Juan José Lahuerta lleva años estudiando a Antoni Gaudí. “Llegué a él por casualidad. En 1989 Francesco Dal Co me propuso hacer un libro monográfico de Gaudí. No sabía dónde me metía —bromea—. Me gustó mucho ese trabajo: Antonio Gaudí Arquitectura, ideología y política. La exposición del MNAC es una revisión crítica de la obra del artista con mil ítems y ocupa casi tres mil metros cuadrados. Empezamos trabajando codo a codo con el Musée d’Orsay, pero hay muchos préstamos de otros museos europeos. La pandemia lo paró todo. Muchos centros de arte cerraron y los transportes y los seguros se han encarecido mucho. A pesar de las dificultades, la inauguración sólo se ha retrasado un mes. Es una propuesta que va a causar perplejidad porque incluye cosas muy populares, mucha tarjeta postal de la época en la que Gaudí estaba vivo, y ahonda en el contexto múltiple de Gaudí con piezas curiosas como una maqueta de yeso de la puerta del infierno de Rodin que viene del Musée Rodin de París”.
La colaboración Barcelona-París son palabras mayores. “Es muy importante que la exposición se haya gestado desde el MNAC y el Musée d’Orsay. En París les interesa mucho porque la primera exposición de Gaudí fue en la capital francesa en 1910. Pero tenemos que tener en cuenta que las dos exposiciones serán diferentes. Es evidente que en Barcelona todo el mundo conoce su obra y en París no, aunque precisamente en el Orsay tienen varios muebles del artista, un armario rinconero de la Casa Batlló y, en la parte de diseño, tienen dos espejos de La Pedrera”.
“Las dos estrellas de la muestra serán la Chaise Longue y el Tocador de Gaudí, que también viajarán a París del 14 de marzo al 17 de julio 2022. En Barcelona sorprenderá mucho una sala entera de La Pedrera que hemos reconstruido para esta ocasión. También se podrán ver algunos elementos de la Cátedra Gaudí y recreamos el taller del arquitecto con muchos trozos de yeso. En París habrá menos piezas y se dará valor a la comparación con la arquitectura de Viollet-le-Duc”, puntualiza Lahuerta.
Gaudí supo rodearse de grandes maestros. “Uno de los colaboradores más brillantes fue Cristóbal Cascante, que pertenece a su misma promoción de la Escuela de Arquitectura de Barcelona. Él tenía mucha gente a su alrededor y trabajaba en equipo; dejaba espacio a quien le interesaba y especializaba mucho a sus colaboradores. Por ejemplo, tenía a su discípulo, el arquitecto Juan Rubió y Bellver, resolviendo problemas de última hora. Y su estrecho colaborador Josep Maria Jujol, que era su alter ego.
La Sagrada Familia, a debate
Desde su punto de vista, ¿cómo ha sido la evolución de la Sagrada Familia? “Por un lado hay que reconocer que hay gente trabajando con todo su esfuerzo, pero hay que diferenciar entre la Sagrada Familia de Gaudí y el resto. El desarrollo de la obra de Gaudí sólo se puede entender como prueba y ensayo. No hay dibujos de la Sagrada Familia; él se negó a dibujar una planta definitiva. Y no pensaba en el proyecto acabado. Cuando él muere sus colaboradores desarrollan una suerte de gaudinismo cuyo método de trabajo no tiene nada que ver con Gaudí. A mí, la Sagrada Familia como núcleo y corazón de la explotación del turismo de Barcelona me da que pensar. Se ha convertido en un lugar al que acuden cuatro millones de personas al año, hay muchas ambigüedades”.
Otro de los puntos polémicos es el Park Güell. “Ahí tiene toda la responsabilidad el Ayuntamiento de Barcelona. En la actualidad han limitado una zona monumental que hace imposible imaginar el proyecto de Gaudí. Creo que Ayuntamiento no debería cobrar entrada ni segregarlo, pero sí controlar el aforo”.
La Cátedra Gaudí
“La Cátedra es un archivo, no fue creada como un centro cultural. Nunca ha tenido medios para organizar exposiciones o seminarios. Cuando yo entré lo más importante era la colección de libros especialmente del siglo XIX, un fondo fotográfico de cuarenta mil placas, un fondo de dibujos que incluye los de la etapa de Gaudí como estudiante más algunos de Jujol, Berenguer y otros; y un fondo documental de todo tipo.También son muy interesantes los libros de cuentas de Bayó, que fue el constructor de algunas obras de Gaudí, en los que se especifican los sueldos de los trabajadores, los materiales… El tema de la digitalización es el gran reto de la Cátedra. Por ahora sólo está digitalizada una ínfima parte”, relata el director de la Cátedra .
Después de cinco años al frente, ¿qué ha cambiado? “Me encontré una Cátedra sin medios ni presupuesto y enfocada en una dirección, a mi parecer, poco acertada. Ahora podemos decir que los dibujos de Gaudí han sido restaurados, entre otros muchos materiales. La Cátedra Gaudí nunca había sido tomada en serio ni por la propia universidad. Eso no ha mejorado mucho. Todavía faltan fondos. La Direcció General de Patrimoni de la Generalitat, cuya directora actual es la arquitecta Elsa Ibar, lleva varios años aportando unas ayudas económicas que son las que nos han permitido catalogar, restaurar y digitalizar una buena parte de los fondos. Y por fin, ahora, estamos iniciando el volcado de los documentos en una web”.