Es mediodía y Olaf Pla Gracia llega al Bar radiante, tras el chapuzón matutino que, cada día durante los últimos tres años, se ha venido dando en las aguas del Mediterráneo. De fondo el Bird doggin’ de Gene Vincent y, para empezar, “una cerveza de trigo, por favor”.
“Mi padre era veterinario en León y se ganaba bien la vida, pero una noche, acudiendo a una urgencia a un pueblo, se salió de la carretera y se incrustó con el coche en un río helado. Por poco no lo cuenta, por eso decidió buscarse un trabajo más seguro y acabó recalando aquí, en Barcelona, trabajando para Bayer, mejorando el nivel económico de la familia y sacrificando su amado contacto con la naturaleza”, explica el parroquiano, que llegó aquí a principios de los 70 y enseguida acudió a la llamada de aquella incipiente escena del R&R local, pero sin perder nunca el vínculo con su ciudad natal.
Su primera banda fueron Los Insolventes, “con los que tocábamos cuando volvía a León y con los que llegamos a grabar un EP. Recuerdo el concierto de despedida, en Ribadesella, Asturias, teloneando a Los Cardíacos y con unas gogós guapísimas”, ríe. Pero en 1987, por una serie de casualidades originadas en los camerinos de la sala Bikini, fundó Los Bidones, la que ha sido su banda —con algunas intermitencias— desde entonces y con los que justo acaba de publicar su segundo álbum, Tercer tiempo (Bidón).
Olaf Pla Gracia trabaja en un libro fotográfico que recoge sus experiencias con el R&R
“Yo he sido estudiante de INEF y profesor de educación física y, en mi vida, el rugby ha sido muy importante. Mi mentor y entrenador fue José Antonio Sancha, un nombre fundamental para el rugby español y el hombre que tantas lecciones de vida nos dio a tantos. En todo encuentro de rugby hay tres tiempos. Los primeros dos, en el terreno de juego. El tercero, fuera del campo, cuando los jugadores de ambos equipos confraternizan y beben cerveza dejando de lado las rivalidades que hayan podido surgir durante el partido. De ahí el título del disco, que resume muy bien el carácter lúdico de Los Bidones: apenas sí ensayamos y jugamos sobre los escenarios con un repertorio de R&R crudo de versiones y temas propios. ¡Estamos instalados en un tercer tiempo perpetuo!”, exclama, mientras bebe su cerveza de trigo y piensa en todos esos fans y en el nutrido número de amigos —“que son un tesoro”— que le siguen en sus correrías.
Alma fotográfica
A la de músico, showman y deportista, Olaf Pla suma una tercera faceta, la de fotógrafo. “Mi bisabuelo ya era fotógrafo y su hijo, Pepe Gracia, también lo fue. De hecho, tiene hasta una calle a su nombre en León”. El parroquiano rememora la magia de aquel cuarto de revelado de su abuelo, un magnetismo que le atrapó. “Mi madre, Belita, que tiene ahora 99 años, también fue fotógrafa amateur. Es algo que llevamos en la familia”.
—¿Tú también has hecho tus pinitos con la fotografía, ¿no?
—Sí, porque además del blanco y negro, con el que he trabajado a nivel personal, me curtí en el color haciendo reportajes de viajes y eventos para revistas como Custom Machines, Moto Clásica o Cáñamo”, replica el músico, que liquida su cerveza de trigo y pide proseguir con “una buena Guinness”, antes de adelantar una primicia: “Estoy trabajando en un libro fotográfico que recoge mis experiencias con el R&R: conciertos, motos, gente de la escena rocker. Espero que la obra vea la luz este 2024. ¡Hay que seguir jugando!
¿Quién dijo que lo del R&R sólo iba de sonido?
La ciudad que se lo ha dado todo
El parroquiano se siente en deuda con Barcelona. “Me ha dado todo: el R&R, las motos, el deporte, mi profesión y ese mar en el que cada día nado a orillas de la Barceloneta. Estoy enamorado de esta ciudad”. A su vez, el suyo es uno de los rostros de referencia de su mapeado underground y subcultural urbano, asociado a rincones emblemáticos como el Angelot, el Sidecar (donde debutaron oficialmente Los Bidones hace ahora 37 años) o el 99% Moto Bar.
En este amor por Barcelona, hay algunos peros. “Me molesta la mala educación, la poca consideración que se tiene aquí por el que está al lado. Supongo que es algo endémico de las grandes ciudades, pero creo que, en los últimos años, en Barcelona el incivismo ha ido a peor”, lamenta con su black ale a medio beber.
—Lo que no ha ido a peor, sino que mejora cada día, es nuestra oferta culinaria, por si quieres acompañar lo que queda de la Guinness con algo rico.
Olaf Pla Gracia sonríe ampliamente al compás de Bluejean bop de Gene Vincent.
—Yo soy de menú, pero menú con todas las de la ley, con su vino y su postre, ¿eh?—, replica.
—¡Pues no podrías estar en un Bar más adecuado!