Laura es científica, viste bata blanca y raramente sale de su laboratorio. Tiene la ambición de mejorar la sociedad, por lo que se concentra en el detalle de su investigación. Pero aún no sabe a dónde la llevará. Junto a su equipo, cada día se plantea preguntas y procura obtener respuestas y evidencias. Registra el proceso, apunta los datos y la información. Son años de pruebas y años de errores y un día, quizás, aparezca un cambio sustantivo. Un detalle que marque la diferencia.
En Barcelona se emprende desde laboratorios a través de spin-offs con bases sólidas en la investigación científica y tecnológica. El ecosistema de centros de investigación de Barcelona no solo ha impulsado el crecimiento económico local, sino que ha contribuido significativamente al avance de sectores como la biotecnología, la inteligencia artificial y la salud. Y el papel de mujeres como Laura ha sido decisivo.
Catalunya, con su rica tradición en investigación científica y tecnológica, es un referente internacional en la transferencia del conocimiento al ámbito empresarial. Sin embargo, cuando se analiza con detalle la participación de las mujeres en este ecosistema, emergen desequilibrios que nos llaman a la reflexión y acción.
En los centros universitarios y de investigación de Catalunya, las mujeres constituyen el 55% del personal predoctoral, un dato alentador que demuestra cómo las jóvenes investigadoras están eligiendo la ciencia como una carrera viable. Pero esta cifra se desploma drásticamente al 27% cuando hablamos de líderes de grupos en investigación. Este patrón se repite en el ámbito universitario, donde solo el 30% de la investigación está dirigida por mujeres, y apenas el 34% de los grupos de investigación cuenta con liderazgo femenino.
Esto pone de manifiesto un problema estructural que afecta el progreso profesional de las mujeres en la ciencia y en el impulso emprendedor. El reciente informe Women in the Entrepreneurial Ecosystem of Spain 2024, elaborado por la Plataforma ONE, lo deja claro: aunque las mujeres cada vez muestran mayor intención de emprender, el número de aquellas que logran fundar o liderar startups sigue estancado.
Las startups fundadas por hombres atraen más inversión, tienen mayores redes de contacto, y siguen siendo percibidas como apuestas más “serias” o “ambiciosas”
En 2023, el 10,9% de las mujeres en España expresó su intención de emprender, una cifra superior al 8,8% registrado en 2022. Este crecimiento es prometedor. Demuestra que el espíritu emprendedor femenino está vivo, activo y decidido a aportar valor. Pero cuando miramos cuántas de esas intenciones se convierten en proyectos empresariales innovadores, nos encontramos con un dato inmóvil: solo el 20% de las startups innovadoras cuentan con fundadoras. Peor aún, apenas el 8% son fundadas exclusivamente por mujeres.

¿Qué frena esta transformación? No es la falta de ideas ni de talento. Las motivaciones están claras: autonomía, impacto social, equilibrio entre vida laboral y personal. Las emprendedoras no solo quieren innovar, también buscan hacerlo desde un propósito transformador. Entonces, ¿por qué siguen tan lejos del centro del ecosistema startup? La respuesta es tan estructural como cultural: el acceso a financiación sigue siendo mucho más difícil para las mujeres. Las startups fundadas por hombres atraen más inversión, tienen mayores redes de contacto, y siguen siendo percibidas como apuestas más “serias” o “ambiciosas”. El sesgo es real, aunque pocas veces se reconozca abiertamente.
También hay una trampa invisible en la narrativa del emprendimiento femenino: se valora y se celebra… mientras no ocupe demasiado espacio. Aplaudimos a mujeres emprendedoras en sectores “blandos” o con impacto social, pero les cuesta mucho más escalar en industrias tecnológicas, recibir rondas de inversión millonarias o figurar entre los “unicornios” del panorama español. Por suerte, algo se está moviendo en Barcelona. Redes de business angels como WeRockCapital creada por Helena Torras y Ana Rebollo, Sheblooms, o WA4STEAM están ayudando a cambiar las reglas del juego, ofreciendo formación, financiación y visibilidad a emprendedoras con proyectos sólidos y disruptivos.