La escritora Maria Escalas.
EL BAR DEL POST

Maria Escalas: Vivir su mejor vida, la segunda

“Tenemos dos vidas, y la segunda empieza cuando nos damos cuenta de que sólo hay una”. La escritora y música Maria Escalas reflexiona en voz alta a pie de barra, el té rooibos recién infusionado (“en agua natural, no del grifo”) todavía humeante, mientras los atmosféricos compases de Razão de viver, de Nana Caymmi, llenan el espacio del Bar. Impulsada por una energía tan innata como contagiosa, entusiasta por naturaleza, sonríe al recordar el día “en que me di cuenta de que tenía los 50 ya cumplidos y que no podía seguir siendo una escritora de fin de semana”. Entonces, para esta mallorquina cosecha del 69 residente en Mataró, todo cambió.

Alérgica confesa a las zonas de confort, durante años fue combinando trabajos fijos con la actividad de conciertos de música clásica como intérprete al piano o al oboe. “Trabajé durante un largo período en la Escuela de Música Municipal de Premià de Mar, y me iba muy bien, hasta que un cambio en sus dinámicas me abocó a una rutina de la que sentía que tenía que salir. El nacimiento de mis dos hijos fue el acicate final para dejar aquel puesto y ponerme a enseñar música a los alumnos de la ESO del colegio Gem de Mataró. Ahí estuve cerca de dos décadas, años maravillosos, muy intensos, en que enseñé, aunque también aprendí un montón de cosas. Pero, al cabo de los años, aquello también se acabó convirtiendo en una zona de confort, en esa sensación de no-felicidad que es un poco como una rebanada de pan Bimbo, sin corteza, sin demasiado sabor, que va bien con todo, pero no brilla. Que ni te apasiona ni te hunde”.

En paralelo, una actividad privada, íntima, como era para ella la escritura, fue “haciéndose cada vez más grande”. Y pasó de los relatos y vivencias que publicaba en su blog a atreverse con una novela “que era un homenaje a mis abuelos, que estaba escrita en mallorquín y cuyo protagonista era un capellán. Algo que pensaba que bajo semejantes premisas nadie me iba a publicar. Por ello, escribí con una libertad absoluta”.

Pero terminó el libro y, tras todo el trabajo, las horas y la ilusión que le había echado, se dijo: “¿Y por qué no?”, y presentó el manuscrito a varias editoriales. “Y, para mi sorpresa, hubo enseguida tres que se interesaron en publicarlo”. Así veía la luz, en 2016, Abans que el teu record torni cendra, que ganaba el premio Llança de Sant Jordi. Y tal vez podríamos decir que Maria empezó a vivir su mejor vida, esa segunda que empieza cuando nos damos cuenta de que sólo hay una. Y que más vale aprovecharla.

Rescatando a Matide Escalas del olvido

“Estoy orgullosa de tener la familia que tengo. Sin mis hijos y mi marido, no hubiera podido tener el valor de dejar un trabajo fijo para volcarme de lleno en la escritura”. En los últimos ocho años, la parroquiana no ha parado quieta. Dos años después de su debut, publicaba Sara i els silencis, nominada al Premi Millor Novel·la de Òmnium Cultural, a la que seguía, poco después, su tercera novela, Estimada Mirta. Una labor que ha ido combinando con su taller de escritura creativa, y colaboraciones como lectora editorial y como periodista cultural en varios medios. “Que es lo que me ayuda a hacer viable mi actividad aunque, claro, eso resta tiempo al hecho de documentarte y escribir ficción, que es lo que realmente creo que queremos hacer todos los que escribimos. ¡No nos faltan las ideas o la inspiración, nos faltan el tiempo y el dinero!”, ríe.

Afortunadamente, ha tenido el tiempo para dar fondo y forma a su nueva obra, Matilde E. (La Campana), que se ha alzado con el premio Llorenç Villalonga Ciutat de Palma de novela en catalán, y que indaga sobre la vida de la mallorquina Matilde Escalas. “Fue una compositora mallorquina de finales del siglo XIX totalmente desconocida, a pesar de que estuvo en el meollo del mundo cultural de su tiempo, a caballo entre Mallorca, Barcelona y París, trabajando con Isaac Albéniz y Erik Satie, entre otros grandes músicos de la época”.

Escalas ha publicado recientemente ‘Matilde E.’, sobre la compositora mallorquina Matilde Escalas. © Xavier Torres-Bacchetta

A través de la vida de esta artista de primera magnitud, la autora se interroga sobre el lugar de las mujeres en el arte. O cómo Matilde Escalas no dejó de vivir a la sombra de Santiago Rusiñol, su amante, sin que —más allá del consabido nicho— la posteridad conozca y aprecie su obra y legado, a pesar de su innegable relevancia artística y cultural. De su incuestionable talento.

Ciudad inaccesible

Enamorada “de la pulsión y la efervescencia de Barcelona”, de su conspicua actividad de conciertos en espacios como el Palau de la Música, “que he tenido la suerte de vivir como público a pie de escenario y como intérprete encima de éste”, Maria Escalas lamenta que sea tan difícil acceder a la urbe desde su área metropolitana. “Para mí, que vivo en Mataró, es imposible venir a ver una obra de teatro y volver a mi casa en transporte público. Y lo que no pueden hacer es castigar de la manera en que lo están haciendo el transporte privado, sin plantear unas buenas alternativas. Esta ciudad es inaccesible”.

Un problema al que se suma la sensación de estar traspasando la ciudad a turistas y extranjeros ricos. “Mi consejo, como mallorquina que ya ha visto lo que pasa en estos casos, es que no vendáis la ciudad, porque de lo contrario acabaréis perdiendo vuestra esencia”, advierte, mientras sorbe el primer trago de la infusión, que ya ha atemperado.

— Las esencias que es imposible que se pierdan son las de nuestros riquísimos desayunos, por si quieres acompañar ese rooibos con algo rico de comer.

Algo se enciende en la mirada activa e inquisitiva de Maria Escalas, que afirma con la cabeza.

— ¡Por supuesto! Un bocadillito de buen pan con un buen jamón. ¡Yo es que siempre tengo hambre! ¡A todas horas!

— No me extraña, con lo energética que eres.

La escritora sonríe. Suena Cançao em modo menor de Nana Caymmi. El rooibos le está rico.

— ¡Sí, sí! ¡Yo soy de las que el día de Navidad, después del banquete familiar, merienda!

La escitora Maria Escalas.
Maria Escalas publicó su primera novela en 2016.