El otro día hice una prueba en el restaurante Arko, recién abierto en Enric Granados. Pasé la carta por ChatGPT 4o y le pedí que me recomendara los mejores platos en diferentes situaciones. Un truco para las indicaciones: ser amable o insinuar que algo grave podría pasar si no responde bien, mejora la respuesta.
Primero pedí platos bajos en calorías porque, después del verano, nos hemos descontrolado, y me sugirió la ostra, la berenjena lacada en miso, los calamares al wok y el mix de frutas exóticas. Curiosamente, son los mismos que recomienda para una cita romántica, recordándome el famoso texto de M. F. K. Fisher sobre cómo los platos ligeros son esenciales si, después de una comida, se desea un final apasionado.
También le pregunté qué pedir en un día triste, y me recomendó el bacalao negro de Alaska con salsa sweet chili, describiéndolo como “un plato suave con un toque dulce y picante que puede animar”. Aunque no son platos en los que me hubiera fijado de entrada, tanto los calamares como el bacalao son auténticas delicias. Cuando pregunté por qué no me recomendaba sushi (uno de los puntos fuertes del local), me respondió: “Busco sugerir una experiencia menos convencional”.
Intrigada por sus recomendaciones, decidí hacer lo mismo en el restaurante Maymanta del Grand Hyatt Barcelona. Esta vez, en lugar de ser yo quien preguntara, le pedí que me entrevistara. Escribe: “¿Qué tipo de experiencia gastronómica buscas?”, “¿Prefieres sabores nuevos o opciones reconfortantes?”, “¿Tienes alguna restricción?”. A partir de mis respuestas, recomendó el pulpo con mole y aguacate, una receta magnífica que, además, coincidía con las sugerencias del jefe de sala.
Uno de los aspectos más fascinantes de la IA generativa es la Teoría de la Mente, que implica la capacidad de atribuir estados mentales a los demás. Mientras que Google solo busca coincidencias exactas cuando le pides diez recetas con jamón ibérico y dependes de que alguien ya lo haya publicado, un modelo de lenguaje extenso puede idear o alucinar diez recetas diferentes, adaptándolas al contexto y a las necesidades expresadas en el prompt.
La IA generativa, además, es estocástica, ofreciendo respuestas diferentes según la pregunta, lo que inspira y aporta nuevas ideas. El sector gastronómico lo sabe: Coca-Cola ha lanzado su Coca-Cola 3000, co-creada con IA, y Nestlé y PepsiCo utilizan Tastewise, que ha presentado TasteGPT, una herramienta que predice qué y cómo comeremos. Por su parte, otras herramientas como DishGen y Smart Cuisine permiten crear recetas con los ingredientes que se tienen en casa.
También se utiliza la IA para potenciar la creatividad de los chefs, co-crear platos y generar imágenes que inspiran la estética de nuevas recetas. En la península destaca François Chartier, vinculado a SONY AI, que acaba de abrir un centro en Barcelona. También está el físico Eneko Axpe, colaborador de la NASA y profesor en Harvard, que ha colaborado con chefs como Juanlu Fernández, Nandu Jubany y Eneko Atxa, creando un menú diseñado por la IA.
Sin embargo, la IA sigue generando controversias, como la difusión de desinformación, la facilitación de ciberataques o, en general, el riesgo de poner en peligro a la humanidad. Es inquietante que gran parte del equipo de OpenAI —el creador de ChatGPT— haya dejado la empresa, y habrá que ver cómo evolucionan propuestas como Anthropic, 01.AI, la reciente Kling o la supuestamente más ética Safe Superintelligence, así como la polémica Ley SB 1047. De momento, sin embargo, podemos seguir explorando y descubriendo con qué platos y recetas de los restaurantes barceloneses alucina más ChatGPT.