Más que una mujer

Vuelve el 8M y volveremos a recordar que las mujeres aspiramos a todo, igual que los hombres, también a la libertad del miedo; esta libertad de ir por la calle sin tener que ser consciente de dónde llevas el móvil por si hace falta llamar o dónde tienes las llaves, por si tienes que entrar rápido a casa. Mañana, 8M, dejarán que nos reivindiquemos. Hemos ganado el día, no sé si mucho más.

Nos cederán el paso mañana, y, desde la barrera, habrá quien sienta rechazo hacia estas mujeres que parecen amazonas, que se sublevan de manera irracional contra la supremacía masculina, como escribía Montserrat Roig. Hay alguna cosa pitagórica, todavía, ancestral, clavada en la mirada de algunos. “Hay un principio bueno, que ha creado el orden, la luz y el hombre, y hay un principio malo, que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer”. Esto lo dejó escrito Pitágoras; es algo que no te enseñan de él cuando lo estudias y se le eleva como el gran Señor de los Teoremas, los catetos y la hipotenusa. Una oportunidad perdida para explicar aquello de separar el arte del artista. Esto lo descubres si lees a Simone de Beauvoir, pero como no se estudia en las escuelas, la Beauvoir, porque se ve que no es necesario y que de filósofos y literatos a lo largo de la historia sólo ha habido hombres, no se llega a desenmascarar el catetismo de Pitágoras.

Hay mujeres que avanzan y abren puertas. En Catalunya, por ejemplo, y en especial en Barcelona, se observa un tímido fenómeno, o quizás es sólo una feliz coincidencia, de mujeres que lideran equipamientos culturales. Elvira Dyangani Ose, directora del MACBA; Judit Carrera, en el CCCB; Àngels Margarit, dirigiendo el Mercat de les Flors; en la Fabra i Coats, Joana Hurtado… Carme Portaceli, en la dirección del TNC; Judith Colell, en la Acadèmia del Cinema Català; Íngrid Guardiola, dirigiendo el Bòlit-Centre d’Art Contemporani de Girona; Anna Giribet, como directora artística de la Fira de Tàrrega… y encontraríamos más.

Mujeres que nos hacen pensar en que quizás llegue el día en que dejaremos de poner crucecitas allá donde haya una mujer dirigiendo sólo por el hecho de ser una mujer. Y empezaremos a tener en cuenta que cada una de ellas es más que una mujer. Una gestora, una creativa, una escritora, una periodista, una abogada, una médica, una científica, una ingeniera, una bióloga, una cabeza llena de ideas que manda. No es el poder por el poder, la mujer no ha tenido nunca poder, es feminizar el poder, es hacer que el poder vea a las mujeres y no las silencie. Es el poder que sea sensible a que la brecha salarial sigue siendo del 20% y mueva cielo y tierra para acortarla, por poner sólo un ejemplo.

El 8M corre el riesgo de folklorizarse, de convertirse en el día en que nos dejan hacer para que tengamos todo el protagonismo. Mañana las proclamas sonarán por todas partes, mientras el resto de días del año vamos dando pasitos silenciosos para ganar terreno hasta que llegue el día en que se nos reconozca, como mujeres, como algo más que una mujer.