La humanidad necesitaría anualmente 1,75 planetas como la Tierra para satisfacer la actual demanda de recursos naturales. Así, mantener el ritmo de consumo que ahora impera en el mundo implica comprometer el futuro de las generaciones venideras, ya que se están agotando reservas que corresponden a las sociedades del mañana. “Esto no es sostenible” y, para revertirlo, las empresas están llamadas a ejercer un rol fundamental, como ha asegurado la socia de Miura Esther Sarsa. “Las empresas y también los consumidores pueden trabajar para cambiarlo”, ha proclamado junto a la directora de B Lab y del Movimiento B Corp en España, Belén Viloria, en una nueva sesión del ciclo The New Barcelona – Moments Estel·lars, organizado por The New Barcelona Post con la colaboración de CASA SEAT, Barcelona Global, Must Media Group y Giny Barcelona.
Ante un incierto futuro sostenible lleno de interrogantes, las Naciones Unidas acordaron en 2015 fijar un rumbo conjunto mediante la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), como ha recordado Sarsa. Desde entonces, el calendario ha ido avanzando, y también los Estados y las empresas, pero no al mismo ritmo. A seis años de alcanzar el deadline, “para 2030 se proyecta actualmente que estamos en vías de lograr un 15% de lo que nos comprometimos como humanidad”, ha ilustrado la socia en Sostenibilidad de Miura, en una sesión conducida por el periodista y profesor de la UPF-BSM Toni Aira, bajo el título Del propósito a la acción. El rol fundamental de la empresa para un futuro sostenible.
La también miembro de Women Action Sustainability y asesora en Roots for Sustainability y Ship2B ha lanzado su receta ante esta situación: “La empresa desempeña un rol fundamental, pero la solución es sistémica: todos estamos relacionados, tanto entidades públicas como privadas, como la ciudadanía. Todos tenemos algo que decir” para contribuir a hacer un esprint final para situar los ODS más cerca.
De cara a 2030, actualmente se proyecta que se logrará un 15% de lo que se estableció en la Agenda 2030 de los ODS, y las empresas y consumidores están llamados a ensanchar esta previsión
¿Y qué papel puede jugar la ciudadanía? “Les invitamos a reescribir la historia con nosotros, a consumir de otra forma, a leer qué hace una empresa y cómo lo hace a la hora de consumir su producto”, ha destacado la directora del movimiento B Corp en España. Facilitando esta tarea al consumidor, B Corp desarrolló hace dos décadas un sistema para certificar que una empresa trabaja cumpliendo unos estándares y prácticas que generan un impacto positivo en vertientes como el medio ambiente, la comunidad, los trabajadores y su gobernanza. Así, B Lab estableció estos estándares con el objetivo de “utilizar la fuerza de las empresas para hacer las cosas mejor y transformar el sistema económico en uno más justo, más inclusivo y más regenerativo”.
Concretados en 200 indicadores, el cumplimiento de estos estándares de B Corp certifica que una empresa da pasos para transformar la sociedad en positivo. Nacido hace 20 años en Estados Unidos y establecido en España desde Barcelona hace una década, el movimiento B Corp cuenta ahora a escala global con 8.500 empresas en 160 países. En conjunto, las compañías forman parte de cerca de 170 industrias distintas, y incluyen a compañías de todos los tamaños, que en España se distribuyen en un 70% de pymes y un 30% de grandes empresas.
Muchas de las compañías que forman parte de este movimiento sin ánimo de lucro logran ser certificadas como B Corp tras un proceso desarrollado “a pasitos pequeños” dentro de un “proceso de no retorno”, que empieza autoevaluando el cumplimiento de los requisitos de B Lab y sometiéndose a la verificación de un analista externo. Sin embargo, “puede haber muchas empresas que sean B Corp y no lo sepan”, llevando en su ADN las prácticas de una B que hace referencia a los beneficios que genera una empresa, más allá de los económicos.
“La certificación es la ventana de entrada y, una vez conseguida, llevamos a cabo acciones conjuntas para empujar la acción de las empresas”, ha resaltado Viloria, que ha ilustrado esta acción en avances como el “hito” logrado en España al crear la figura de las sociedades de beneficio e interés común (Sbic). “Son empresas con propósito, que cumplen con nuestros requisitos y que tienen como objetivo el impulso del impacto positivo social y medioambiental”, ha remarcado Viloria, que ha asegurado que las empresas B Corp incrementan sus ingresos un 30% y retienen mejor el talento.
Además de talento e ingresos, estas empresas con propósito requieren otros elementos para crecer, especialmente la financiación. Y aquí es donde entran actores como Miura Partners. “Invertimos en empresas que están haciendo las cosas bien, que tengan un propósito y que generen un impacto positivo”; en definitiva, empresas impulsadas para atacar un problema social o medioambiental, según Sarsa.
La directora ejecutiva de B Lab en España asegura que las empresas certificadas como B Corp incrementan sus ingresos un 30% y retienen mejor el talento
El objetivo no es sólo aportar recursos económicos, sino también conocimiento del ámbito de la sostenibilidad, para contribuir al crecimiento de proyectos de impacto. “Ayudamos a las empresas y las ayudamos a crecer”, poniendo el acento no sólo en su propósito, sino también en los métodos y el proceso para conseguirlo. La firma de capital privado lo hace enclavada en un ecosistema barcelonés repleto de startups y compañías con potencial de generar un impacto sostenible positivo, “empresas con proyección que creen en la transformación”.
Y Miura no encara esta labor en solitario: “En diez años ha crecido de forma exponencial la cantidad de dinero que se ha destinado a la inversión de impacto”, ha manifestado Sarsa. Y del balance de los últimos años, a los desafíos de los próximos: “El mayor reto es pasar de la verticalidad a la horizontalidad”, ha avisado Viloria. En este sentido, ha sostenido que el compromiso que adquieren las empresas mediante la responsabilidad social corporativa (RSC) es positivo, “pero es un parche” y no la solución definitiva ante el cambio que demanda un futuro más sostenible.
Ante este cambio, la también directora ejecutiva de B Lab Spain ha situado otro gran reto: dejar de concebir esta transformación como un elemento vinculado a una determinada área y pasar a verlo de forma global: “Es necesario darnos cuenta de que todo lo que hacemos influye”. Por ello, “hay que enfocar todas las decisiones en la misma dirección”: aquella que permite avanzar hacia un sistema más sostenible tanto social como medioambientalmente.