Ferran Barenblit, director del Macba. @Miquel Coll.

“El mercado gobierna en el arte mucho más que las instituciones, la academia o la crítica”

El director del Macba acaba de presentar la programación para los próximos 18 meses y muy pronto mostrará al público la colección privada que Rafael Tous ha legado al museo. También en unas semanas se fallará el concurso de ampliación del edificio, espacio en el que se prolongará la nueva narrativa de la colección permanente del museo, que es también aportación suya. Pese a todo, no renueva contrato: se irá a finales de año, dejando un museo que “es más museo; un museo de futuro”.

Sostiene el director del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), Ferran Barenblit, un concepto muy personal y al tiempo sólido de lo que ha ser un museo: un lugar de reflexión, de formación y estudio independiente, escaparate de grandes exposiciones internacionales pero “contaminado” de lo más emergente y local. A su juicio, la idea se ha hecho realidad en esta casa en los últimos cinco años, que son los de su dirección.

Se va, a su pesar. Dejando empero “un Macba de futuro”. Acaba de presentar la programación para los próximos 18 meses, un proyecto de ampliación cuyo concurso arquitectónico se falla el próximo mes, y una colección privada que ha sumado a los fondos del museo: la Colección Rafael Tous, más de 1.000 piezas de arte conceptual de entre los años 60 y 80. También ha dejado un nuevo orden dentro de estos muros blanquísimos: una narración histórica de la colección permanente del museo, que cronológicamente recorre la evolución del arte desde 1929 hasta hoy. En definitiva y en sus palabras, “un museo que es más museo, pensado a muy largo plazo”. Y se lleva Barenblit el mérito de haber mantenido la cultura y la taquilla abiertas en medio del parón.

Desconozco los motivos del cambio en la dirección, pero se intuye su naturaleza: “Las instituciones y programas culturales, para ser ambiciosos a largo plazo, debieran ser independientes del devenir político”. Venía en 2015 de haber dirigido el Centro de Arte Dos de Mayo de la Comunidad de Madrid y, antes aún, el Centre d’Art Santa Mónica; comisario de l’Espai 13, de la Fundació Joan Miró y, previamente, asistente curatorial en The New Museum, Nueva York, donde trabajó junto a su directora Marcia Tucker. A Nueva York había llegado para estudiar Museología en la New York University, procedente de Historia del Arte en la Universidad de Barcelona, ciudad a la que se mudó cuando cursaba segundo de primaria, procedente de Buenos Aires, donde nació Fernando Barenblit en 1968. Sus recuerdos de aquella infancia, recién llegado, son los de “un exilio duro”, pese que su familia se sintió muy bien acogida por la ciudad. Su nuevo y próximo exilio, por suerte, serán el estudio y la escritura. Tal vez nos sorprenda con un buen cuento el director.

Acumulació/Integració (1973), de Àngels Ribé. Una de las piezas de la Colección Rafael Tous.

Empezamos hablando de la perspectiva inmediata de los museos, hoy medio vacios, después de años sometidos a la fiera ley del híper consumo: carreras por el número de visitas, colas insoportables, ránkings… ¿Tendremos la suerte de que vuelvan a ser lugares para la reflexión, el aprendizaje, el debate y el disfrute? “Creo que nunca habían dejado de ser ese lugar de reflexión y conocimiento, pese a que la falta de recursos que heredamos de la crisis del 2008 nos presionara hacia un modelo donde prima el componente cuantitativo o donde el éxito equivale a cantidad”. O lo que él acertadamente denomina “modelo Blockbuster” (éxito de taquilla). Un modelo, dice, resultante de la mala aplicación del capitalismo neoliberal. “Aquí nunca se ha optado por ese modelo, porque la raíz del Macba está en el pensamiento crítico, la actitud política y el diálogo con el contexto. Yo confío en que esta noción de éxito esté cambiando y se produzca un reencuentro con el humanismo”.

La falta de recursos que heredamos de la crisis del 2008 nos presionara hacia un modelo donde prima el componente cuantitativo o donde el éxito equivale a cantidad

También a causa del fiero neoliberalismo se habían convertido los museos en una especie de franquicia, clones unos de otros. Él mismo expuso en l’Espai 13 de la Fundació Miró a las grandes vedetes, Cattelan, Koons y otros. “Aquella exposición (Ironía, 2001) fue lo opuesto al vedetismo, hubo grandes artistas de relevancia internacional y otros locales, igualmente importantes pero que aún no traspasaban las fronteras. Uno no puede renunciar al trabajo de figuras como Koons o Cattelan, que han escrito páginas muy importantes”.

–¿Tiene sentido hoy recurrir al ready made que Duchamp “inventó” hace más de cien años?

–Claro que tiene sentido. La lógica del ready made, la confrontación del arte con la realidad o lo que ésta debiera ser, continúa siendo atractiva y apasionante. Artistas como Wilfredo Prieto, que lo replantea desde una práctica valiente y cuestionadora, o Piero Manzoni, con su constante entrecomillado, son apasionantes.

Si bien es cierto que el arte ha de apelar a su historia, ¿qué valor tendría practicar ahora, pongamos, el neoplasticismo? Si cada corriente tiene su momento y su contexto histórico, ¿cuál o cuáles serían las de hoy, el post conceptualismo tal vez? ¿Qué hay de nuevo en las artes plásticas? “El valor en arte es la innovación, sin duda, y no tiene sentido trasladarse a momentos pretéritos de la historia del arte sin que exista un proceso de resignificación. Pero el ready made no es una corriente sino un camino, que se sostiene, como el cubismo y su ruptura de la forma convencional de representación de los planos, o como la abstracción como oposición a la figuración. Démonos cuenta que el arte evoluciona ligado a la historia, y que entre 1900 y 1945 Europa vivió una serie continuada de cataclismos y cambios radicales”.

