta el arte, te diré que me siento afortunado de haber podido crecer en el entorno en que lo he hecho, con las facilidades que he tenido. Jamás me faltaron alimento, cobijo, seguridad y educación. También destacaría la suerte que he tenido de poder compartir escenarios y viajes con grandes amigos, personas y músicos. Gente inspirada e inspiradora. Me enorgullece y me hace muy feliz poder decir que me gano la vida con mis proyectos y haciendo únicamente lo que me gusta”, explica el músico.

Pablo Ruiz Serra lidera Los Swing Engine con Joan Torrentó.

Y sí, la palabra suerte resuena en sus palabras, pero para que esta baile con uno, hay que trabajar mucho. Y el parroquiano no para. De entrada, a los 21 años (hace tres) se lanza a la piscina de liderar una banda. “Los Swing Engine los lideramos Joan Torrentó y yo y, en estos momentos, estamos cocinando nuestro segundo álbum. Con ellos hago la mayoría de conciertos”. Solo en estas navidades, han dado más de veinte recitales.

Sin embargo, su proyecto más ambicioso es Synergetic Ensemble, que nace fruto de su graduación en el Liceo. “Junté una big band de ensueño, con una selección muy cuidada de músicos, y compuse y arreglé para ellos una suite que acaba de salir en CD bajo el nombre de Suite lines. Me gustaría poder presentar el disco en directo. En paralelo, quiero dar continuidad a otro proyecto arreglando temas de Giulia Valle, que toca el contrabajo con el Ensemble”.

Lidiando con los rigores del márketing digital para promocionar su obra, el artista encara 2023 “con muchas ganas y fuerzas”, con diversos retos que, además de los citados, incluyen la gestación “de un sello editorial que impulse las músicas minoritarias y reivindicativas, con el que se pueda publicar sin ceder apenas derechos, a un bajo coste y de la manera más ética posible”.

Suite lines, de Synergetic Ensemble.

Una ciudad que tiene que pensar en los músicos

En referencia a la escena del jazz en Barcelona, Pablo Ruiz Serra destaca que “es de un nivel alto, pero demasiado underground como para que esta pueda considerarse una ciudad de referencia en el jazz europeo”, y reivindica que las administraciones “pongan facilidades para que se programe música en directo y que los músicos podamos tener unas condiciones laborales y vitales dignas”.

Pero, de entrada, ya solo el acceso a la urbe resulta complicado. “Yo no puedo entrar con mi coche viejo, porque soy pobre y no puedo comprar uno a la altura de las Zonas de Bajas Emisiones. ¿Cómo se supone que tengo que llevar la batería o el vibráfono, entonces? ¡La ley contra el cambio climático es tan necesaria, como mal planteada!”, protesta apurando la cerveza.

–¿Pero, entonces, cuál dirías que es tu relación con esta ciudad?

–Debo admitir que Barcelona no me gusta mucho. De todos modos siempre he sido muy de pueblo ¡y a mucha honra! En todo caso, hay que decir que tiene muchas cosas buenas, con que no me importa bajar de vez en cuando a tocar y a visitar amigos.

–Y, digo yo, a probar alguna de las delicias gastronómicas que aquí se sirven, ¿o no vas a almorzar?

Pablo Ruiz Serra prorrumpe entonces en una carcajada limpia y pide otra cerveza sin alcohol para acompañar unas tapas.