Criticar la ilusión y quien la genera es difícil. Se puede hacer, como todo, pero cuesta más que quaje. Es lo que les ocurre a quienes dicen que Joan Laporta peca de optimismo. Y, para rematar, dicen que tiene suerte y que eso nunca se sabe hasta cuándo dura. ¿Verdad que suena a “qué ganas de tener su suerte y de contagiar el optimismo que él transmite”? Pues eso.
Diuen, diuen, diuen que, en 2003, cuando ganó por primera vez unas elecciones a la presidencia del FB Barcelona, era fresco, interesante y con ingenio. Diuen, diuen, diuen que ahora, después de haberlas ganado en 2021, está más dejado, que se le ve lento de reflejos y que improvisa constantemente. No capté nada de eso en la conversación en la Casa Seat instigada por The New Barcelona Post y que ya tenéis disponible en Youtube o en las principales plataformas de podcast.
¿No es el de hace veinte años? ¿Y quién lo es? Yo no, por supuesto. Y en varios frentes he ido a menos, pero en algunos otros, claramente y modestamente, a más. A él le he visto así, y hacía mucho tiempo que no podíamos sentarnos y hablar.
Yo, desde que nos conocimos durante ese año triunfante con la excusa de una campaña ganadora que tenía de eslogan Torna la il·lusió, he sido admirador suyo. ¿De todo? No, claro, no soy de idolatrar. Pero en conjunto supera a cualquier otro presidente del Barça que yo haya conocido. Sobre todo en la vertiente que reivindicaba en su último eslogan de campaña: estimar (amar).
Estimem el Barça. Y es cierto. No solo ama al Barça. Es de amar, por lo general. Un hombre sentimental, de buena pasta, que sabe proyectarlo y contagiarlo. Y esto también es liderar. Desacomplejadamente, con más momentos de rauxa que de seny, pero de aquellos que impulsan cuanto más falta hace, que de ánimos y espíritu optimista hace una temporada que no vamos sobrados.
Pero de seny también tiene. Se lo pone, por ejemplo y pese a asumir que su historia de amor con el Barça tiene un punto de cíclico, de roda el món i torna al Born, al descartar un final de etapa azulgrana que esté seguida por la tentación política. De eso, ya tuvo bastante. No hace falta volver a ese terreno. En cambio, sí que ha vuelto a tomar las riendas del Barça en un momento bajo del club a todos los niveles, y pretende levantarlo. No será fácil, para nada.
Los críticos con su optimismo dirán que va a ser imposible, y que con él, menos. Pero recuerdo que en 2003 (porque yo lo viví en primera línea de fuego) esto también lo decían. Y él dice que volverá a hacerlo. ¿El qué? Remontar el ánimo del club, primero, para remontar, después, todo lo demás. Difícil. Pero más difícil es criticar desde el sofá a quien se arremanga.
De tan dura que será la misión, tiene claro que, después, sólo le quedará ánimo… para dar la vuelta al mundo. ¿Lo ven cómo es optimista por naturaleza? Yo, de ponerme y conseguirlo, en ese club, automáticamente pediría varios años de crionización estilo Walt Disney.
En todo caso, si él lo logra y se acaba animando a a emprender esta ruta, durante un tramo, ya se lo dije el lunes, quiero acompañarle. Con Laporta, mínimo, siempre disfrutas del camino.