Ferran Barenblit lidera actualmente el proyecto de ampliación del Macba, pero dejará el cargo a finales de año. @Miquel Coll.

Y en cuanto al presente, al post conceptualismo, añade: “No pondré nombres, no me parece oportuno, pero vivimos en medio de una realidad muy compleja en la que la herencia conceptual sigue siendo muy bienvenida; a partir de ahí, se pueden ir incorporando capas de pensamiento político y, lo más urgente hoy, sería plantear una reflexión sobre la forma en la que queremos vivir, cómo queremos que sean nuestras relaciones emocionales. Hemos de dejar paso a un arte que discuta los valores convencionales del colonialismo, que sea una expresión de alerta, lucha, utopía. El mundo es hoy mucho más amplio, pero sigue siendo un lugar para la utopía”.

Sostiene también el director del Macba, a propósito de escándalos acaecidos aquí mismo sin ir más lejos (recordemos que Barenblit llegó tras la dimisión de Bartomeu Marí derivada de la exposición La bèstia i el sobirà. 31 artistes desfan les lògiques del poder), que el cine, la literatura y demás artes gozan de mayor libertad que las artes plásticas. ¿En qué fundamenta esta apreciación, Barenblit? “Hay temas que tratados en las artes visuales se convierten en asuntos extremadamente delicados, mientras que en el contexto de otras manifestaciones culturales pueden abordarse con naturalidad, evitando un debate encarnizado. ¿Por qué? Solo tengo intuiciones al respecto: vivimos en un país muy barroco, donde la imagen como representación del poder alcanza más fuerza que en otras culturas. Pero se trata de una realidad muy positiva que en definitiva viene a demostrar el poder del arte y los museos: somos poderosos”.

Vivimos en un país muy barroco, donde la imagen como representación del poder alcanza más fuerza que en otras culturas

Hablando de poder, convendría preguntarle dónde están hoy esos “centros del poder del arte”, a los que él mismo se ha referido y cuya existencia no es ningún secreto. Su respuesta es tajante: “El mercado. La vara de medir el arte la establece el mercado, que es un agente de muy difícil control. El mercado gobierna en el arte mucho más que las instituciones, la academia o la crítica. Y luego existen ciertos espacios de autoridad que crean referentes muy poderosos, como son las grandes plataformas expositivas, bienales o ferias como Venecia o la documenta de Kassel”.

Pieza de la exposición retrospectiva del artista americano Felix Gonzalez-Torres, que podrá visitarse del 26 de marzo al 12 de septiembre.

–¿Espera que la ciudad de Barcelona dé prioridad a la inversión en cultura como bien necesario recogido en la Constitución o, por el contrario, cree que se avecina un desierto cultural en el ámbito público?

–Deseo que entiendan que es imprescindible que se consoliden las estructuras necesarias para seguir avanzando. Además, la inversión en cultura es siempre muy rentable, es algo de lo que nunca te arrepentirás; incluso en acontecimientos circunstanciales como el actual. Las instituciones son imprescindibles para la formación, la investigación y el apoyo a las bases emergentes, y para el mantenimiento de los museos y centros expositivos al servicio del público. Pero la inestabilidad política que estamos padeciendo no ayuda en absoluto al desarrollo cultural, porque su resultado es el cortoplacismo: las instituciones y programas culturales, para ser ambiciosos a largo plazo, debieran ser independientes del devenir político. Además, las instituciones culturales suelen ser muy superiores a los políticos encargados de la cultura.

La inversión en cultura es siempre muy rentable, es algo de lo que nunca te arrepentirás

Ferran Barenblit desembarcó en Barcelona con el eco del golpe militar resonando en sus oídos. Tenía solo 8 años cuando escapó de Buenos Aires con su familia, pero recuerda con nitidez la marcialidad que se había implantado en su escuela, la violencia que saturaba el aire, el miedo. “El exilio fue muy duro”, dice sin paliativos. Pese a la generosidad que al parecer encontraron aquí, el pronto encaje de la familia en su nuevo destino y la fortuna de una juventud que coincidió con el esplendor de los años 80, aquella Barcelona es ¿irrepetible? “No. Barcelona es una ciudad que se cuestiona constantemente a sí misma, porque es heredera de una tradición de lucha, y esto es algo que permanece. Yo tuve la suerte de empezar a trabajar como ayudante de Jordi Samsó a finales de los 80, y esto me dio la oportunidad de descubrir ¡que había artistas vivos! Pero el contexto de los 80 aquí fue muy complaciente y acrítico, la sociedad sucumbió a la amnesia de la Transición. Apenas un puñado de artistas fueron conscientes de la gravedad de una era dirigida por Thatcher y Reagan, y empezaron a mirarse en el arte conceptual y el espíritu de contracultura de los 60 y 70”.

El Macba acaba de celebrar su 25 aniversario.

Entrevistando recientemente a un experto curador y gestor artístico catalán, afirmaba que se está produciendo tal vez más arte que nunca de un modo también más marginal que nunca: “El arte que se hace ahora en Barcelona no está en el Macba”, dijo textualmente… ¿Qué le respondería si pudiera? “Que este museo es un lugar de pensamiento y debate, que no solo nos ocupamos del arte consagrado, que nos dejamos permeabilizar por lo que se crea fuera de los museos”.

–Barenblit, ¿qué responsabilidad tienen las instituciones públicas en el impulso y la internacionalización del arte local contemporáneo?

–Mucha, nuestras exposiciones de arte local siempre viajan fuera; ponemos mucha energía en la itinerancia y en los préstamos.

–¿Por qué se va?

Me hubiera encantado quedarme más tiempo, pero no ha sido posible.