Lo peor no es que del antiguo cine Comedia pudieran surgir tiendas de moda, oficinas o apartamentos turísticos: eso ya ha quedado suficientemente conjurado, por ilegal. El problema es que la deriva de los últimos años hacia los espacios de nuevo ocio abocan normalmente a chapuzas inmersivas, efímeras exhibiciones de los nuevos prodigios tecnológicos o bien casas de supuesta cultura donde de repente te encuentras que te presentan el modelo de un coche. Pido, suplico, que no nos encontremos con la enésima immersive Barcelona experience donde aparte de poder deambular por el Paseo de Gràcia en una carroza de los años 1880 se nos ofrezca la posibilidad de entrar en los sueños cuadriculados de Cerdà e incluso, por un precio algo mayor (pongamos 60 euros más), se nos pueda enlazar la aventura con la visita onírica a uno de los festivales techno más importantes de Bélgica. Ah, y para que no sea dicho, pongamos un espacio para el teatro. Musical, si puede ser. Y una exposición de arte producido por IA, que no podemos quedarnos atrás. Los mappings nocturnos, tanto nocturnos como diarios y regulares, quedan evidentemente fuera de toda duda.
Hay cosas que sólo se pueden poner en manos del amor, por cursi que suene. Los cines Comedia son unos de los tantísimos que han ido cerrando en Barcelona y en el mundo, con la gran paradoja que fracasan por una línea que todos conocemos como “cine comercial”. Curiosamente, lo “comercial” no vende. Y no vende por varias razones, por Netflix evidentemente, pero también porque ir al cine ya no es un evento social y se ha convertido prácticamente en ir al salón de casa. Incluso las butacas ya parecen diseñadas para que te lleves las zapatillas, y los vestíbulos son de una frialdad aeroportuaria que sólo provocan que te sientas como una palomita. O como un cerdo que va al matadero.
Junto a ello, observen el boom de conceptos como el Phenomena (moqueta roja y programación exquisita) o los Verdi, resucitados hasta el punto de que no cabe ni una aguja. La Filmoteca, me dicen, está a rebosar a pesar de su sórdida ubicación. Es el mismo concepto que triunfa en Nueva York o Londres, donde los nuevos gurús, los nuevos grandes DJ residentes, los nuevos directores de orquesta, son los programadores para cinéfilos. No sólo para cinéfilos: simplemente para todo el mundo que quiera sentir que va a pasar un rato especial, pensado, elaborado de forma artesanal. Lo mejor que está pasando en las salas de exhibición de cine “comercial” es que ya no venden, y que lo que vende es dijéramos lo “alternativo”. El arte, la artesanía, la proximidad, el humanismo, la cultura. Las películas de grandes efectos especiales, o de gran presupuesto, no deben sufrir: pueden tener mejores salidas en grandes cines multisalas donde convivan con la nueva y fabulosa propuesta inmersiva sobre The Lleida Cargol Fair Experience. Con efectos 4D, gafas 360, calidad HD, hiper stereo maxi subwoofer envolving digital punk mega porno, multimedia, everlasting, breathtaking, XXL digital ultimate pro tech versión 7.0.
“Observen el boom de conceptos como el Phenomena o los Verdi, resucitados hasta el punto de que no cabe ni una aguja. La Filmoteca, me dicen, está a rebosar a pesar de su sórdida ubicación”
Propongo que el Comedia vaya hacia el cine. No que vuelva: que vaya. Propongo que lo que se trate de salvar sea la idea inicial, que es lo que hemos perdido durante estas décadas: la originalidad de volver al origen. Si no es posible que sea por la vía del cine, que sea por la vía de las artes entendidas como actividad humana, con piel, rostro, manos. ¿Un teatro? Hablémoslo. ¿Un centro para diversas disciplinas artísticas, una extensión del conservatorio, un espacio de ensayo con exhibición? No sé, todas me parecen bien pero prefiero que el cine Comedia se acerque al cine y que nuestro particular Cinema Paradiso barcelonés dé una lección de dignidad y de estilo tanto en las multisalas como en las minipantallas y en las archiplataformas. Un regreso, sí, pero un viaje. Nos hemos distraído y, mientras nos distraíamos, nos perdíamos la vida. Como ya han demostrado las salas antes citadas, una vuelta a la elegancia y al respeto por el espectador.
Uno de los aciertos de la línea actual de la Conselleria de Cultura ha sido la apuesta por el audiovisual, que es la gran batalla cultural de nuestro siglo (como ya era del anterior, es decir que vamos tarde). Y si algo funciona en TV3 es la creciente inversión en creación cinematográfica/audiovisual (preferiblemente no siempre en español). El Comedia, céntrico como es, debe ser una primera señal para los barceloneses: Barcelona ha vuelto. Barcelona no está a la venta, y sabe hacer, como los modernistas, cosas enormes con los materiales de siempre. Ah: y en los Jardinets que hagan la comedia que quieran, pero el corazón de nuestro Paseo de Gràcia no se toca.