Según la RAE, las proteínas son moléculas formadas por aminoácidos, son fundamentales para el equilibrio y el buen funcionamiento de nuestro organismo; son multifuncionales, pues controlan diversas actividades vitales, tales como crear, regenerar y reparar tejidos y oxigenar el organismo; así como proteger al cuerpo de infecciones. En pocas palabras, la proteína sería como la gasolina para un coche, o el oxígeno para respirar o el agua para sobrevivir.
Cuando miramos la etimología de las palabras podemos entender muchas cosas, la esencia de su creación, qué querían explicar, qué conocimiento querían resumir en 7-8 letras. La palabra proteína proviene del griego “proteos” que quiere decir “fundamental”. Entonces, si algo es fundamental es que es parte del fundamento, de la base, de su función primaria. Vamos, que sin eso, la cosa no funciona, no sobrevive.
Este mes de marzo está siendo muy intenso, tanto que me ha parecido irónico titular esta columna con esta palabra que a priori está vinculada al mundo de la alimentación. Y así lo voy a hacer. Empecé el mes participando como jurado de los Premios Innoval para el Salón Alimentaria de Barcelona. En este trabajo me sorprendió que casi todos los productos que estábamos valorando y probando llevaban la palabra proteína en sus envases, que había proteína añadida a un lácteo, a un pescado, a una carne, a un embutido, a una legumbre, y me sorprendió la necesidad de enfatizarlo, de resaltarlo no solo en sus características técnicas, sino en el propio nombre del producto y en su publicidad. Me preocupó esta necesidad de poner la palabra proteína en la agenda de la alimentación de una forma tan descarada.
El mes ha seguido con cuatro conferencias, y cuatro entrevistas, donde he podido explicar, como hace veinte años que hago, la importancia de las marcas con mirada de género y la importancia de hablar femenino para seducir al 80% del poder de compra del mercado. Será porque es el mes del 8 de marzo, el mes violeta, el mes en el que el mundo se acuerda que las mujeres existimos, trabajamos, compramos y cuidamos. Es el mes del año donde la sociedad se da cuenta de que las mujeres somos y estamos.
Y esto me ha generado siempre una dicotomía sobre si debería decir que no a todo este boom lila y feminista del mes de marzo porque, para nosotras, marzo es todo el año. Y al final pienso que todavía estamos en P3 (pre-escolar) del feminismo a nivel global y sí que es necesario reforzar el mes de marzo con más debates, más entrevistas, más calle, más podcasts, más conferencias, más tertulias, más talleres in-company y más artículos. Es necesario porque sigue habiendo violencia machista en entornos controlados y este mes de marzo se ha llevado a Nuria López, la responsable de cocina del centro penitenciario Mas d’Enric, en Tarragona, asesinada por un preso. También tenemos al mediático, millonario y violador Dani Alves quien, aportando un millón de euros de fianza, tiene la libertad vigilada habiendo una sentencia que lo culpa.
Y esto me ha hecho vincular proteína y feminismo. Me ha hecho volver a lo fundamental de los derechos humanos, a la esencia del feminismo, a la base a la proteína de la libertad, la igualdad y la democracia. Y sí, tal vez tengamos que ponerle más proteína añadida a todos los alimentos para que el mercado sepa que ese producto le conviene. Y tal vez, tengamos que ponerle más feminismo añadido a todo, a la empresa, a la educación, a la familia, a las relaciones, al amor y también al sexo. Para que tomemos consciencia de aquello que es fundamental.
El feminismo no se negocia.