Habitualmente, cuando queremos entender el pasado de las naciones —aquello que los cursis llaman “memoria histórica”— centramos la mirada en (pesadísimos) volúmenes sobre un período temporal concreto, nos zampamos toneladas de documentales sobre el tema en cuestión y etcétera. Desgraciadamente, demasiado a menudo descuidamos la mejor herramienta para acercarnos a lo pretérito del imaginario colectivo; la literatura, una lupa quizás no tan fotográfica en cuanto al relato de los hechos, pero mucho más inspiradora en términos de comprender un determinado Zeitgeist. Hay rarísimas ocasiones, pienso en tótems literarios como Guerra y Paz y La cartuja de Parma, en donde el relato de unos determinados hechos históricos se hibrida magistralmente con los recursos de la narrativa, a fin de establecer el cóctel perfecto. Toda esta teoría crítica barata viene a cuento por una pequeña obra de arte de podcast con la marca cualitativa de la London Review of books que me ha robado el corazón (y me ha curado el cerebro) durante muchos días: The Belgrano Diary.
Dirigido y locutado por el gran narrador-ensayista Andrew O’Hagan (¡disfruten ustedes de su maravilloso acento escocés!), The Belgrano Diary cuenta uno de los episodios más candentes de la Guerra de las Malvinas; el hundimiento del buque de guerra General Belgrano por obra y desgracia del submarino HSM Conqueror que causó la muerte de más de trescientos tripulantes argentinos, sellando así el triunfo británico del conflicto. Aquí se explican cosas que los historiadores ya habían contrastado lo suficientemente, como el hecho de que Margaret Thatcher decidió personalmente hundir el barco, a pesar de saber a ciencia cierta que se encontraba fuera de la zona de exclusión marítima que su propio gobierno había exigido a los argentinos (de hecho, antes de ser tocado de muerte, el Belgrano estaba alejándose, en plena retirada de dicha línea marítima). En aquellos momentos, ya se intuyó que Thatcher había urdido todo el lío de las Malvinas para superar su crisis de popularidad en el Reino Unido, debido a su programa implacable de recortes en las políticas sociales.
La novedad de esta joya periodística radica en que la historia no se centra únicamente en la crudeza de los hechos (los que tenemos espíritu maquiavélico sabemos que, en un primer término, Thatcher superó muy brillantemente de sus problemas internos mediante esta martingala mortal), sino que sitúa el foco en el dietario que el lugarteniente del submarino Conqueror, Narendra Sethia, escribió sobre los hechos. Este texto, que el autor había confiado sólo a una persona, acabó filtrándose a la prensa y convirtiéndose en una prueba irrefutable de la negligencia asesina de Thatcher en todo el vodevil. Ante un primer embate, la primera ministra logró capear la polémica sobre el contenido de este volumen (¡sí, literario!) aduciendo que el Belgrano configuraba un peligro innegable para los marineros británicos, que llamaba maternalmente our boys; pero la verdad se abrió camino lenta y tozudamente y las revelaciones del texto fueron un escándalo que aceleró la caída de la Iron Lady.
La parte final de este podcast explica muy bien cómo, publicitado el contenido del dietario, el lugarteniente Sethia y sus whistleblowers fueron sometidos a una presión política insoportable. Como siempre ocurre en estos asuntos, y ahora se verá cuando Donald Trump desclasifique de los documentos de los asesinatos de Kennedy y Martin Luther King, por desgracia la verdad llega demasiado tarde como para exigir responsabilidades políticas a los autores de la masacre. Sin embargo, The Belgrano Diary nos consuela con la certeza de que un país como el Reino Unido permite que coexistan el hobbesianismo político más descarnado con una necesaria crítica periodística de los desvaríos del poder. Escuchando este podcast uno siente envidia del reporterismo que se hace nord enllà, tramado con un estilo lingüístico de primera y mediante un trabajo documental espectacular. Podemos criticar tanto como se quiera las grandes potencias, pero lo son también porque revisan sus miserias.
Catalunya tiene profesionales podcasteros de sobras —no sólo en la vertiente periodística, sino también en el aspecto técnico-productor— que podrían parir series documentales como The Belgrano Diary. Desgraciadamente, nuestra tele pública vive más interesada en hacer productos inframentales para centennials y una especie de true crime que se jacta de ser el mejor del mundo y que no pasaría la prueba del algodón de una emisora de pueblo en Estados Unidos. Si no me creéis, escuchad esta joya y veréis cómo se puede conjuntar una literatura íntima como la de un dietario a un fenómeno de escala global. Empresarios de la comunicación, poned la pasta necesaria para hacer cosas como éstas y así conseguiremos productos de calidad que puedan competir con la radiofonía de todo el planeta. Del podcast que os recomiendo hoy, escuchad especialmente la última parte donde se demuestra que, a pesar de la enemistad nacional, los hombres siempre se reconcilian. En este aspecto, somos mejores que las naciones.