Cierra los ojos unos segundos y piensa en una risa que te venga a la cabeza. Seguro que al recordarla se te ha dibujado una sonrisa en los labios y te ha cambiado un poco el ánimo. La risa tiene poder. Técnicamente la risa es: “Un movimiento de la boca y otras partes del rostro, que demuestra alegría. Es la voz o sonido que acompaña la risa”. Según este significado oficial, la risa es tanto la expresión, el gesto facial, como un sonido concreto que, se escuche desde donde se escuche, es fácilmente identificable. El verbo reflexivo de reírse y la risa en sí es sumamente transformadora, la risa te protege, te cuida, te salva. Hay muchos tipos de risa, también hay la risa hostil, la sarcástica y la irónica, pero estas no nos interesan ahora.
Hoy quiero hablaros de la fuerza de la risa. De la fuerza de una buena carcajada, de un ataque de risa… la fuerza de una boca grande, honda, ancha y libre que se contrae, se abre, se cierra, sonríe y va soltando unos sonidos únicos e irrepetibles. Esa explosión, esa espontaneidad de alegría, de endorfinas, de amor, de complicidad, de asentimiento, de vitalidad, es infalible. La risa no la puedes provocar, la risa salta y se presenta, es desafiante. La risa explota de tus entrañas, de tu cerebro, de tu corazón, de una emoción, del intelecto, del humor, del miedo y de la rabia también. La risa enamora.
De la risa se ha elaborado incluso una terapia con tintes de filosofía, la risoterapia donde grupos de personas, guiados por terapeutas, se reúnen y se provocan la risa para generar endorfinas y obtener sensación de bienestar y de felicidad. La risa desbanca al interlocutor, es un arma que te hace ganar tiempo, y cambiar el tono de la conversación. La risa nos acerca a los seres humanos. El filósofo Aristóteles ya decía en el siglo IV a. C. que la risa es lo que diferencia al ser humano de los animales.
Kamala Harris ha abierto el debate de la risa. Ha puesto la variable encima de la mesa. La abogada y vicepresidenta de los Estados Unidos es la candidata del partido demócrata a presidir el país. Es mujer, negra, carismática, lista, elegante y valiente. Una de las formas que tiene de mostrar su valentía es cuando se ríe. Se ríe sin pedir permiso ni perdón, y eso molesta al adversario. Molesta a medio país conservador, puritano, reprimido, convencional y tradicional. La risa tiene ese punto de canalla, de transgresión, de libre, de malote, de travieso, de líder de pandilla, de patio de colegio. Y eso es muy difícil de transmitir si no es de verdad.
La risa es una forma clarísima de liderazgo. Es un liderazgo alegre. Y desde esa alegría fuerte, valiente, amable, negociadora y descarada se pueden construir empresas, países, marcas y sociedades. Podríamos decir que, tal vez la risa, esa risa de Kamala, espontánea, natural y cómplice podría ser también un rasgo del feminismo inclusivo y transversal. Un rasgo de esa quinta ola del feminismo que, como hacen las manchas de aceite, se va expandiendo por el globo. La risa nos acerca y saca lo mejor de nosotros. La risa es sexy, carismática y ganadora.