Su nuevo estudio en una de las fincas regias de la Plaza Villa de Madrid en el barrio Gótico de Barcelona destila todo lo que ofrece a sus clientes. Un enorme Buda pintado al carbón da la bienvenida: “Esta pieza ha estado en todos mis despachos”, nos comenta Pilar mientras remarca que hace tanto sol en la sala principal de la oficina que tienen que cerrar las contraventanas. “He creado un equipo. No soy Pilar Líbano, es el estudio de Pilar Líbano. Somos cinco personas y a veces seis. Y muchas veces colaboramos con el equipo de mi pareja, Jaime Pons, que también son cinco. Cuando nos unimos, somos un equipo más grande”.
Hablar con ella es un placer porque es tranquila, mueve sus manos con delicadeza y tiene claras sus preferencias. ¿Ha cambiado mucho el interiorismo en el siglo XXI? “Más que un cambio de gustos es una adaptación a los nuevos tiempos, a las nuevas tendencias. En cuanto a la parte técnica, las obras son cada vez más exigentes”.
¿Cuáles son sus preferencias en cuestión de materiales? “Siempre he tratado de trabajar con materiales nobles que envejecen con el tiempo. Mi intención es crear viviendas y espacios atemporales donde se vea el alma de la persona que vive o trabaja ahí más que buscar tendencias muy vanguardistas. Los muebles han evolucionado mucho. Una evolución brutal. Ha cambiado la manera de vivir, también el mueble. Ahora la gente vive en sitios pequeños. El mueble clásico ya no se usa, hay una clara preferencia por muebles más ligeros. Pero yo siempre trato de buscar un mueble con personalidad que compro en un anticuario o en dévalage. Soy consciente que los anticuarios ya no están de moda, pero todavía quedan algunos abiertos. Y soy fan de los dévalages; frecuento los de Aviñón, Beziers, Montpellier o incluso alguno en Holanda. Tengo contactos en varios sitios y también en algunos anticuarios de aquí. Al cliente le gusta mucho participar en el diseño de su casa y a mí me gusta que las casas hablen de quien las habita”.
Abanico de clientes
Uno de sus primeros clientes fue su amigo Antonio Miró. Ideó sus tiendas de Barcelona y de Bilbao y creó el Hotel Miró, que años después se ha convertido en uno de los buenos vecinos del Guggenheim. Desde entonces ha dejado su impronta en tantísimos proyectos, como el interior del Real Club de Golf El Prat de Terrassa, cuyo edificio firmó Carlos Ferrater, o el Restaurante del Círculo Ecuestre.
El confinamiento pilló de pleno la inauguración del take away El Kao Street, en la calle Bisbe Sivilla del barrio de Sant Gervasi. “Ya había trabajado con la familia Kao en su hotel de Andorra —explica Líbano— y me pidieron que hiciera un local en Barcelona para servir sus pedidos con una estética moderna que fuera acorde con el restaurante Kao. Estuvo cerrado, pero ahora el concepto es perfecto porque sirven comidas a domicilio”. Otro de sus encargos de restauración fueron los mexicanos Hoja Santa y Niño Viejo, de Albert Adrià y Paco Méndez, dos negocios independientes pero vecinos en la Avenida Mistral, cuyo mobiliario fue diseñado íntegramente por el estudio de Líbano.
También tiene mucha experiencia en el sector hotelero. “Ahora estoy haciendo un hotel en Oporto y un agroturismo en la zona Norte de Menorca, y sigo ocupándome de la reforma del Hostal Empúries, que vamos haciendo por partes para no cerrar nunca el establecimiento”.
Aunque le llueven los encargos de toda España, ella siempre ha preferido tener el campamento base en Barcelona. “Llevamos un año y medio en este piso de la Plaza Villa de Madrid y puedo decir que es mucho más tranquilo que el anterior despacho de Rambla Catalunya, donde estuvimos veinte años. Tengo claro que quiero trabajar siempre en Barcelona y en un estudio pequeño. Me gusta colaborar con otras personas pero sin perder la esencia”. ¿Qué puede decir de las diferencias entre Madrid y Barcelona? “Son dos velocidades arquitectónicas; cuando trabajo en Madrid tengo que cambiar mi mente. Es totalmente diferente”.
Gaudí y Coderch
Barcelona no se entiende sin Gaudí y Coderch. ¿Cómo define a estos dos grandes creadores? “Gaudí fue un personaje importantísimo para Barcelona, la modernidad en el momento, un hombre extraordinario y artesano a la vez. Tenía el don de la artesanía, del saber hacer. Y Coderch es el mundo de las ideas, el mundo de los espacios. Todo lo que ha venido después ha sido una copia de Coderch”. ¿Puede nombrar algún arquitecto más de referencia? “Me encantan los portugueses como Álvaro Siza y Eduardo Souto de Moura o el brasileño Isay Weinfeld”.
El arte le rodea y precisamente contactamos con ella para esta entrevista porque ha vuelto a la Galería Àngels Barcelona, un espacio que diseñó hace trece años, para presentar una exposición-homenaje al espacio doméstico. El local de Àngels Barcelona de la calle Pintor Fortuny fue antes un garaje de reparación de coches y, en 2007, se transformó en una galería con dos espacios para exponer y unas oficinas interiores.
“Gaudí fue un personaje importantísimo para Barcelona, la modernidad en el momento, un hombre extraordinario y artesano a la vez. Tenía el don de la artesanía, del saber hacer. Y Coderch es el mundo de las ideas”, sostiene la interiorista
Dos espacios es una muestra curiosa porque presenta dos espacios con el sello Líbano. “Quería mostrar la relación del arte con la vida cotidiana; las obras salen de la galería y llegan a las casas. En el salón propongo un diálogo entre una foto de una ventana de Mabel Palacín con una instantánea de la serie Herbarium de Joan Foncuberta con el Homenaje al Bosco de Esther Ferrer, entre otras. La idea es una gran composición como si se tratara de un gabinete”. Y en el comedor-despacho también hay un diálogo entre las obras de arte y los muebles. “Las paredes son espejos y hemos elegido obras como la fotografía de Peter Downsbrough que estudió arquitectura y que presenta un trabajo de reflexión sobre la geometría, los números primos entrelazados de Esther Ferrer o los textos de Pep Agut y Daniel G. Andujar”. El diálogo funciona.
El despacho en casa
Ahora todo el mundo se plantea las necesidades de su hogar para adaptarse a la nueva realidad del teletrabajo y muchos de sus clientes le vuelven a llamar: “¡Oye! Yo quiero un despacho, yo quiero un comedor-despacho o quiero verme reflejada en una habitación fresca —estas son las peticiones más comunes—. También les importa la cocina, quieren una cocina muy vivida. Me encanta que me llame la gente a la que he hecho casas para que les cambie algo… Yo trabajo mucho la relación con el cliente”.
Si alguien contacta con su estudio para dar una vuelta a la decoración de su casa… “Lo primero que les pido es que hagan deberes: ¿Qué le gusta? ¿Dónde se encuentra más cómodo? Empiezo por dónde se encuentran cómodos, dónde están confortables. Ahí empieza la relación. Es un trabajo a dos”.