[dropcap letter=”E”]
l Palau Güell fue el primer encargo realizado por Eusebio Güell a Antoni Gaudí en 1885 y, cien años después, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El edificio se inauguró en 1888, coincidiendo con la Exposición Universal celebrada en el parque de la Ciutadella, en un momento de estabilidad, después de un siglo de guerras. Además de un espacio para su familia, también fue escenario de la vida social y cultural del mecenas de Gaudí. Obra maestra del gran arquitecto modernista, está construida con piedra calcárea del Garraf. En la fachada, destacan dos puertas con unas rejas caladas de hierro forjado que representan dos serpientes, con unas colas que forman las letras E y G de Eusebio Güell.
El 2018 se celebró el Año Güell, el año de Eusebio Güell i Bacigalupi, cuando se cumplían cien años de su muerte y se organizó una exposición muy importante en la que se revelaron nuevas historias sobre el gran empresario catalán. “Nosotros queremos explicar quién fue Eusebio Güell y quién fue su padre Joan Güell y su suegro Antonio López”, expone el nuevo director general de este equipamiento cultural, Guillem Mundet.
Licenciado en Historia, máster en Museología y Postgrado en Dirección y Gestión de Instituciones Culturales, Mundet reconoce que su nombramiento es un reto profesional y valora que trabajar en patrimonio cultural es muy vocacional. Tiene la ilusión y trabajará para incluir el Palau Güell en un mapa de casas singulares del mundo y pone de ejemplo la casa de Victor Horta en Bruselas. La fuerza de Gaudí es imbatible y el Consell Gaudí vela por los edificios con los que él soñó.
“Una experiencia modernista”
“Es el primer edificio de nueva planta que hizo Gaudí. La gente que viene aquí està muy interesada por Gaudí. El visitante vive una experiencia modernista. Es un laboratorio de ideas de Gaudí donde Güell le permitió hacer lo que quisiese y precisamente es aquí donde utiliza por primera vez el famoso arco parabólico y el trencadís”, ilustra Mundet.
Los materiales nobles son exquisitos, desde el amplio repertorio de flores de hierro forjado y dorado, los capiteles de mármol, la curvatura de la chimenea o las sillas diseñadas por Gaudí para el Palau con gatos y ratones. Marca Gaudí cien por cien.
Una de la mayores sorpresas del edificio es su terraza, donde luce una colección de chimeneas únicas fabricadas con el trencadís que tan famoso se hizo años más tarde por el banco del Park Güell. En esta terraza también descubrimos una rosa de los vientos en forma de sol con un murciélago –símbolo heráldico de la Corona de Aragón– y una cruz griega.
Una visita exclusiva
Lejos de las aglomeraciones de la Sagrada Familia y el Park Güell, la visita del Palau es exclusiva y muy mimada, con grupos muy reducidos. Pese a ello, Mundet lamenta que esta joya, situada en el barrio del Raval, no es muy popular entre los barceloneses: “El edificio es muy conocido por la gente de fuera y muy poco por los de aquí. Antes de la pandemia el 90% del público era extranjero”.
El Palau tampoco se salva del impacto de la crisis en el turismo y los visitantes extranjeros. “Después del confinamiento, abrimos las puertas en la segunda quincena de junio, fuimos de los primeros equipamientos en abrir. Al principio empezaron a venir franceses pero hubo un rebrote y la prensa europea recomendó no viajar a España. Vuelta atrás. Ahora cuesta recuperar que la gente salga a la calle, pero poco a poco”, asegura su director.
El mensaje sigue siendo el mismo: visita segura y tranquila. A esto, se añade que se han bajado los precios y se ha establecido una entrada única de cinco euros mientras duren los efectos de la Covid-19. Y Mundet no deja de apuntar cuáles son las jornadas estrella del Palau: “Los días de puertas abiertas se llena siempre, cada primer domingo de mes, más varios días como la Mercè o el 15 de diciembre, en conmemoración del nacimiento de Eusebio Güell”.
Agenda cultural
Antes de las medidas de seguridad por el coronavirus, el equipo del Palau pensaba que la azotea podía cobrar más protagonismo. “La agenda cultural del Palau incluye conciertos de verano en esta zona, pero se suspendieron por precaución y no podemos plantearnos la terraza como la solución para albergar al visitante porque el último tramo hay que subirlo a pie”, detalla.
Aun así, Mundet avanza que el Palau formará parte en noviembre del itinerario del Loop, la feria de Vídeoarte, con una instalación de Helena Vinent, ganadora de la beca de la Fundación Güell. Y no solo eso. El director del Palau también anuncia que la exposición dedicada al pintor modernista Aleix Clapés se inaugurará el próximo 17 de diciembre, con un “imponente Hércules” en préstamo que cedió el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC).
Adaptación a las nuevas tecnologías
La conservación del Palau son palabras mayores. “Hay una persona del servicio de Patrimonio de la Diputación que viene un día a la semana para revisar y, la tercera semana de enero, siempre cerramos para restaurar los elementos más importantes”, comenta Mundet, que recuerda que la última intervención que han hecho ha sido la rehabilitación de las estructuras de madera de la terraza del mediodía, que estaban ya muy deterioradas.
El mantenimiento del edificio es primordial pero el equipo de siete personas que dirige Mundet también está inmerso en la adaptación a las nuevas tecnologías: “Estamos ultimando la nueva web y una visita virtual al Palau que estará lista antes del 31 de diciembre. También estamos grabando un ciclo de conferencias, cada una de quince minutos, sobre los diferentes aspectos del Palau, como, por ejemplo, la charlas sobre el mobiliario que imparte Mónica Piera”.