En un mundo donde el contexto geopolítico parece cada vez más incierto, el Puerto de Barcelona pone las luces largas para mantener su liderazgo. Su presidente, José Alberto Carbonell, aspira a atraer grandes centros logísticos, consciente del efecto tractor que tienen en las rutas de muchas navieras. “Lo que nos piden el 70% de nuestros clientes es conectividad”, ha apuntado Carbonell en una conferencia este viernes del Cercle d’Infraestructures, cita obligatoria para todos los recién nombrados presidentes de la institución.
Cuando multinacionales como Mango hacen llegar sus productos a través del puerto, las navieras desvían sus rutas marítimas y establecen en Barcelona su primera base en el Mediterráneo. Esto acaba beneficiando a aquellas pequeñas y medianas empresas que también llenan contenedores pero tienen menos poder de mercado que la firma con sede en Palau-solità i Plegamans, que distribuye a sus tiendas de todo el mundo desde el almacén que tiene en Lliçà d’Amunt.
En esas 17.000 empresas exportadoras catalanas se fija Carbonell para desarrollar más centros logísticos. No solo impacta en el puerto la operativa de Mango, con sus prendas fabricadas mayoritariamente en China, sino también la de otras marcas como Decathlon y Lidl. Ambas distribuyen sus productos para toda Europa desde la capital catalana. La primera, con un almacén de 92.000 metros cuadrados en la ZAL, envía su material deportivo a la veintena de centros que tiene repartidos por el continente, con 130 millones de artículos expedidos cada año.
Durante la conferencia, Carbonell también ha puesto el foco en un conflicto que hace décadas que arrastran, la difícil convivencia entre puerto y aeropuerto. Con barcos cada vez más altos y, por tanto, grúas de mayores dimensiones para poder descargar sus contenedores, los planes para seguir dando servicio a las navieras se ven frenados por la operativa de los aviones, teniendo en cuenta que requieren una distancia de seguridad para aterrizar.
“Estamos trabajando para hacer compatible puerto y aeropuerto”, ha remarcado, poniendo en valor que ambas son infraestructuras de primer nivel y tienen que convivir. Ahí entra en juego el futuro Muelle de Catalunya, que ya ha empezado a dar sus primeros pasos, con el encaje aún pendiente de resolver. Además, el puerto quiere afrontar la necesidad de un mayor calado en sus instalaciones, con unos barcos cada vez también más hondos. La falta de profundidad ya les ha hecho perder algún cliente.